MITOLOGÍA
El mito fue la primera explicación que se tuvo de la realidad. Los cuentos construidos sobre la creación del mundo, cimiento en donde se edificaron las grandes culturas y que dieron como resultado las civilizaciones que hoy nos azora conocer. Aunque se haya sabido que los cuentos mitológicos no eran ciertos, de todos modos la referencia a ellos es continua como si se quisiera que lo fueran, que en alguna parte existiesen los olimpos, los cielos, los infiernos, los semidioses o los dioses que en ellos habitaran.
Y si esto no es suficiente, las utopías son una especie de continuación. El mito planteaba la suposición del mundo hacia el pasado y la utopía lo hacía al futuro. Los mundos posibles perfectos desde la época de los griegos con Platón y Aristóteles, por lo menos en la hoja de papel. Lo mismo sucedió con las utopías del Renacimiento, como la de Tomás Moro que Vasco de Quiroga tomó como modelo para implementar en Michoacán cuando fue obispo.
La imaginación de una sociedad perfecta nos trajo a la democracia, que de alguna manera o de otra, ya se había tratado de implementar en varios tiempos históricos: En Grecia, en Roma, en Italia, hasta que por fin gracias a la Independencia de los Estados Unidos y a la revolución Francesa, es el sistema de gobierno más aceptado actualmente.
El hombre se ha dejado llevar por sus fantasías y muchas de ellas las ha vuelto realidad o le han servido para contrarrestar los malestares que la propia vida le infringe. En el siglo XIX, un novelista, Julio Verne, ya se imaginaba los mundos posibles y muchos de los adelantos que hoy vive el mundo fueron sueños imaginarios del pasado o simples juguetes que no interesaban a la gente adusta y racional.
El mundo en que vivimos sigue recurriendo a la ficción, a lo imaginario, a lo irreal. Los inventos que salen a la luz a diario nos vienen a cambiar la vida. Ahora, no se concibe al hombre sin que tenga un celular en el bolsillo, es indispensable tener una conexión para la Internet. La realidad digital hace cincuenta años era materia de la ficción; en la bolsa de valores, muchos de los negocios lucrativos tienen su fundamento en la fantasía.
Se habla del imaginario colectivo y a esto se le pueden dar muchas interpretaciones. Podríamos definirlo como lo que la gente cree que son las cosas. "El dinero da la felicidad", es un imaginario colectivo, o las dietas rápidas, o el triunfo sin esfuerzo.
Hay nuevo mundos mitológicos, los que los medios de comunicación masiva nos ofrecen. Pretenden morar en el mundo de la fantasía que sólo divierte a los niños y a los jóvenes. Están ahí y se han convertido en grandes negocios. Las historias que comienzan en los comics, se adaptan para el cine y por fin llegan a los videojuegos donde imponen sus condiciones. Es un mundo que atrapa y en el que, por medio de la computadora, puedes participar, para hacer que triunfe tu héroe, vencer al enemigo, pasar el rato, comentar de las novedades de las historias que están constantemente fabricándose para el consumo masivo.
El mundo de la mitología plantea una historia que contiene personajes, conflictos, clímax y desenlaces, al igual que en el mundo de las novelas, de las películas. En el pasado, el pueblo participaba en las representaciones a través del coro. En la actualidad, lo hace por medio de palancas y botones. Si en la antigüedad los dioses habitaban el olimpo, hoy en "la nube" habitan las relaciones humanas, y también como Platón situara la realidad en el mundo de los éidos o las ideas, toda la sabiduría la podemos bajar de esa misma "nube", de la cual dependemos cada vez más.
La realidad vestida de ficción, un adelanto de lo cual nos habían hablado las novelas futuristas y no creíamos o que considerábamos que era diversión para los chicos. Ya no tanto. El mundo digital es una muestra de ello. Nos comunicamos a través de máquinas, con mensajitos, no con las personas reales. Nos encerramos en los submundos que nos ofrecen las computadoras, y ésta es una de tantas maneras de escapar de nuestra realidad.
Nos es imposible desprendernos del Windows, ya hasta nos resuelve muchas de nuestras incapacidades ortográficas. Entramos a una nueva etapa de mundos mitológicos, de utopías, de posibles progresos, pero aún nos es imposible resolver nuestros problemas cotidianos.