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Ensayo sobre la cultura

Nuevas cadenas de televisión

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

A partir del siglo XVIII, los medios masivos de comunicación irrumpieron en la cultura, y digo el XVIII porque fue el siglo donde el periodismo hizo su entrada de manera de contundente. A partir del XIX, la sociedad comenzó a sufrir la transformación en industrializada. La fotografía inicia alrededor de 1830; el cine, en 1895; la radio en los años dieces del siglo XX hacia sus intentos para consolidarse como comercial a finales de los 20 y la televisión en los 40 pasa de su condición de experimental a ser una realidad.

En México, la primera televisora es la de los O'Farrill, el canal 4, después el 2 y posteriormente el 5. En el 56', surge la del Politécnico; en el 68', el canal 8 y el canal 13, que primero fue privado, para que en los años setenta pasara a convertirse en el canal de estado. En los años ochenta, las cadenas crecieron y algunos canales cambiaron de frecuencia. En los noventa, las televisoras de estado fueron vendidas, salvándose únicamente el canal 22 que se convirtió en cultural.

En los noventa, se repitió el fenómeno de la lucha de las televisoras que se había dado en los sesenta, cuando la televisión del grupo Monterrey se enfrentó a Telesistema mexicano. En aquella ocasión, se fusionaron en la etapa de los noventa, las televisoras se han dado con todo. Después, surgirá en la provincia Multimedios y a lo mejor otras televisoras independientes de las que poco se conoce; mas a grandes rasgos, las políticas de programación han sido impuestas por Televisa con el agravante que mucha de la programación es comprada en el extranjero para ser reproducida en nuestro país como si se tratara de una novedad, dando a entender con ello que el mexicano es incapaz de crear sus propios programas que reflejen su cultura y sus tradiciones.

Desde los años sesenta, instituciones como la UNESCO han considerado a los medios de comunicación como algo importante para detonar el desarrollo cultural de los pueblos. Desde antes, se ha considerado que los medios le han servido a la migración para aclimatarse y aprender a vivir en las ciudades que las acoge. Desde la publicidad y la política, se acepta la influencia de los medios en la voluntad de los compradores y los votantes; nadie podría negar las posibilidades que éstos cuentan como constructores o destructores de la cultura.

Desde los sesenta, Schramm propuso desde la UNESCO, utilizar la televisión y los demás medios masivos como un medio de introducir la manera de vivir americana en los países que consideraban del tercer mundo, visión con la que no concordaron los investigadores latinoamericanos, considerando que cada país tenía sus propios procesos de desarrollo donde habría que preservar la cultura propia. A la distancia, se ve que la visión de Schramm es la que ha prevalecido, y por ello la creatividad de los países como el nuestro se ha tenido que sacrificar en aras de los conceptos que se compran en países extranjeros, como los concursos de baile y canto, de preguntas y respuestas.

Este es uno de los tantos precios que hay que pagar por esta globalización en la que nos han metido. Creativamente, tampoco tenemos que aportar, aunque en el cine americano se esté dando muestra de lo que los mexicanos somos capaces de hacer. Así como dependemos de la tecnología, lo hacemos también de la creatividad, por este deber que nos han impuesto de amoldarnos a los paradigmas extranjeros. Se supone que ellos hacen mejor las cosas que nosotros, como alimentarse de hamburguesas.

Estando así el panorama, no sé en qué nos habrá de beneficiar tener dos redes nuevas de televisión, mientras que las políticas de los medios no cambien. Resultarán ser buen negocio para sus dueños sobre todo si se asocian con cadenas extranjeras. Se repartirán el pastel de la publicidad política; éste seguirá saliendo de nuestros impuestos. El pueblo mexicano, sobre todo el de ciertas etnias, seguirá siendo el gran ignorado y desconocido, así como nuestra historia y nuestros grandes aportaciones culturales.

No hay que ponerse muy eufóricos. Estamos a expensas de la libre empresa y del liberalismo brutal. La que saldrá perdiendo es la cultura mientras que no se legisle debidamente en este sentido.

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