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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

Drama y melodrama

José Luis Herrera Arce

Si nos enfocamos a la literatura de ficción como representante de la realidad, tenemos que considerar a su hermana casi gemela que es el melodrama. Parece representar a la realidad, pero sólo finge hacerlo porque nunca profundiza y se basa en el estereotipo. El drama intenta analizar el alma de los hombres y enriquecerla con su conocimiento. El fin del melodrama consiste en divertir, provocando una experiencia emocional que nunca llega a intelectualizarse.

No todos los melodramas son malos ni todos los dramas son buenos. Hay melodramas que podríamos elevarlos a la altura del drama, así como obras que intentan ser serias dentro del género dramático y que hay que bajarlas a los sótanos del drama, porque no van más allá de ser cursis en un tiempo en que la cursilería ha dejado de estar de moda.

El melodrama nació en el siglo XIX como un género periodístico. Para estar al día, diremos que es un producto de la industria cultural. Está emparentado con la novela de folletón, o es otro de los tantos nombres que se les da, publicaciones periódicas a base de capítulos que mantenían el interés de la gente dejando narraciones inconclusas con la palabra mágica de "continuará".

Si le queremos encontrar abuelos al melodrama, podrían ser los mimos del drama, los trovadores y juglares que mantenían entretenidos a las cortes con sus historias que narraban epopeyas. Los bisabuelos pueden remontarse a las mismas historias contadas por los griegos, de ninguna manera consideradas como melodramas, sino dramas auténticos, que llegan a la tragedia. Una de las características es que los relatos se continúan y retoman personajes de historias que les anteceden y son un subproducto de las propias mitologías que los pueblos construyen para explicar el origen del mundo y del hombre y su razón de ser.

No nos vayamos tan lejos, hagamos regresar al drama y al melodrama al siglo XIX donde convivían con toda libertad compartiendo los espacios periodísticos; bien se sabe que Honorato de Balzac, y muchos otros escritores de su altura, publicaba en los periódicos su voluminosa obra "La Comedia Humana".

¿Cuál diferencia se puede establecer entre las historias de Rocambole de Du Terrail y Los Miserables de Víctor Hugo? Los literatos doctos pondrán el grito en el cielo y dirán que existe mucha diferencia entre un producto de la industria cultural y una de las grandes obras clásicas que se produjo en el siglo XIX por los considerados como la máxima pluma de aquel tiempo en Francia, el señor Hugo (es el apellido). A mí, personalmente, me apasionó la lectura de las dos en cuanto entretenimiento, y algo de esto último debe de tener la obra de Los Miserables para haber sido llevada al cine y al teatro musical como ha sido llevada. Podríamos seguir enumerando y enfrentando entre sí a autores: "Los Secretos de París", "El Judío Errante", contra "El rojo y El Negro", "La Cartuja de Parma". La diferencia se los dejo a los críticos. Como lector, me entretienen ambas partes y de las dos me quedan girones del tipo de vida de otros tiempos y algunas cosas que se pueden aplicar a estos tiempos.

La novela de Manuel Payno, "Los bandidos de Río frío", ¿en qué lado lo clasificaríamos? Me tiene sin cuidado, presenta una estampa del siglo XIX como lo hace también "El Periquillo Sarniento", la primera novela mexicana, "Astucia" de Luis G. Inclán. México habla y nos dice que lo sufrido hoy también se ha sufrido en el pasado.

Algunos se ponen sus moños en las calidades literarias haciendo énfasis en la forma que puede ahogar al fondo. A otros, no les importa la forma y la destruyen porque intentan hacer presunción de un fondo que nunca se concreta (en ello consiste la cursilería). No veo los modelos literarios desde el punto de vista del crítico, sino del punto de vista del lector. Para entrar en la lectura, lo primero que hay que buscar es la acción y el melodrama es experto en el manejo de la acción, tanto física como emocional.

Todo hace falta en esta vida. Con el tiempo se tiene que ser más exigente con las lecturas, pero un niño no puede comenzar leyendo al Quijote, no lo entendería, puesto que no tiene las herramientas para ello y le aburriría porque no habla de su mundo, su fantasía y su tiempo.

Fondo y forma encontrarán la relación perfecta en el arte; para llegar a ello, el cómic es uno de los primeros escalones. Como recuerdo y agradezco que mi padre los domingos nos comprara cuentos de Disney y los de Memín "Pinguín". Ahí ha de haber comenzado mi vicio por la lectura. A las grandes obras, llegué a lo mejor tarde, pero llegué.

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