1.- DE LOS VENDEDORES DE LA PLAYA
El director de Vía Pública, Antonio Galeana Ramos, informó que durante los quince días del período vacacional de Semana Santa, realizará con Semarnat y Profepa operativos para impedir la presencia de vendedores ambulantes en "la franja de arena" para que "el turista pueda disfrutar de las playas sin ser molestado".
Galeana, la Semarnat y la Profepa son unos ignorantes de muchas cosas. Por principio de cuentas de los derechos humanos de los "vendedores ambulantes en la franja de arena", entre ellos el de recorrer a pie y bajo el sol ardiente las playas de Su puerto. La gente cuya chamba consiste en vender toda suerte de mercancías en la vía Pública, es decir de Todos, merece apoyo, respeto y cariño. Es su trabajo y no tiene otro más para sobrevivir en este país ingrato para los pobres que recurrir al comercio en las playas de México para encontrarse con sus clientes naturales, los turistas que vienen a disfrutar pero entre a muchos nos encanta comerciar con ellos.
¿O qué, ya privatizaron las playas también para que sólo los que tienen recursos puedan hacer negocio con los visitantes? ¿No entienden "las autoridades" que Acapulco ha estado deprimido largamente y que no ha habido a quien venderle nada?
Y en las próximas dos semanas se supone que sí van a venir a gozar las bellezas y a gastar su dinero en un lugar turístico como les dé la gana miles de citadinos que vienen a vivir Acapulco, pero no en una burbuja de cristal, a costillas de una opresión a los locales. La población de una ciudad turística vive y sobrevive del turismo. Los funcionarios de la lana que les damos los ciudadanos y de la que las más de las veces hacen pésimo uso. Ellos tienen empleos gracias a nuestros impuestos. Y ya sabemos cómo se los gastan.
Semarnat y Profepa son autoridades federales de esas que sólo vienen a Acapulco a amenazar a los pobres y a hacer que los ricos "se mochen con ellos". Son tan cínicos los burcócratas que en tiempos de Fecal esos mismos que hoy no quieren vendedores ambulantes en las playas permitieron descaramente que frente a la propio Capitanía del Puerto, el funcionario en turno tendiera nada más ni nada menos que redes agalleras, es decir redes sueltas que ni siquiera tienen que trabajar, redes para todo lo que caiga en ellas que sean pelícanos, peces de todas clases, lanchas y hasta ballenas como ha sucedido. ¿Y no los tocan?
En los últimos tiempos "la derrama" ha sido mínima por la gama de calamidades, efectos de los malos gobiernos o de la naturaleza. De modo que la mayor parte de "la derrama " va a dar a hoteles, restaurantes y almacenes cerrados más menos caros pertenecientes a gente de recursos, más o menos importantes, se supone que pagan impuestos, pero se sabe, "se mochan" para vender lo que les dé la gana.
La " franja de arena", zona federal, en los últimos meses, mejor dicho años, ha estado bastante desierta salvo en algunos especiales fines de semana o vacaciones especiales en que los fotógrafos se apresuran a tomar fotos de aglomeraciones para los periódicos y para poder decir que la ocupación es importante y que Acapulco se recupera. Ah, pues a ese banquete, no están invitados los vendedores ambulantes.
2.- EN DEFENSA DE LOS COMPRADORES DE LA PLAYA
El colorido de las playas de Acapulco es único. Hay quien dice que es el mejor "mall" del mundo. Y es que en las playas de Acapulco sin a meterse a lugares cerrados, mientras se goza la playa misma, disfrutan de la vista, del mar, del espectáculo, sin tener que irse a meter a un lugar cerrado, pueden adquirir toda suerte de curiosidades preciosas, de artesanías de la región, perlas, corales ni más ni menos genuinas que las que exhiben a precios altísimos las tiendas internacionales.
Hace algunas temporadas se pusieron de moda los corazones de cristal rojo para colgar del cuello. Acababa de comprar uno para los dieciocho años de mi nieta en el desayuno de una tienda muy cara, ya sabes, a meses con o sin intereses, y ese mismo día vi a una amiga con uno precioso, similar, pero más grande y le pregunté de dónde era. De la playa, me dijo y me dio el precio. Dicen que palidecí.
Una de las grandes diversiones de las playas son los abigarrados vendedores, con todos los acentos, con cientos de historias que contar que venden de todo y explican a veces con talento en semiespañol sus preciosas artesanías y hasta sus "chinaderas". En las playas de Acapulco la globalización es perfecta. Tienes el mundo a tus pies. Pareos de Indonesia, blusas y vestidos de India, perlas de todos los ríos. Es un deleitoso comercio el que se da en las playas. Lo bueno es que no ganan las transnacionales. Todo lo que hay que hacer es un reglamento, nunca rígido, ni menos amenazante, como pretenden. Claro, no se debe permitir un anafre en la playa, pero el comercio en movimiento, es fantástico.
Semarnat y Profepa: Mejor ocúpense de las motos de agua, peligrosas invasoras de la playa que ocupan la arena pública y pretenden pagar a tanto el metro cuadrado. Utilizan apestosa gasolina y no respetan las boyas. El año pasado hubo muchos accidentes, en la bahía de Acapulco y en la de Puerto Marqués. Traten de poner letreros en los que se avise a la gente de las regulaciones y no estarían mal algunos modernos botes de basura. No permitan el ruidero infernal. Regulen los decibeles. Eso es importante.
Pero no nos quiten a los amigos vendedores de las playas. Sólo pidan un poco de amabilidad sin demasiada insistencia de su parte con los bañistas. En cuanto a los turistas, también edúquenlos de paso, explíquenles a los nacionales que no ensucien todo y a los canadienses que no le pueden regatear como lo hacen a un pobre niñito indio, cuando sus compañías se están llevando todo el oro de México. Carajo pues. Hay cada y cada.
Satiricosas.es.tl
@manouscrita