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Ensayo sobre la cultura

La imaginación y el mito

José Luis Herrera Arce

La imaginación siempre le ha servido al hombre para explicarse la naturaleza. Fue el primer método que descubrió para encontrar el sentido de las cosas. La base sobre la cual estructuró toda una cosmogonía que abatió el caos, lo que no tenía sentido, y por medio de lo cual encontró una finalidad en su propia existencia.

Fue la imaginación que se puso a funcionar, a causa del primer azoro, cuando se fijó atentamente en el universo que apenas podía percibir con su mirada. Con ella, quiso encontrar relaciones entre lo que pasaba en el firmamento y los ciclos de la naturaleza. Fue así como comenzó a deletrear lo que decían las estrellas y se quiso contar historias que se refirieran al principio del mundo y percibió seres que vivían más allá de sus sentidos y se relacionó con ellos, y la comunicación establecida, de una manera o de otra, le funcionó.

Las grandes culturas desarrollan grandes complejos mitológicos que se expresan en diferentes manifestaciones humanas, como son la escultura, la arquitectura y la pintura. La primera pregunta que intentan responder los mitos es el principio al que nadie asistió, mas la imaginación ha suplido esa deficiencia y se lo inventa por medio de una historia que aún hoy sorprende por más modernos y científicos que nos queramos creer.

Y precisamente, muchas de estas historias comienzan con el caos o con la nada, y a partir de eso, surge el tiempo y la tierra, o surge la organización de los elementos que le dan una finalidad al mundo. Cronos, Rea para los griegos, son los primeros dioses, las representaciones del tiempo y de la tierra. En otras culturas, serán las sucesiones de los soles y los diferentes hombres, los dioses que intervienen para formar la vida, la naturaleza, al hombre y a su modo de sobrevivir.

Los mitos existieron y comenzaron nuestra complejidad cultural. Lo que no tenía explicación se pudo explicar y las cosas funcionaron bien aunque muy posteriormente nos vinieron a decir que todo aquello eran mentiras.

Por medio del mito, se representó lo que de algún modo u otro estaba en la conciencia y no teníamos otra manera de definir.

Así es como de la noche surgen los cuatro dioses que se reúnen alrededor de una hoguera para darle vida al quinto sol, que es la era en que vivimos, y después crear al hombre con los huesos extraídos del inframundo.

Lo imaginaron y nosotros nos azoramos con lo que ellos hicieron a partir de su imaginación, la forma tan matemática en que construyeron sus ciudades por haber encontrado la organización del universo, por la pura observación. La forma en que se relacionaron con la naturaleza llamándole espíritu a lo que fue posteriormente la ley natural.

El mito sirvió para que nuestra cultura evolucionara. Después vino el ritual, la ceremonia, el modo práctico de vivir esa relación, encontrándole un sentido de ser a la vida y a la existencia, a los ciclos anuales que en cada comienzo llenan de una esperanza a la vida, puesto que la naturaleza siempre resurge después del duro invierno y florece para ofrecer al hombre su manutención.

Ahora, nos hemos llenado de tanta ciencia que nos olvidamos de cuando éramos crédulos e incautos. La soberbia nos invade al llenarnos de tecnología que muchas veces impide la relación con las personas cercanas. Pensamos que hemos destruido a la cultura imaginada, pero nos equivocamos porque las historias siguen existiendo en la literatura, en las películas, y, escasamente, en la televisión. Necesitamos imaginar por qué la vida llana nos sabe desabrida, y nos entregamos a la zaga de los superhombres o del melodrama, o de la ficción que se vive en el facebook y demás tecnología. Si no son los dioses, son los amigos que nos sacan de nuestra vida de aburrimiento en el salón de clases o a la hora de la comida. Necesitamos imaginar nuestra modernidad y entregarnos a los mitos y los rituales que se desprenden para seguirle dando un sentido de ser a nuestra existencia, aunque pensemos que la imaginación y la ficción no tienen cabida en la modernidad. Siento decirles, de ahí viene.

Julio Verne ya se había imaginado esto que vivimos y como él, otros. El nombre imagina antes de crear y para ello tiene que sorprenderse ante la posibilidad de dar existencia a lo que no existe y hacerlo existir. Llámese arte o ciencia, es lo mismo. Crear lo que no es. Esto es cultura.

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