En mal momento estalló la nueva crisis en Michoacán.
Ocurre a escasas semanas de que México cerró 2013 a tambor batiente con reformas estructurales que eran esperadas desde muchos años atrás y que se aprobaron en apenas doce meses.
Ocurre a un año de que el país dejó escapar el llamado "Mexican momentum", básicamente por malas decisiones que impidieron a la economía crecer y beneficiarse con la buena publicidad que imperó en ese entonces.
Ocurre además cuando los indicadores económicos de Estados Unidos muestran signos de recuperación que podrían derivar en una nueva oleada de inversiones en México tal como sucedió en los noventa y a principios del nuevo siglo.
Ocurre finalmente cuando el clima de violencia parecía ceder paulatinamente y con ello regresar a los tiempos de la estabilidad y paz que desaparecieron desde 1994 cuando se inició en México el período de inseguridad más terrible desde la revolución de 1910.
Ahora Michoacán domina el ambiente dentro y fuera del país para desgracia del gobierno de Peña Nieto que había puesto tanto esfuerzo y esperanza en las reformas finalmente aprobadas, especialmente en la energética que ha sido anunciada prácticamente como la solución para el estancamiento económico y social de México.
Pero Michoacán se atravesó de lleno en el arranque de este 2014 con todo y que la crisis se centra en la llamada Tierra Caliente y en sólo algunos de sus 113 municipios.
Así se evidenció en la reciente cumbre de Davos, Suiza, donde el mandatario mexicano tuvo que apretar los puños y responder a las inquietudes de la prensa mundial en torno al clima de violencia antes que proclamar los triunfos por las reformas estructurales.
En Estados Unidos, en donde los enemigos de México no descansan ni los fines de semana, el tema Michoacán ha sido ampliamente explotado para hacer notar que México vive en un estado candente de inseguridad sólo comparado con los peores tiempos de Colombia, Venezuela y Centroamérica.
Los llamados grupos de autodefensa no despiertan en el exterior las simpatías que en algunos sectores de México porque su presencia evidencia ilegalidad en la portación de armas y descontrol por parte de las autoridades mexicanas.
Hizo bien el gobierno de Peña Nieto en aislar el conflicto de Michoacán al designar a un comisionado especial para que atienda la grave situación y con el fin de que no se contamine con los estados vecinos como ocurrió tiempo atrás con la violencia que imperó en Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí y Coahuila.
Pero a decir verdad muy poco han trascendido en el extranjero las acciones del comisionado para la Paz y Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán, Alfredo Castillo, con todo y lo extenso de su cargo.
En cambio las noticias destacan a los Caballeros Templarios y sus dirigentes cuya fama ha trascendido las fronteras al igual que la lucha que llevan a cabo los grupos de autodefensas en contra de los cárteles del narcotráfico.
Peor todavía algunas publicaciones cuestionan el porqué la irrupción de tropas del Ejército Mexicano fue ordenada cuando los civiles armados habían recuperado varias poblaciones controlados por los Caballeros Templarios. ¿Por qué no se esperaron a que concluyeran su tarea de limpieza?
Si el Gobierno federal desea sacar raja de las reformas aprobadas el año pasado tendrá primero que resolver el desastre social y político que impera en Michoacán, incluso antes que pensar en las leyes secundarias que se requieren para aterrizar los acuerdos legislativo.
Sin embargo, parece que los vientos soplan en contra porque es bien sabido que las noticias negativas como las de Michoacán corren con mayor velocidad y podrían empañar por largo tiempo los tiempos de cambio que vive México.
Comentarios a jhealy1957@gmail.com
