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Ensayo sobre la cultura

Los frutos de la lectura

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

Desde hace algún tiempo, la gran campaña de la lectura está en marcha y pareciera ser una moda que de repente surge sin saber por qué ni cómo y se trata de imponer contra viento y marea. Hasta ahora, no sé qué tan buenos resultados haya tenido. Considero que le falta dar a conocer las razones por las cuales quieren que se lea.

La primera razón sería el conocimiento. Todo lo que se quiera saber se encuentra en los libros. Antiguamente, se pensaba en las enciclopedias, pero éstas se han dejado de editar puesto que la tecnología nos ofrece una megaenciclopedia digital a la cual todo mundo puede acceder: Wikipedia. Advierten del cuidado que se debe tener por la calidad de la información que muchas veces puede ser falsa. En fin, hoy es la referencia de todo el mundo; pero esto es apenas el principio de la información, si en realidad surge el interés del conocimiento, hay que profundizar en los temas, y para eso ya hay que acercarse a los libros especializados; algunos de ellos podrán conseguirse en PDF a través de la Internet, hasta en forma gratuita.

Los libros de literatura sería un segundo nivel de acceso al libro. Aquí no es la mera información la que buscas, sino que además adquieres el placer estético que produce una palabra bien dicha, la sonoridad del lenguaje, el uso de los tropos y la representación del mundo a través de la subjetividad de un autor situado en una época y en un tiempo determinado. En este tipo de lectura vas más allá de saber qué es lo que pasa, interesa mucho el cómo se cuenta, lo que se llama el estilo del autor (aunque hay que reconocer que los libros científicos también tienen un estilo y un autor que nos cuenta).

La literatura tiene subdivisiones: la lírica, la dramática y la prosa. En cada uno de los campos, podemos encontrar subgéneros, o podríamos incrustar nuevas expresiones dentro de los viejos géneros: yo incluiría el guión de cine y televisión dentro de la dramática, ya que se ajustan a la definición de ser una obra escrita para ser representada; en el caso del teatro, en un escenario, en el caso del cine y la televisión, frente a una cámara.

En la prosa, podríamos encontrarnos con la novela y el cuento, y si la combinamos con la obra expositiva, el ensayo. Posiblemente, el cuento sea más antiguo que la novela, ya que existe desde tiempos inmemoriales, desde que los árabes andaban por el desierto contándose historias a falta de radio y televisión. De la novela tenemos referencias a partir del Renacimiento, aunque existen historias similares como la epopeya y las sagas, pero éstas estaban escritas en verso, puesto que era la forma de narrar de los juglares.

La novela cobra importancia a partir del siglo XVI y XVII, Ariosto y Boyardo serían los antecedentes de El Quijote, y antes de eso, toda la novela de caballería, Chetrien de Troyes el más famoso. Es en el XIX, cuando el cuento y la novela llegan a la cúspide, el cuento con Edgar Allan Poe y la novela con el Romanticismo, sobre todo el francés, aunque los antecedentes los vamos a encontrar en Inglaterra y Alemania con Walther Scott. El Siglo XX ve la plena madurez de este género con autores como: Faulkner, Proust y Joyce.

La lírica, o sea la poesía, ha acompañado al hombre desde siempre, desde que comenzó a cantar. Lo que no se entendía plenamente comenzó a ser representado por medio de la metáfora, y a través de ello, se daba una concepción del mundo. La Ilíada y la Odisea están escritos en verso, en hexámetros y cuentan las historias míticas que todos conocemos y a partir de ahí por medio del poema se contó todo lo que había que contarse.

Lo que importa en la poesía es la musicalidad, lo que conocemos como el ritmo, que se obtiene por medio de la rima y por la acentuación. Posteriormente, sin perderse el ritmo, que se obtuvo más por la acentuación que por la rima, cobró importancia la metáfora y el mundo de los tropos utilizado por el poeta. Hoy, el poema tiene que sonar y, aparte, debe representar. Han existido muchas corrientes experimentales poéticas, a partir de los simbolistas franceses, lo que conocemos por los ismos. Efímeros o no, enriquecieron la poesía que es más que la expresión de un sentimiento amoroso.

Y nos falta el teatro, pero por espacio lo dejaremos para otra ocasión porque hay que rematar: a fin de cuentas, ¿cuál es el fruto de la lectura? La información, un placer estético, una conciencia histórica, una vía de representación de tu mundo, la confrontación de las ideas, el enriquecimiento del humanismo, la delicia de la palabra y mucho más.

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