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Ensayo sobre la cultura

Mes patrio

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

Comenzamos, de nuevo, un mes patrio, el de la Independencia. Octubre nos recordará el descubrimiento y noviembre, la revolución. Los tres meses en su conjunto nos remiten a reflexionar sobre la situación de nuestra patria y el rumbo que a estas alturas hemos tomado para acceder a un futuro que no augura mejoría en nuestro vivir cotidiano.

El nombre de nación y de patria ya no significa lo que significaba antes. La pretendida unidad de tiempos pasados no creo que exista. El sentido histórico donde se produce el orgullo se va diluyendo por la corrupción, por la falta de credibilidad que trae consigo la ausencia de confianza en quienes nos dirigen. Ni siquiera nos sentimos representados en nuestras cámaras. La política se ha convertido en un gran negocio. Los partidos son empresas que se aprovechan de nuestros impuestos para mantener unos cuantos quienes se enriquecen mientras el pueblo padece cada vez más problemas que no se solucionan.

Si en 1821 nos independizamos, ahora estamos abriendo los caminos para volver a ser dependientes. A lo mejor aceptamos que no hemos sido lo suficientemente adultos para hacernos cargo de nosotros mismos y estamos recurriendo al hermano mayor o a la imagen del padre para que nos tome de la mano y nos maneje la economía.

Se nos dice que las instituciones creadas para velar por nuestro bienestar como el seguro, o la jubilación, van para la quiebra y que un día de éstos tronarán. No fueron bien calculados y no se infiere la solución. Tenemos un ridículo salario mínimo, nada más para decir que existe alguno. El impulso a las fuentes de trabajo mediante el Tratado de Libre Comercio no fue la panacea porque entramos a competir a la mano de obra barata y bien se sabe que en ciertos países del mundo hasta se llega a la esclavitud; cómo enfrentar esa competencia si no es minimizando los sueldos al trabajador.

Estamos dando marcha atrás a las decisiones tomadas en el pasado. Abrimos las puertas para que la industria extranjera explote nuestras riquezas naturales. No sabemos qué hacer con las vías de ferrocarril que no hemos modernizado. Andamos buscando quien nos produzca electricidad y absorbemos una y otra vez las pérdidas debidas a la mala administración o a la voracidad de unos cuantos.

Por todos lados, se afinan las tenazas que nos siguen exprimiendo y no hay dinero para ayudar al sustento de las instituciones sociales. Estamos engañados por una modernidad absurda que se ha olvidado del hombre y nos dejamos seducir por las fuerzas falsas que aparentemente producen riqueza fácil, pero destruyen a la sociedad.

Por otro lado, está la amenaza del totalitarismo, aunque lejana, porque la división de la izquierda se ha convertido en el circo de las soberbias individuales cuya falta de unión las aleja del poder. El discurso político se queda en eso. Enfrentarse al futuro produce pavor.

¿Qué nos ha traído la Independencia? Nada más hay que pensar que venimos de dos imperios: el español y el azteca. Podemos presumir los resquicios arqueológicos de nuestros padres a quienes de paso negamos. Al no poder conquistar nuestro futuro brillante, nos hemos puesto a odiar a los conquistadores porque eran muy malos. Como Horacio lo proponía, nos hemos quedado en la mediocridad.

Después de todo, nuestros héroes son los que se quedaron en el camino: Hidalgo, Morelos, Zapata, Villa, Felipe Ángeles. A los que lograron algo, no les ponemos tantas veladoras: Iturbide, Díaz, Carranza. A los que afectaron intereses particulares, les lanzamos anatemas como a Juárez, pero más que nada, la mayoría del pueblo mexicano desconoce su historia.

Lo que haya escrito Sahagún nos vale un comino, al igual que Díaz del Castillo. Cortés no puede ser nuestro héroe y mucho menos los tlaxcaltecas; no nos han dejado conformar nuestro orgullo nacional con nada. Ahora, hemos tachado al general Cárdenas de la lista de los próceres, y haremos lo mismo con López Mateos.

En los tres meses venideros, deberíamos de pensar en la patria, por lo menos conocerla. Rescatar nuestros árboles de la vida, nuestra raza de cobre, plata y oro, nuestros cuerpos de barro y nuestro telar de la vida cotidiana; pensar que nuestra vida puede ser tan deliciosa como el mole; para qué conformarnos con las hamburguesas cuando contamos con toda la gastronomía mexicana.

¿Qué es ser mexicano? ¿Usted lo sabe?

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