Según dicen, las leyes secundarias de la nueva ley que legisla sobre los medios de comunicación, no dejan que los medios bajo el régimen de permisionaria puedan comercializar sus tiempos parea obtener una independencia económica, con lo cual también conseguirían una independencia administrativa. Con esto, se les amarra a quien les permite subsistir, o sea al gobierno, con lo que el acceso a ellos también estaría restringido a lo que el poderoso quiera, con lo cual, la nueva ley de comunicación sólo resultó ser puro atole con el dedo.
En la actualidad, la gente se informa a través de los medios audiovisuales. El periódico está pasando a la historia, como quieren hacer pasar al libro. Es en el cine y en la televisión donde el ciudadano se entera de lo que pasa en el mundo y obtiene elementos culturales que lo relacionan con la sociedad. Es en estos canales de comunicación donde se aprenden los valores que mueven a la sociedad.
En la Edad Media, la iglesia se preocupó por recoger todo aquel libro que significara una desviación a las verdades predicadas por ella con el fin de evitar los grandes sismas que se vivieron alrededor del Siglo III y IV. De esta forma, se protegía a la fe evitando la disidencia en el pensamiento. Hoy sabemos que eso fue desastroso para la civilización, ya que hubo un estancamiento de cerca de nueve siglos en el pensamiento occidental.
Lo mismo sucede en los países totalitarios donde el férreo control político vuelve esclavos a los ciudadanos y se les persigue por el hecho de no estar de acuerdo con lo que el poder dice. Por lo general, son sociedades que no evolucionan y se quedan en el atraso y se les hace dependiente de una voluntad superior.
Si se restringe la libertad de expresión, que dificultar la independencia económica de los medios de comunicación es restringir su libertad, entonces lo que se intenta controlar es lo que se dice en ellos, que viene a ser lo mismo que se hizo en la Edad Media o que se hace en los países totalitarios. Esto solamente llevará hacia el atraso según conveniencia de la oligarquía en el poder.
La Constitución Mexicana, artículo sexto y séptimo, nos da derecho a ser informados y a que se nos informe con la verdad; también nos da derecho a la libre expresión, lo cual significa que se pueda acceder a los medios para expresarnos. Pero si ese derecho lo vamos a supeditar a aquéllos que tengan las capacidades económicas o el poder de acceder a los medios, resulta injusto y en contra del espíritu de la Constitución. Si las leyes secundarias quedan como se pretende, cuando se diga algo que incomode a alguien, simplemente se le quitará el apoyo económico para que se dificulte la subsistencia y mueran.
Nada más hay que ver lo que los medios nos ofrecen el día de hoy y como conforman la cultura nacional. Bajo el pretexto de que divierten, la calidad de los contenidos es sumamente baja. Pareciera que el pueblo no tiene el suficiente cerebro para comprender temas trascendentes o de acceder a manifestaciones estéticas de mayor calidad. Hasta la creatividad en los programas de diversión brilla por su ausencia. Se compran conceptos de otras partes porque al parecer el mexicano no posee inventiva para diseñar sus propios modos de diversión.
Lo mexicano se ha eliminado de los medios. Si el mariachi subsiste es que fue inventado por el primer Azcárraga, o por lo menos, reinventado. De ahí en más, culturalmente nos han hecho dependientes de la chatarra, como lo somos también de la comida rápida y así nos quieren mantener como un medio de control.
Y luego se quejan. Critican la obesidad cuando son culpables de ella. Los medios son los que nos enseñaron a alimentarnos como se hace en el primer mundo, con mucha salsa cátsup y carne de hamburguesa de desperdicio, puesto que consumir chiles en nogada no resulta de mucho abolengo.
Mientras que se impida la diversidad en la opinión no saldremos del atraso. Esto sólo conviene a los que se encumbran en el poder político y económico y quieren permanecer ahí eliminando la frase de Madero: No reelección.
Desgraciadamente, el futuro parece no augurarnos nada bueno. Somos un país de mano de obra barata que frente a China no tenemos nada que hacer. Se están poniendo en riesgo el control sobre nuestras riquezas naturales. Nos quieren impedir pensar.
