La vida se construye a base de ciclos; cuando se termina uno, se recupera la esperanza del nuevo que vendrá y se hacen los propósitos con el fin de que resulten mejores. Si no pensáramos en estos ciclos, a lo mejor nos hundiríamos en una profunda depresión y se extraviarían las ganas de vivir. Los ciclos, por lo menos, nos sirven para eso; aunque, últimamente no nos ha servido de mucho ni el cambio de año ni el cambio de siglo porque al parecer vamos de mal en peor.
¿Es inútil pensar en un nuevo año como la oportunidad de mejorar nuestra situación? Yo creo que no, porque es precisamente el momento de reflexionar sobre nuestro modo de vivir y buscar sus soluciones. Tal vez el que no lo hayamos encontrado se debe a que no hicimos lo necesario para obtener lo que queríamos y hemos dejado siempre que las cosas sucedan porque otros las hacen y no porque nosotros lo provocamos. Cuando permitimos que sean los otros quienes remedien los problemas, la solución de ellos no está en nuestras manos y nos conformamos con decir que la culpa la tienen otros; pero cuando ponemos en nuestras manos la solución de los problemas, entonces sí, podemos hacer algo porque será nuestra voluntad la que actúe para que se resuelva.
En nuestro país, hemos buscado que sean los otros quienes actúen y los hemos dejado hacer porque a nadie le interesa meterse en más problemas de los que tiene y entonces nadie dice nada ni nadie hace nada; sólo nos quejamos y el quejarse es admitir una derrota o gritar a los cuatro vientos que aquí estamos para que exploten nuestras necesidades y todo mundo pesque a río revuelto.
El ser ciudadano no significa nada más votar; significa vigilar y exigir, pero al mismo tiempo, cumplir con nuestras obligaciones. La mayoría de las personas sólo hace lo que les conviene e intenta engañar a las personas haciéndose pasar por la víctima.
¿Por qué los ciudadanos que pagan sus placas y los impuestos que implica tener un carro han soportado por tanto tiempo los carros "chocolate"? El automovilista cumplido no se queja de que uno que busca sólo su conveniencia, use sus calles; en cambio, el dueño de los autos "chocolate" se queja, y se asocia con otros de su misma condición para que la autoridad no pueda hacer nada contra ellos, haciéndose la víctima. El problema ha crecido tanto porque los que tienen derecho a protestar no protestan o no se asocian y permiten que las cosas pasen.
Si no cumplimos con nuestra parte de ser ciudadanos, ¿con qué cara vamos a protestar? Muchos hacen de esto un negocio, protestan contra todo para obtener algo o intentan hacer un partido político para obtener una subvención por parte del gobierno.
Son demasiados problemas que existen en el país para seguir estando inactivos. Hay que aprender de los que tienen voz y la usan para fines benéficos y hay que observar a los asquerosos que se aprovechan de las necesidades ajenas y las explotan a su beneficio. ¿Ustedes creen que el dinero que recolectan los grupos que se están apropiando de las carreteras nacionales para pedir en beneficio de los muchachos de Guerrero, lleguen a las manos de las familias necesitadas? Lo dudo, y sin embargo se sigue permitiendo que lo hagan para no meterse en más líos.
Los únicos capaces de resolver nuestros problemas somos nosotros mismos, nadie va a venir a resolverlos. Todos los posibles líderes de buena voluntad nos han defraudado. Lo que no hagas tú por ti, nadie lo hará, pero no puedes hacer lo tuyo perjudicando a los demás. Lo único que estamos logrando es destruir lo que nos queda de sociedad. Un Año Nuevo comienza y es aquí donde se hacen los propósitos que nunca cumplimos. Pues aunque no los cumplamos, por lo menos hagamos el propósito de poner el grano de arena en la construcción del bienestar social y exigir al que tiene la obligación de que cumpla con su parte. Ojalá y el año que viene sea posible que hagamos de él un buen año. Está en nuestras manos de construir la felicidad. Si depende de nosotros, lo haremos.
