Siempre que se habla de estos temas, es inevitable iniciar recitando la vieja sentencia de que los combustibles fósiles como el petróleo, gas, carbón y materiales radioactivos como el uranio, se encuentran en proceso de agotamiento. Quizá en la década de los setenta esto era cuestionable, sin embargo, ahora sabemos que a partir de 1980, dejamos de vivir de los intereses que el capital natural nos ofrecía, y empezamos a consumir el capital. En los recursos naturales no renovables como el caso que nos ocupa, se aumentó a tal grado su consumo, que produjo una obvia tendencia hacia la baja en las reservas mundiales. Para algunos, el gas y el petróleo escasearán antes de 2050, y el carbón y el uranio, quizá alcancen el final del siglo XXI.
En cualquier caso, el daño ambiental que se ha ocasionado, ha puesto en jaque al planeta y se intenta ahora de diferentes maneras detener el colapso. La generación de energías limpias, de baja huella ecológica, es una posibilidad real, aunque su adopción ha sido demasiado lenta. Algunas de estas energías aún se encuentran en su etapa de gestación y otras esperan el apoyo financiero necesario para el desarrollo de prototipos o para su escalamiento.
Durante décadas, los científicos soñaron con poner paneles solares en el espacio para cosechar el flujo constante de la luz solar, ahora John Mankins exmiembro de la agencia espacial de Estados Unidos, ha desarrollado el proyecto que consiste en decenas de miles de pequeños satélites que funcionan juntos como un ecosistema. Montados sobre una gran estructura curva a manera de embudo o campana invertida, se encuentran los paneles solares que reciben la luz directa del sol que luego se transmite a la Tierra como un haz de microondas. El proyecto espera un inversionista, necesita diez millones de dólares para construir un prototipo completo.
Otro proyecto que espera financiamiento es el de un reactor nuclear para todos los hogares. Su autor Joseph Zawodny, comenta que en lugar de un calentador de agua en su sótano, en el futuro, se podría poner un pequeño reactor que de manera segura podría calentar casas, calentar el agua y cargar los coches eléctricos. A diferencia de la fisión y la fusión nuclear, que produce una gran cantidad de radiación ionizante peligrosa, el proyecto Zawodny se basa en reacciones nucleares de baja energía, donde fuerzas nucleares débiles podrían convertir el níquel y el hidrógeno en energía atómica. Según la NASA, el uno por ciento del níquel extraído cada año podría satisfacer las necesidades energéticas mundiales. ¿Cuestión de pensarlo muy bien, no les parece?
Cuando se trata de energía limpia, la energía geotérmica tiene la mano y su futuro es promisorio. A diferencia de las fuentes de energía que son intermitentes como solar o eólica, la energía almacenada en el interior de la Tierra tiene la ventaja obvia de ser permanente o energía de carga base. Sólo hay un problema: la fuente de energía geotérmica más fácilmente accesible se encuentra en zonas de terremotos, donde las fallas permiten que el calor desde lo más profundo de la Tierra se filtre hasta muy cerca de la superficie, convirtiendo los depósitos de agua subterráneas en aguas termales o géiseres. Huelga decir que la mayoría de la gente no vive cerca de una línea de falla. Pero la compañía con sede en Seattle, inicialmente respaldado por Google y la empresa de capital de riesgo creada por un socio de Microsoft Paul Allen, ha ideado una manera de aprovechar la energía geotérmica desde casi cualquier lugar. Implica la perforación de varios kilómetros en la corteza de la Tierra y luego inyectar roca calentada con agua para crear una red de fracturas. Posteriormente, alejados de la red de fracturas se perforan pozos de "producción", por los cuales el agua convertida a vapor, se bombea a través de todo el sistema. El vapor es capturado y ya en la superficie es convertido en electricidad.
Suena extraño y conocido a la vez este proceso de fallas inducidas que pueden ocasionar tu propia zona sísmica, por más que te alejes de ella. Produce escalofríos esto de inyectar cualquier cosa en el sistema geohidrológico, en fin, tendremos que esperar los resultados generales del impacto ambiental de estas nuevas tecnologías. Por lo pronto, el optimismo es apabullante, según la empresa que impulsa el proyecto "un kilómetro cuadrado de la roca subterránea calentada a una temperatura de 204 grados centígrados proporciona la energía equivalente a unos 30 millones de barriles de petróleo."