El reinado del Dios Momo llegó hoy a su fin, entre colores eléctricos y música de timbales, con la promesa del retorno y el desafío al Dios Sol de los mayas, Kin, de que la alegría estará siempre por encima de los intensos brazos del astro rey.
Los modernos sacbés mayas rebozaron de júbilo en el tradicional festejo de las “Batalla de Flores”, y aunque éstas prácticamente estuvieron ausentes, el entusiasmo y la alegría fue un derroche colectivo de los más de 240 mil personas que estuvieron presentes en el último día del carnaval.
En “el reino de la Alegría”, el gozo de los arlequines, el eco de los metales y el júbilo de los corazones se conjuntaron para dar paso a un colorido festejo de la carne, al que ríos de familias llegaron desde temprana hora para ser testigos del primer reinado del Dios Momo, luego de 40 años, fuera del emblemático Paseo de Montejo.
En las primeras horas de la tarde, el azul de los uniformes policíacos, simulando el primero de los contingentes carnestolendos, irrumpió con marcialidad en el derrotero del Carnaval, ante el júbilo de sus numerosos seguidores quienes a su paso aplaudían su singular “disfraz”.
El rojo carmín rompió los tonos dorados de Sol, dando inicio al último día de actividades en honor a Momo, entre los ecos de los metales y los movimientos cadenciosos de mujeres cuyas sonrisas contrastaban con el tono de su piel.
Como ninguno de los días anteriores, “Garlik”, mascota y guardián del Reino de la Alegría, sonreía y su singular figura de arlequín destacaba entre el contingente de súbditos de Momo, ante el aplausos de sus similares vestidos de humanos que lamentaban el fin de los festejos.
Muñequitas humanas, enormes paletas de caramelo –aparentemente derretidas por el Sol del Mayab-, estampas de hombres y mujeres vestidos de matatena, de turistas mundiales, de piezas de ajedrez, un elefante aparentemente de algodón, rompieron con la tradición humana de alzar los brazos para recibir un souvenir.
El alcalde Renán Barrera Concha hizo sonar un timbal, ante el júbilo de los mambos de Pérez Prado que hicieron efímera aparición durante su andar por el Carnaval de Mérida.
Seguido de androides humanos, un carro simulando la casa de Barbie potenció los gritos de los presentes del carnaval, mientras la exuberante Maribel Guardia, embajadora de la Alegría, ataviada de lila presumía sus delicadas formas.
Inmediatamente después, el vigor de la voz femenina rompió con todos la intensidad de los decibeles hasta entonces emitidos, ante el avance de carro en el que viajaba el actor David Zepeda -vestido de pantalón y chaleco blancos, y una camisa rosa-, quien repartía flores a sus seguidoras.
A ellos siguieron los reyes infantiles, así como los reyes del Carnaval Kenny Calderón “Chayak I” y “Natalia I” quienes parecían llegar al final del carnaval sin mucho entusiasmo, pero sabedores que participación el primero carnaval fuera de Paseo de Montejo, luego de 40 años de tradición.
La actriz Marjorie de Souza, derrochó alegría y jovialidad a su paso por los modernos “sacbé” –caminos- del Mayab- ante miles de manos de que se elevaban para recibir uno de los presentes que arrojaban las firmas cerveceras, refresqueras y hasta empresas dulceras.
Tras el “fin de fiesta”, los adoradores mayas de Momo, tomaron por asalto el recinto ferial de Plaza Carnaval, al sur de la capital yucateca, para beber y recordar los últimos momentos del reinado de Momo, quien habrá de retornar al mismo lugar, el próximo año.