Tragedia. Los buzos recorren la mitad del ferry hundido en donde murieron alrededor de 250 personas. (EFE)
El transbordador Sewol superó la capacidad máxima de carga permitida en 246 viajes -casi todos los que hizo en los que reportó su cargamento- durante los 13 meses que pasaron antes de hundirse, según los documentos que patentizaron la violación regular que permitió que centenares de pasajeros usaran un navío que no había sido diseñado para ese exceso de carga. Quizá en su último viaje estuvo más sobrecargado que nunca.
Una firma privada relacionada con la industria de la navegación registraba los pesos y otra establecía la carga límite, pero al parecer ninguna de ellas tenía idea de lo que hacía la otra. Esas son solamente dos partes del sistema marítimo que traicionó a los pasajeros el 16 de abril, cuando se hundió el ferry, dejando más de 300 muertos o desaparecidos.
El desastre puso al descubierto enormes lagunas de seguridad en la vigilancia de los barcos nacionales de pasajeros, que en cierta forma es menos rigurosa que las normas de las naves que solamente transportan carga.
Colectivamente, los organismos reguladores del país tuvieron suficiente información para concluir que el Sewol era sobrecargado rutinariamente, pero al no compartir la información, no estaban obligados a ello, así que eran prácticamente inútiles.
El organismo coreano de navegación examinó al Sewol a principios del año pasado cuando estaba siendo rediseñado para llevar más pasajeros. La entidad redujo la capacidad de carga del navío en más de la mitad, a 987 toneladas y dijo que necesitaba llevar más de 2,000 toneladas de agua para mantener el equilibrio.
Sin embargo, el organismo entregó su informe solamente a la empresa propietaria de la nave, Chonghaejin Marine Co. Ltd. Ni la Guardia Costera ni la Asociación Marítima Coreana, que regula y supervisa la llegada y salida de los barcos nacionales de pasajeros, tuvo al parecer conocimiento alguno de los nuevos límites antes de producirse el desastre.