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Ensayo sobre la cultura

Me voy de vacaciones

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

Durante cuatro semanas andaré de vacaciones. De ser posible mandaré artículos sobre este viaje que voy a realizar; de no serlo, ya les platicaré de los lugares que habré de conocer. Nada nuevo, todo el mundo que ha podido, ha viajado y visto lo que yo veré.

Pero antes de irme, no puedo dejar de comentar la gran tristeza que me da el que hayan acabado con un espectáculo que en mi infancia era esperado anualmente: el circo. Sin animales, no es lo mismo, lo malo es que los animales nos los dejan en la política y habrá que seguirles manteniendo a pesar de que sus acciones afectan a la gente productiva de este país.

Para estar a la moda con el primer mundo, surgió la sociedad protectora de animales, y sin poner a funcionar la cordura, luchó con todo lo que le ha parecido crueldad animal; no con todo, sino con lo que ellos creen que es crueldad animal. Me parece que nunca han llevado clases de ecología, ni conocen de nichos, o les han platicado cómo en el reino animal unos animales dependen de otros, y si por alguna vía se evita que los depredadores de ciertos animales se multipliquen, entonces se logra que aquellas especies que se tenían controladas se conviertan en un nuevo problema al proliferarse sin control: se convierten en una plaga.

El hombre ha sido magnífico a la hora de afectar a la naturaleza. Si hay dinero, poder o fama, intentará conseguirla sin medir las consecuencias.

¿Qué tiene que ver el circo con lo que afirmo? Pues parece que es más la moda que los buenos propósitos; si de lo segundo se tratara, pondrían primero control a la manipulación biológica de la industria animal, porque eso sí afecta a la salud humana, aparte de ser en contra de la naturaleza de los propios animales. El uso de hormonas o de cualquier mecanismo antinatural para la reproducción o desarrollo de los ganados o para darles determinadas características, es más dañino que tener a un león amaestrado. Hay que preguntarse cuántas enfermedades de nuestro tiempo no habrán surgido en los laboratorios biológicos de la industria alimenticia.

¿Cómo se mata al ganado para obtener su carne y sus productos? ¿Cómo se les reproduce? ¿Cómo se les manipula? ¿Qué es lo que en realidad nos están dando a consumir como alimento que muchas veces ni siquiera cuenta con el sabor de antaño? Eso, nuestros legisladores no se lo preguntan. Hay mucho dinero en juego, y demagogia, por supuesto. Ni las tortillas son las de antes; bueno, pero las tortillas no son animales, pero son producto de un ser vivo que nace, crece, se reproduce y muere: el maíz. Y ya que estamos protegiendo todo lo que vive, vaya a resultar que cultivar cualquier especie vegetal va a estar prohibido, o tener flores de ornato porque las sacaría de la vida silvestre natural, o los jardines; o, siguiendo con los animales, los domésticos, los perros, los gatos (éstos son libres a pesar del dueño), los jilgueros, el pajarito que a la viejita le guste que cante en el zaguán; hay que liberarlos porque no es humano mantenerlos en cautiverio.

En tiempos como los que vivimos, donde importaría conservar una fuente de trabajo, parece ser que los políticos, con tal de obtener fama y fortuna, lo que menos interesa son los efectos que sus decisiones puedan tener. Maldita la cosa les va a importar acabar con la industria circense. Si ya hasta se oponen a que las carretas jaladas por burritos anden por la ciudad, porque son muy modernos; acabarán prohibiendo la charrería, las películas de vaqueros, los corridos de caballos, aniquilarán la caballería, los perros policías; para qué seguir enumerando todas las fatales consecuencias que pueden derivarse de las decisiones de nuestro Congreso.

Me gusta el circo, y qué. Me gusta la cultura de los toros, me gusta la charrería, los animales domésticos, los jardines de ornato. Son elementos culturales con los cuales crecí. Respeto a quien no le guste siempre y cuando respete lo mío.

Me disgusta tener que mantener tanto partido pequeño, a políticos que no son capaces de solucionar los problemas del país, soportar tanta decisión que hace más difícil la vida nacional.

Se acabó el circo, el león saltando, el caballo trotando, el changuito haciendo sus monerías, la señora jirafa. Vamos a entrar a una vida muy aséptica, y por lo tanto, inhumana.

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