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Ensayo sobre la cultura

Las novelas de las que nos enteramos

José Luis Herrera Arce

Allá por Kiev, sería la primera novela. Dicen que el malo es Putin y sus intentos de invadir un país que se enfrenta en conflicto porque quiere desprenderse de la tutela rusa para hacerse socio de los países europeos, a su vez aliados a los Estados Unidos.

Otra novela se lleva en nuestro propio continente. En Venezuela, la gente está inconforme con Maduro, político que a su vez le echa la culpa de su mala fama a los medios de comunicación masiva. La lucha entre los bandos es entre el socialismo al estilo Chávez y el capitalismo americano; otro país más al que Dios lo bendijo con los pozos petroleros del cual todo mundo quisiera apoderarse.

Por si eso fuera poco, en nuestro propio país vivimos el cuento cotidiano de los cambios drásticos que ha estado sufriendo nuestra Constitución, provocados por el mismo partido que tiempo atrás defendió los principios revolucionarios, o que dieron en llamar revolucionarios y que ahora pareciera habían estado equivocados porque con las enmiendas se da entender un claro: "Perdón, nos equivocamos", vamos a permitir la inversión extranjera para salir adelante y crear fuentes de trabajo.

Por lo pronto, se nos ha dicho que todo esto tiene como fin el que paguemos menos por los servicios cotidianos: la luz y la gasolina, el gas, por supuesto. En lo que llevamos del año, el desliz de los precios sigue en aumento y cada mes sentimos todos los "azos", que cuando las palabras terminan con tal declinación significan golpe, principalmente a la economía familiar que no ve la suya.

Las nuevas historias, que más bien parecerán cómic, van a ser las relacionadas con las elecciones políticas, que este año nos toca renovar la Cámara de Diputados. Dentro de poco, comenzarán a aparecer hermosos rostros engalanando los espectaculares que pululan por la ciudad, con grandísimas promesas de un futuro prometedor. Algunos de ellos ya han ocupado puestos políticos, y según nos refresca la memoria la prensa, no hicieron nada para poner en claro las cuentas del pasado, o como siempre, permitieron los maquillajes porque a pesar de la carencia aquí no pasa nada y todo va viento en popa, se vive tan a gusto que las noticias malas que sitúan al estado como uno de los más sangrientos, es cosa solamente de los periódicos que insisten en publicar ese tipo de noticias.

Nuestros políticos saben muy bien que el pueblo no tiene memoria y no la tienen porque no le permiten a ciencia cierta enterarse de nada. A los pobres, se les engaña haciéndoles creer que se les regala, como si estas personas que se dedican a saltar de un puesto público a otro tuvieran los bolsillos llenos de billetes y fueran tan dadivosos que no acaban de repartir nunca lo que tienen.

Los que sí tienen memoria e indagan un poco en la vida cotidiana del país, saben que ahora, más que nunca, nuestro querido gobierno se ha propuesto cobrarnos hasta la sonrisa. Antes se hablaba del impuesto de puertas y ventanas. A alguno se le habrá ocurrido la genialidad de cobrar impuesto por el aire respirado. Las cosas no llegan a tanto, pero si los contribuyentes se encuentran en un nuevo laberinto hacendario que primero habrá que entender para no equivocarse para después andarle buscando puertas por donde poder escapar.

Ah, se me olvidaba decir, que el dinero que tanto se reparte y algunos hasta se reparten, sale de ahí, por eso se tiene la necesidad de cobrar cada día más con el fin de tapar los pozos que otros han dejado abiertos.

Cuentos, al hombre lo visten con cuentos. Eso decía León Felipe, uno de los grandes es querer hacernos creer que abriendo las inversiones del sector petrolero nos va a ir bien.

No acabamos de digerir el cuento de los cientos de maquiladoras que iban a servir para crear fuentes de trabajo. No acabamos de olvidar el cuento de las compañías petrolíferas americanas contras las que Lázaro Cárdenas actuó. No acabamos de olvidar la pérdida de la mitad de nuestro territorio por dejar entrar a los americanos. No acabamos de recordar la invasión americana y la francesa, cuando ya estamos poniendo los manteles largos invitando a que vengan a servirse de nuestro gas.

Y luego del cuento, viene el drama Kiev y Venezuela, que debería de servirnos de lección; más bien, dicen que nadie experimenta en país ajeno. Las cosas suceden por la apatía de los pueblos. La democracia se vuelve permisiva, no es el gobierno de los pueblos se ha convertido en la especialidad de algunos cuantos políticos que se repiten en los puestos y acaban obteniendo fortunas millonarias, mientras, los que se mueren de hambre, son los mismos.

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