Sin duda parte de la esencia del ser Lagunero proviene de nuestra verdadera herencia: la región es fruto de la Revolución Industrial y de un par de sus principales puntales, el ferrocarril y la industria textil mecanizada. Aquí no hubo indios explotados (porque desde fines del XVIII una epidemia acabó con los últimos nativos, que nunca fueron muchos de cualquier forma) ni mineros encadenados al socavón (porque no había minas), ni muchas de las condiciones con que se sigue fomentando en tantas partes el victimismo, el agravio y el resentimiento. Desde un principio la comunidad fue "moderna" (¡Y cuidado con el término!) en ese sentido. El que tenía agallas, sentido emprendedor, mirada hacia el futuro y un poquito de suerte, podía hacerla. Como habíamos dicho hace mil días, no por nada éste era el Boomtown al que se dirigía gente de Europa, China y Medio Oriente a fines del siglo XIX. Ese espíritu es el que deberíamos honrar y fomentar.
Para el Porfiriato, La Laguna representaba un ejemplo del modelo que pretendía introducir en todo el país: hacer de la nada un emporio, explotando las posibilidades de progreso a orillas del Bolsón de Mapimí. Hoy en día, dudo mucho que podamos presumir gran cosa como urbe. Ah, sí: tenemos una Media-Maravilla del Mundo en un cerro. ¡Por favor!
¿Qué más tenemos de positivo? Bueno, creo que pese a lo quejumbrosos que somos, seguimos viendo las cosas en buena luz, pecando incluso de ingenuidad. Digo, si te vienes a cocer en estos solazos, más te vale no ser pesimista. Somos alegres y expansivos, dados a la bohemia y cálidos con la gente, sea de donde sea. No somos muy ahorrativos, aunque no sé qué tanto se mantenga la cultura del "¿Dónde firmo?" Somos algo fanfarrones) y descuidados. Y, a pesar de los pesares, muchos queremos terminar nuestros días aquí. Un buen porcentaje de quienes no pegaron su primer berrido en estas polvosas tierras, sienten un extraño apego a ellas. Por algo será.
Como La Laguna, ¡ninguna!: Francisco José Amparán (16 SEP 2007)
Ser Lagunero
Creo que debemos hacer una breve reflexión sobre lo que significa ser de aquí, vivir aquí. Un servidor se considera capacitado para hacerlo por la sencilla razón de que tiene la mitad de la edad de Torreón, y salvo un par de fríos años, siempre ha vivido en La Laguna. Y creo que eso cuenta. Por no decir nada de las infinitas discusiones al respecto, sazonadas con agua de alberca y cerveza no tan helada como uno quisiera.
Nomás para abrir boca, habría que hacerse algunas preguntas pertinentes: los Laguneros ¿somos diferentes? En caso afirmativo, ¿en qué consisten nuestras características singulares, que por simplificar habría que generalizarlas a muy diversos grupos, estratos y comunidades? ¿Y por qué fueron ésas y no otras?
Creo que los Laguneros somos ciertamente distintos a los nativos de Saltillo, Chihuahua, Durango o Zacatecas, agarrando los cuatro puntos cardinales y las ciudades importantes más cercanas, que (ojo) son todas capitales estatales. En parte ahí está una de las claves: nunca hemos sido centro de poder político; y por tanto la esencia no tiene que ver con la del "capitalino", así sea provinciano. Y revisando las fechas de fundación de esos centros urbanos, vemos que nos llevan varios siglos de ventaja. Lo que quizá explique una característica esencial del Lagunero: lo novedoso.
Quizá el que ésta sea una zona conurbada formada por ciudades con pocos años de edad ha configurado un fenómeno que yo siempre he encontrado desconcertante: cualquier cosa nueva deviene manifestación de masas. En esta zona no puede abrir un restaurante sin que esté lleno de bote bote las primeras cuatro semanas. Si sobrevive los siguientes dos meses (en que suelen no pararse ni las moscas, porque éstas y los comensales se fueron a otros comederos recién abiertos), quiere decir que ya la hizo. Ustedes recordarán cuando, hace algunos lustros, abrieron las llamadas "tiendas de importación". Auténticos tumultos se agolpaban a las puertas de esos establecimientos, para comprar… lo que toda la vida habían podido comprar en MacAllen. Viendo aquellas turbamultas, uno creería que se trataba de ciudadanos soviéticos, que en su mísera existencia habían visto un Milky Way.
También se dice que la aspereza del clima y la tierra nos ha forjado como trabajadores y luchones. Que no esperamos a que la Providencia nos haga caer sus bienes, sino que nos arremangamos la camisa y nos ponemos a jalar. Conociendo a varios contemporáneos míos, que no han dedicado más que unos días de las últimas décadas a alguna actividad productiva, tal aseveración podría ponerse en duda. Lo que sí es que la región fue construida de acuerdo a un espíritu de pionero, con gente llegada de otras partes esperando labrarse una vida mejor, y algo queda de ese ímpetu. Y tómese nota: un Lagunero que espera que el gobierno (municipal, estatal o federal) le resuelva sus problemas, puede ser visto abiertamente con sospecha.
Muchos nacidos aquí tuvimos padres venidos de otras tierras. La mayoría llegaron a estos lares sin mucho dinero y con ganas de prosperar, ello debería ser un plus: no tener una aristocracia de rancios pergaminos ni apellidos rimbombantes ayuda a la armonía colectiva. Y así fue durante mucho tiempo: la sencillez y naturalidad en el trato era la norma, y el millonario y su jardinero se trataban con el mismo respeto; las divisiones sociales no estaban tan acentuadas. Pero las nuevas generaciones, fomentadas por unos padres irresponsables, ignorantes y esnobs, andan en el proceso de crear una aristocracia petatera. De todos depende que esos monstruos de egoísmo y bluff (que tienen lo que tienen sin haber trabajado para lograrlo) sean aislados y despreciados.
Se supone que la diversidad de orígenes le ha conferido a la región características más abiertas, liberales y cosmopolitas que las que comparten poblaciones más señeras y con edificios de cantera. Que somos mitoteros y generalmente tratamos bien al foráneo, eso que ni qué; como solemos decirles a los visitantes: "satisfechos no ser irán, pero crudos qué tal". Lo cosmopolita me resulta dudoso, excepto en algunos enclaves ilustrados, que no abundan. Lo de liberal… bueno, depende de cómo tome uno el término. Siendo francos, el cotilleo, el rumor soltado a la menor provocación (sobre asuntos que van de adulterios a supuestas amenazas de bomba) y el chisme no se corresponden con una sociedad que se dice liberal.
También se habla mucho de la unidad lagunera. La verdad, yo nunca he sabido de dónde sacaron esa especie. Si no somos capaces de ponernos de acuerdo sobre qué obras (pagadas con nuestro dinero) se va a dignar otorgarnos Saltillo o Durango… entre otras manifestaciones de incapacidad para llegar a consensos. En esta región no se puede anunciar ningún cambio (estacionamientos, puentes, ampliaciones) sin que alguien se oponga ruidosamente, con cartelones y mucho grito y sombrerazo. En parte por eso aquí no hay las obras y la fisonomía urbana que existen en otros lugares.