La literatura está considerada como el mundo de la ficción, entendiéndose como esto las narraciones que no son reales. A partir de personajes imaginarios, en situaciones imaginarias, se presenta un conflicto que de alguna manera o de otra se resuelve, según los deseos de un autor. Leemos las obras a sabiendas de que no son reales.
La ficción la podemos anteponer al mundo de la realidad. La prensa nos narra a diario lo que pasa en la realidad y podríamos decir que en ambas narraciones existen elementos similares: las personas que participan en la información noticiosa se asemejan a los personajes y ellos también están enfrentados a un conflicto que de alguna manera o de otra se resuelven. Hay periodistas que aplican los estilos literarios de la ficción para narrar las noticias, intentando imprimir con ello interés a la realidad y conseguir con ello lectores. A la realidad se le da tratamiento de ficción y se le llena de interés.
La ficción puede volverse como espejo de la realidad, o como representación de la misma. A través de unos hechos ficticios, se intenta hablar de lo que pasa en la realidad; también, puede ser que se narren hechos reales combinándolos con elementos de ficción, lo que sucede en la novela biográfica, con pocas o muchas libertades que se tome el autor. Algunas veces, al terminar de leer una novela que se supone es una biografía de algún personaje histórico, te das cuentas de que ciertos personajes eran inventados y a lo mejor llamaron tu atención y quisieras que fueran reales.
A lo largo de la historia de la literatura la ficción y la realidad, se llegan a confundir; desde el mundo de la mitología con tantos dioses y héroes, se piensa que muchos de ellos existieron o hubieras querido que existieran o se empeñan en demostrar su realidad; algún fanático lector de la Ilíada no se conformaba con que la aventura estuviera circunscrita en la mitología y quiso demostrar que Troya existía ahí en donde el libro lo decía y logró descubrir las ruinas de una ciudad semejante a la de la novela.
La ficción también puede adelantarse a lo que la realidad puede ser o se puede convertir. Una de las genialidades de Julio Verne fue dibujar las posibilidades de un futuro en donde la tecnología daba nuevas opciones para la vida cotidiana, como vivir de los productos del fondo del océano, o inventos que facilitarían la forma de vivir.
Pero también las novelas futuristas pueden presentar el lado negativo de la sociedad, donde el ser humano pierde sus cualidades para convertirse en una especie de máquina o de robot para convertirse en pieza de una maquinaria a la que sólo le interesa la producción eliminando todo contacto sentimental y personal con las personas que le rodean. Este es el sabor de boca que dejan novelas como un Mundo feliz o 1984, o Rebelión en la granja o, en otro ámbito, El señor de las moscas.
Realidad y ficción entonces están hermanados. Podemos entender que la ficción es un espejo de la realidad y se copian las estructuras paradigmáticas. Desde el principio, la lucha entre los dioses afectaban a los hombres y la lucha entre los hombres lograba que en el cielo de los dioses estos se pusieran del lado de uno u otros. También, aquí podríamos referirnos a la proposición religiosa de que el hombre está en una etapa de prueba que debe superar para llegar a obtener un premio en un mundo posterior donde se eliminará el conflicto. La vida tiene un desenlace como en el mundo de la ficción, que puede ser trágico o benéfico, eso dependerá de cada historia.
Llega un momento en que no se llega a saber si el mundo es parte de la realidad o de la ficción; huimos de la realidad escondiéndonos en la ficción, por eso el cine tiene estupendas entradas, porque será otra manera de vivir la realidad, sin que nos demos cuenta de que la industria sólo le interesa cuanto cumula, por concepto de entradas, en la primera semana. También, podemos hundirnos en la realidad al entrar en el mundo de las novelas en búsqueda de este hombre tan enigmático al que descubrimos cantidad de caras. Una pregunta queda de tarea: el discurso político que es, ¿ficción o realidad?