No es posible escapar a la realidad de que, en el escenario global, el papel que desempeñan los gobiernos en la actualidad es completamente diferente; tradicionalmente, los gobiernos se han considerado a sí mismos como depositarios del poder, sólo que hoy se requiere además liderazgo y una mayor responsabilidad social.
Hago la similitud ineludible que existe entre los gobiernos de las grandes economías con nuestro país, al considerar lo que acontece en dependencias del gobierno federal, en municipios y gobiernos estatales en donde la crisis financiera y las deudas soberanas que hoy se conocen como déficit público, tal es el caso de Pemex y CFE que se originaron por un uso excesivo de endeudamiento y que recientemente la deuda de estas dependencias se incorporaron directamente como deuda pública.
Lo anterior por la falta de transparencia y falta de supervisión que no cumplieron con su obligación y que sistémicamente en todo el mundo se comportaron de igual manera y por consiguiente dichas deudas fueron absorbidas con recursos públicos; el rescate financiero mundial que se llevó a cabo y se sigue manejando mediante los procesos de diversos mecanismos que sólo los gobiernos podían llevar a cabo. Aun cuando algunos no estemos de acuerdo en las formas y matices de hacerlo o la forma como se aplicaron; los países llamados de avanzada o industrializados, primero aplicaron la teoría económica de Keynes, después se impulsó el capitalismo y la globalización como la fórmula benéfica que supuestamente enriquece a todos y beneficia a los más necesitados, apoyándose en la teoría de Adam Smith como un conjunto de expectativas recíprocas en el que la sociedad se convierte en un sistema de intercambios financieros, mercantiles y de servicios en un libre mercado.
Con el fracaso de la crisis del 2008 es el legado de que los mercados no funcionan por sí solos y hoy tenemos un regreso a las teorías de Keynes, donde aun cuando no es precisamente una real interpretación, se reconoce que los gobiernos tienen que intervenir en las economías con dichas crisis que no pueden resolver en forma independiente precisamente por la interconexión que existe mundialmente.
Destacando el caso de nuestro país en el cual por el momento tenemos una tregua ante el hecho positivo de la aprobación de las reformas estructurales y particularmente la energética por razones históricas, es necesario volver a puntualizar lo que he mencionado en otros artículos que el tiempo para su aplicación y ver resultados que caminan paulatina y lentamente; por lo tanto debe de ser responsabilidad del gobierno y de los inversionistas locales y foráneos hacer su mejor esfuerzo para poder acelerar los cambios inaplazables ya que el mundo en constante transformación sin duda alguna nos presionan por los bloques monolíticos en la economía, recordando que las reformas estructurales no son una panacea en sí mismas, y nos queda un largo camino por recorrer y sus frutos se verán en varios años, por lo cual continúa el reto de combatir la falta del ingreso insuficiente de las familias, la desocupación y el rezago social.
