¿Sabías que la actual guerra en contra de las drogas data de hace cuarenta años y fue comenzada por el entonces Presidente Richard Nixon? ¿Qué Elvis Presley tuvo mucho que ver? Permíteme que te cuente una historia…
Lo que a continuación voy a narrarte, querido lector, posiblemente te parecerá inverosímil, como sacado de un guión cinematográfico, pero en efecto sucedió y es parte del imaginario colectivo de Estados Unidos. Todo comienza hacia 1970, año en el que la carrera musical del legendario Elvis Presley se encontraba en un impasse.
En medio de la vorágine por la Guerra de Vietnam, los movimientos feministas, la lucha por la igualdad racial, la psicodelia y los hippies, el rock and roll y todo lo que veinte años atrás representó Presley, se antojaba pasado de moda. Recluido en Graceland, su mansión de Memphis, Tennessee, olvidado por el público que alguna vez lo vitoreó sin pudor, Elvis decide emular la famosa novela de Frank Capra, Mr. Smith Goes To Washington, y viaja a dicha ciudad. Tenía un plan, quizá el más ambicioso de su vida.
"Señor Presidente: Elvis Presley está en la puerta e insiste en verlo, parece que trae un mensaje", escuchó decir de voz de uno de sus asistentes, un atónito Richard Nixon. Efectivamente, sin decir "agua va" ni con cita alguna de por medio, el mismísimo Rey del Rock and Roll toma un avión a la capital del país y se planta afuera de la Casa Blanca a la espera de ser recibido por el Presidente.
La noche anterior, Presley había redactado una misiva de cinco cuartillas en donde expresaba su preocupación por una sociedad en declive, una juventud torcida por las drogas y la tensión racial que generaban los negros al demandar igualdad de derechos. Elvis consideraba que su enorme fama y visibilidad podrían servir como ejemplo para los jóvenes tras el creciente uso de drogas, por lo que le pide al Presidente una placa de agente federal para luchar en contra de los cárteles del hampa: cómo lo oyes. Dicha carta, en voz de un especialista, "es un ejercicio de expresión política que se mueve entre lo infantil, lo simple y lo bochornoso".
Redactada con la mejor de las intenciones y la peor de las formas, las cinco páginas estaban escritas a mano con renglones torcidos y tachaduras en papel con membrete de American Airlines. Al final de la misma, Elvis Presley le expresa su admiración a Nixon y anota el número de teléfono del hotel en que se alojaba, a la espera de encontrarse con él. También le indica que había viajado desde Memphis con un regalo: una pistola Colt semiautomática calibre 45 que "le será esencial en su lucha contra las drogas, Señor Presidente", escribió.
Ni Richard Nixon, uno de los más torcidos, pero brillantes y hábiles políticos del siglo veinte, ni sus asesores, daban crédito a lo que presenciaban. Aventajado alumno de Maquiavelo si los hay, Nixon aquilata el momento histórico y la oportunidad de oro que supondría un encuentro con el Rey, especialmente cuando la popularidad del mandatario se encontraba por el piso y todo hacía suponer que sería el primer Presidente de Estados Unidos en perder una guerra: Vietnam. Tras un par de horas evaluando pros y contras, Elvis Presley entra al centro neurálgico del poder por excelencia, la Oficina Oval, a encontrarse con el presidente número trigésimo séptimo. Lo demás es historia.
Hacia principios de la década del setenta, diversos especialistas y distintos estudios arrojaban un dato alarmante: las drogas eran el principal problema de salud pública del orbe. Alertado por las voces que pugnaban por enfrentar dicha problemática de manera frontal, Richard Nixon y su gobierno emprenden una cruzada que terminaría por convertirse en la actual política a nivel mundial cuando de tráfico de estupefacientes se trata. En aquellos años y aunque fue de forma totalmente coincidente, la visita de Elvis Presley a Washington ocurre en el momento justo: cuando la guerra en contra de las drogas apenas comenzaba.
¿Quién mejor que uno de los mejores artistas de todos los tiempos para validar los planes de Nixon?
Elvis Presley obtuvo su cita con el Presidente, la placa de agente federal, le entregó a Nixon la pistola que traía como regalo y se convirtió en la cara de una lucha que tiene cuarenta años sin ser revisada. Lo que hoy te platico probablemente lo recordarás cada vez que escuches una canción de Elvis Presley, o leas y seas testigo de la violencia relacionada con el mundo del hampa y de una guerra que en México arroja la friolera de casi cien mil muertos en las administraciones de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto. También recordarás que siete años después de su encuentro con Richard Nixon, el Rey del Rock, Elvis Presley, falleció víctima de algo que con tanta vehemencia quiso combatir al final de su vida: las drogas y el abuso de ciertas substancias químicas.
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