Aunque los estatutos internos de la empresa garantizan el control de la familia fundadora, la sucesión en Cementos Mexicanos no será tarea fácil. La sorpresiva muerte de su presidente y director general durante 29 años, Lorenzo Zambrano, dejó en el aire los planes de un cambio de estafeta sin traumatismo.
Aunque el hombre que colocó en el pináculo a la cementera en el escenario de la globalización había trabajado en tres prospectos, éstos se fueron de la empresa por diferentes circunstancias… en cuyo común denominador estaban los celos.
Estamos hablando de Ignacio Garza, quien había caminado por años en la brega de jugar a la expansión acelerada con el riesgo del sobreendeudamiento; de José Treviño Zambrano, el hombre de las finanzas de la cuarta, a veces tercera, cementera del planeta, y de Fernando Garza, quien le dio el toque humano vía programas sociales, cuidado escrupuloso de la ecología y ejercicio permanente de la sustentabilidad.
De hecho, la posibilidad hablaría de un presidente que vigile el timón y un director general que lo maneje. El estratega y el técnico. El directivo y el ejecutivo.
De acuerdo a los estatutos de la empresa que nació en 1906 como Cementos Hidalgo, la familia Zambrano tendrá el control aún si su participación accionaria se diluyera a 20 ó 25 por ciento. Estos señalan un límite de tenencia individual cuando se adquirieran acciones en los mercados bursátiles.
Lorenzo Zambrano llegó a la dirección general de la empresa cuando la presidencia estaba en manos de su tío, Marcelo Zambrano, a cuya muerte lo sucedería en forma natural.
Dedicado íntegramente a ésta, viajero incansable con proa la apertura de plantas en el planeta; celoso participante en todos los comités de la compañía global, Zambrano no le dejó espacio al matrimonio.
A la muerte de su madre, su hermana Nina, quien había enviudado, se convirtió en su dama de compañía inseparable, al tiempo de realizar las tareas filantrópicas de la empresa que oscilaban desde un fondo de préstamos a microempresarios hasta la creación de impresionantes museos.
Atento a todas las vicisitudes de la compañía, la tramposa demanda por supuesto dumping o precio inferior al del mercado de origen que le endilgaron cuatro empresas de Florida en afán de detener la expansión de la firma en el mercado de Estados Unidos; la adquisición de las cementeras españolas Valenciana de Cementos y Sanson; la malograda aventura de la firma en Malasia, Zambrano debió dejar la presidencia del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, su otra pasión.
Uno de los golpes más duros en la vida del empresario que en los 80 y 90 era imprescindible en el grupo de los 10 de Monterrey, fue la nacionalización de las plantas que mantenía Cementos Mexicanos en Venezuela.
Otro fue la acusación de desplazamiento indebido de la competencia que llevó a la firma a un proceso ante la Comisión Federal de Competencia, bajo cargos de haber impedido la posibilidad de nueva oferta que planteaba la firma Comercio para el Desarrollo Mexicano, quien pretendía traer cemento de Rusia al país para equilibrar el mercado.
La empresa se había integrado con tres exejecutivos de la cementera con sede central en Monterrey.
En una de sus últimas presencias en el ámbito público, reacio a las cámaras y los micrófonos, Lorenzo Zambrano habló de los riesgos de llevar al extremo la reforma a la Ley Federal de Competencia, convirtiéndose en enanas a las empresas frente a la competencia internacional.
Lector incansable, Zambrano instituyó con el escritor colombiano Gabriel García Márquez el premio de periodismo hispanoamericano, para reconocer los nuevos géneros.
En la ruta, devoraba todo, sabía de vinos cuando había que hablar de ello; de caballos cuando hacía falta; de jardinería frente a un interlocutor a modo, aunque luego la plática derivaría a los negocios.
Empatado con los nuevos tiempos, Lorenzo Zambrano abrió una cuenta de twitter que atendía personalmente.
La gran pregunta es quién sigue.
BALANCE GENERAL
En la antesala de enfrentar la peor de sus batallas, abierta la posibilidad de compartir las tareas que tenía en exclusiva con multinacionales, Petróleos Mexicanos enfrenta el peor de los mundos.
Por primera vez en 30 años su balanza comercial con Estados Unidos tuvo en abril un saldo negativo de 501 millones de dólares. Le compró, pues, al país del norte más de lo que le vendió.
Petróleo crudo para allá; gasolina para acá.
En el primer caso la factura fue de ocho mil 248 millones de dólares; en el segundo de ocho mil 799.
La avalancha tradicional, reducida la demanda del país del norte ante el descubrimiento de nuevos yacimientos y el uso de otro tipo de combustibles, se cayó 12 por ciento.
Y todavía no termina de construirse la barda perimetral que aguardaría las plantas de una nueva refinería en Tula.
FUEGO CRUZADO
La resolución del juez del concurso mercantil de Oceanografía, Felipe Consuelo Soto, que le ordena a Petróleos Mexicanos pagar las facturas pendientes directamente a la firma, ha alborotado el gallinero.
De hecho, algunos acreedores de la empresa que habían integrado fideicomisos para el cobro de las cuentas para abono de préstamos, están planteando demandar al togado.
La cruzada, naturalmente, la encabeza Banamex.
Lo cierto es que sin la posibilidad de los pagos derivados de los contratos en vigencia, la compañía arrendadora de barcos y mantenimiento de plataformas naufragaría irremediablemente.
De acuerdo a la Ley de Concursos Mercantiles, la finalidad de éstos es preservar las empresas como negocio, cuidando las fuentes de empleo.
Por lo pronto, en el escenario, además de Oro Negro, ya está en la escena otro posible postor por la empresa, Blue Marine, encabezada por Juan Marcos Issa.
MOSCA EN LA SOPA
Difundida profusamente la noticia de que durante el mes de abril pasado el Instituto Mexicano del Seguro Social había logrado agregar a su lista de afiliados a 312 mil 300, hete aquí que según el Inegi durante el primer trimestre del año la tasa de desempleo abierto se ubicó en el 5.04 por ciento de la población económicamente activa.
El crecimiento fue de 0.30 puntos.
La desocupación, pues, alcanza a dos millones 484 mil 798 mexicanos.
La cifra es inferior en 12 mil 112 a la registrada en el mismo periodo del 2013.
Digamos que aunque en abril se haya iniciado la salida del letargo, éste se prolongó más de un año.
PALOMITA A CEMEX
La última noticia que recibió Lorenzo Zambrano en el hotel de Madrid donde se hospedaba, es que Cementos Mexicanos le ganó un arbitraje internacional a la empresa austriaca Straba, que le obliga a pagarle 30 millones de euros por daños y perjuicios.
La compañía europea se desistió de un contrato que la comprometía a comprarle a la multinacional mexicana activos por 310 millones de euros.
Las partes habían pactado atender cualquier controversia en la Corte Internacional de Arbitraje de París.