Dicen que los valores son para guardarse en la caja fuerte, mas los valores morales y éticos no son capaces de caber ahí, y lo que vale es el esfuerzo cotidiano para realizar tu función social, aunque algunas cosas se guarden por su valor sentimental.
La polisemia es cuando una palabra tiene varios significados, y en español abundan. La palabra "valor" la podemos aplicar a muchas circunstancias y más o menos compartirán ciertas características. ¿Existe alguna definición que nos ayude a comprender la palabra valor? A lo mejor, también nos perdemos en el camino como con la palabra "cultura"; aun así, hoy más que nunca, se intentan rescatar los valores que se han perdido y todo mundo lo anda proclamando: ¡Hay que volver a los valores! ¿A cuáles valores?
La definición en el diccionario es muy extensa, pero con el fin de simplificar, diremos que se trata de algo que nos sirve para lograr un objetivo. El dinero tiene un valor de cambio, lo utilizamos para representar una capacidad adquisitiva. Los españoles, cuando vinieron a buscar oro, no lo hacían porque la piedra preciosa fuera muy bonita, sino por lo que significaba para poder obtener otros satisfactores o posición social; por ello, lo fundían sin importarles que con la fundición acababan con el valor estético de la pieza artesanal, de ese modo, les era más sencillo transportarlo.
Las cosas que tienen valor sentimental valen porque nos recuerdan algún pasaje de nuestra vida. Ese valor es subjetivo, el valor del oro es social y está a expensas de lo que la sociedad dice que vale, por eso puede ser más o menos según las circunstancias. Así entendemos la bolsa de valores, donde una acción sube o baja según este juego de comprar o vender o el supuesto de lo que pasará más tarde donde puede preverse carestía o abundancia.
¿Qué tienen que ver los valores morales y éticos con la bolsa de valores? Todo, están expuestos a lo mismo, a la subida y a la bajada según las definiciones sociales. El oro vale porque alguien dijo que valía y lo tomamos como patrón de los valores económicos; es una referencia para el propio valor de la moneda. La sociedad así lo definió. Lo mismo pasa con el valor ético y moral, cuando culturalmente defines tu sentido de la vida, defines los valores que nos sirven para lograrlo. Por ello, cuando cambia la cultura, cambia el valor de muchas normas morales y éticas, aunque muchas de ellas se mantendrán en términos generales. Me dirán que el valor moral es extrínseco, yo que pregunto, ¿qué tanto? Y me refiero al no matarás. En la cultura náhuatl, mataban para alimentar a sus dioses y obtener a cambio sus favores. En la guerra, se mata al enemigo, y las guerras pueden llegar a ser santas, como Las Cruzadas, aunque el no matar tenga como fin preservar la especie. A diario, consumimos el cadáver de algún animal para alimentarnos. A los vegetales también los matamos a su debido tiempo para hacerlos ensalada. Estoy de acuerdo, que en los últimos tiempos hemos llegado a los excesos. La vida ya no tiene el valor de antes; también en La Conquista, el valor de la vida del indígena se supeditó al deseo del conquistador de tener oro; en Norteamérica, los aniquilaron para quedarse con sus tierras.
Volvamos a lo de la bolsa de valores éticos y morales. Para recuperar el valor de estos dos paradigmas, hay que redefinirnos los propósitos culturales. Cuando compramos la idea del liberalismo y de la sociedad de consumo, dimos al traste con los viejos valores. Cuando definimos al ser por lo que tiene y no por lo que es, hicimos lo que en la época de la conquista, lo lanzamos a que obtuviera el oro, de la manera que fuera, contra quien fuera y sin importar lo que tuviera que aniquilarse en el camino.
Hoy, ¿quién va a recuperar los valores viejos si por todos lados nos vemos traicionados? Ni el político ni el sacerdote, con todos los escándalos de los últimos tiempos, creo que tampoco el maestro. La descomposición social es tal que ya no existe la confianza en nadie ni en nada.
Por ello, de alguna forma, habrá que encontrar los valores perdidos.
