Dividamos en dos a un cuerpo humano y asignemos un médico como responsable de cada mitad.
Nombremos como médico de la mitad izquierda a un médico encargado del hospital de la ciudad de Durango. Encarguemos la mitad derecha al médico director del hospital de Saltillo.
Que los médicos responsables se encuentren a doscientos veinte kilómetros al poniente y doscientos cuarenta kilómetros al oriente no nos parece importante.
Para hacer el primer diagnóstico y preparar el tratamiento adecuado cada médico envía a un enfermero a sacar muestras para llevarla a su hospital y en sus laboratorios analizar su situación.
Hasta ahí, la situación que es grave, se va a poner peor.
Al tener los resultados, se procede a mezclarlos con todos los análisis hechos en cada hospital para sacar un promedio y así imponer una terapia tomando en cuenta la situación total del estado.
El enfermero llega a La Laguna para aplicarle el tratamiento que se decidió en su respectivo hospital y el cuerpo recibe dos tratamientos bastante diferentes, contradictorios, decididos en base a mezclar los resultados en sus hospitales, distantes e indiferentes.
El cuerpo recibe un tratamiento contradictorio en base a una mentira.
Los resultados de sus análisis no son tomados en cuenta. Espero que La Laguna sobreviva al envenenamiento a la indiferencia y al abandono.