Madero dio inicio a la gesta revolucionaria; los Magón fueron los grandes olvidados y a Ricardo lo dejaron morir en las cárceles americanas. Madero dio inicio a la independencia con un libro que se llamó La sucesión presidencial. Su grito de guerra fue Sufragio efectivo no reelección.
Para los legislativos actuales, a lo mejor el grito de Madero no tenía razón de ser porque ahora han dado marcha atrás permitiendo la reelección de los ediles. Tan jugoso resulta el puesto que no bastan con tres años de ejercerlo, o reelegirse en dos períodos no continuos. La codicia quiere más. Se imaginan ustedes a estos representantes del pueblo que por principio de cuentas reciben sueldos mucho más elevados que sus representados, incrustados por siempre en las cámaras legislando a beneficio de quienes les ofrecen regalos o prebendas dejando de ver el hambre de los pueblos.
La idea de la no reelección no viene de Madero. Ya los romanos pensaban que los puestos de poder deberían de durar sólo un año y no ser concedidos a la misma persona por dos consecutivos. Era una manera de limitar la codicia y el poder excesivo que ya con los reyes habían dado nefastos resultados. La experiencia de Tarquino no la querían volver a experimentar, y cuando llegaron los Césares, eso fue precisamente lo que sucedió.
Dicen que no hay que perder la experiencia de los legisladores, pero ya ven la situación en la que nos encontramos que para maldita la cosa nos puede servir esa experiencia.
Zapata se lanzó a la lucha con el grito de Tierra y libertad; Carranza, estando acorralado en Veracruz, retomó el mismo grito para contrarrestar la influencia de Villa y de Zapata que tenían tomada la Ciudad de México y le estaban urgiendo que tomara otro Ipiranga. Cuando Carranza llegó al poder, se olvidó un poco de la proclama de Veracruz y se puso muy enojado cuando Lucio Blanco muy confiado comenzó a repartir tierras en Tamaulipas. Hoy, el ejido ha demostrado su fracaso puesto que la corrupción lo hizo fracasar. El problema de la tierra siempre se ha discutido, recordemos a los romanos, para rimar, a Jovellanos en España. De ahí comemos, y si permitimos que la tenencia de la tierra quede en pocas manos, ¿a merced de quién estaremos en el futuro? Lo que pasa con el maíz y otras semillas en manos de algunos consorcios nos puede prevenir de los resultados.
Cárdenas es el punto final y lógico de la Revolución Mexicana. Nacionalizó lo que había que nacionalizar. Hoy estamos dando marcha atrás, permitiendo la inversión extranjera, con toda la demagogia que quieran, para que regrese a explotar nuestros mantos petrolíferos. Hemos demostrado ser malos administradores de nuestras riquezas. Han quebrado, y quedaron con pasivos que tiene que absorber el hambre del pueblo. Nos encontramos en una situación económica difícil y las opciones que se nos ofrecen no son las apropiadas.
Invitamos a nuestros primos del norte a que poblaran Texas, Nuevo México y California. En Latinoamérica, construyeron sus repúblicas bananeras, se apropiaron del Canal de Panamá, que fue una idea originada en Francia. El gran imperio sabe que hoy no es necesario anexionarse territorios, desde la banca se apropia de ellos. Este es un dato más, que ha pasado con la banca mexicana que ya no es nuestra; en lugar de pagarte intereses, te los cobra, además de todos los fraudes que se conocen a diario. También los romanos hicieron leyes contra la usura, mientras que los mexicanos han perdido su patrimonio por no poder pagar.
Nuestros legisladores se quieren perpetuar en sus puestitos. En la fila siguen los gobernadores, ¿hasta llegar a la presidencia de la República? ¿Quién sabe? Nos estamos dando cuenta de que nuestros revolucionarios estaban equivocados y por ello es necesario rectificar la Constitución del 17. Dicen que en los tiempos porfiristas, los pesos de plata tenían valor y la macroeconomía era boyante. Pero la microeconomía, o sea la del pueblo, no, en muchos estados se vivía en la esclavitud, Pinacotepa Nacional, por ejemplo, o los indígenas que mandaban a Sonora o Sinaloa por andar de revoltosos. Hoy, el sueldo mínimo es una burla para el trabajador mexicano. ¡Pero vieran qué buen negocio es tener un partido político!