Acciones. Busca Barack Obama terminar con el espiral de violencia generado en Missouri por la muerte de un afroamericano. (EFE)
La espiral de violencia que se ha extendido durante casi una semana en la localidad de Ferguson, en los suburbios de San Luis Missouri, obligó ayer jueves al presidente Barack Obama a demandar mesura a la policía y contención a la comunidad afroestadounidense que se ha enfrascado en una racha de marchas y protestas durante cinco días, tras la muerte de Michael Brown, un joven de raza negra de 18 años, que ha colocado a esa localidad al borde del estallido social.
"Es tiempo para sanar las heridas. Para pacificar las calles de Ferguson y para que se haga justicia", aseguró el presidente incapaz de resistir las presiones de quienes le exigieron suspender momentáneamente sus vacaciones y dar un paso al frente ante el ambiente de caos y de violencia que se ha vivido en la localidad de Ferguson, en los suburbios de San Luis Missouri. La intervención del presidente, en busca de un ambiente de serenidad y conciliación, sólo confirmaba ayer jueves que la rabia y la sed de justicia de la comunidad afroestadounidense será difícil de contener con el uso exclusivo de la fuerza policial que sólo ha conseguido empeorar el clima de caos e ingobernabilidad en una ciudad que parece haber retrocedido las manecillas del reloj, con escenas más propias de la década de los 60 en Alabama o Louisiana.
Tras la muerte del joven de 18 años de raza negra, los aparentes intentos por encubrir al policía responsable y el torpe manejo del jefe de la policía y el alcalde, el gobernador del Estado, Jay Nixon, se veía obligado a trasladarse a Ferguson para tratar de sofocar a una localidad al borde de una guerra civil.
"El presidente me ha pedido hacer un esfuerzo a favor de la paz y la justicia. Nos ha ofrecido asistirnos en todo lo que sea necesario para esclarecer la verdad y que se haga justicia", dijo Nixon.