El padre del director técnico de los Guerreros ha sido de los iniciadores y fundadores de grupos de forcados.
Desde su llegada a la Comarca Lagunera, hace más de un año, Pedro Caixinha no vivía días tan emotivos. No era para menos, ya que el director técnico de los Guerreros fue visitado por su padre.
Directamente desde Portugal, João Maria Marujo Caixinha estuvo en la región para convivir día y noche con su familia, la que tenía meses sin ver. Para la otrora gloria de los forcados lusitanos fue satisfactorio su vuelta a este país, luego de 34 años.
Como iniciador de los Forcados del Colegio de Tomar, además de hacerse notar con los Amadores de Montemor y fundador del Grupo de Beja en 1975, João Caixinha estuvo en febrero de 1980 en México.
Tuvo presentaciones junto a su grupo de forcados portugueses en León, Acapulco, Guadalajara y en la Monumental Plaza de Toros México, donde el entonces presidente de la nación, José López Portillo, se puso de pie en la barrera para saludarlos y ovacionarlos.
"Es muy importante que la familia te pueda acompañar, a veces la distancia no importa, pero es mejor tenerlos cerca para sentir de cerca y de forma física su apoyo, es el soporte que tenemos", dijo el estratega de Santos Laguna.
La intención de Pedro Caixinha era haber llevado a su padre a dos lugares, Primero, a la Plaza de Toros México de la capital del país, pero el ajustado calendario de la Liga MX y la Copa Libertadores no se lo permitieron.
El otro sitio al que pretendía llevarlo era a la Sultana del Norte, para presenciar el juego de los albiverdes ante Tigres UANL, pero Rodrigo, el nieto de João no se lo permitió, ya que de los 15 días de estancia de convivencia en la Comarca se perdería tres de ellos. Por ello, la ida a Monterrey quedó para mejor ocasión.
"Tiene doble significado su estancia aquí", dijo Pedro, mientras le enseñaba a su progenitor, las instalaciones del Coliseo Centenario de Torreón, lugar al cual asistió para presenciar la corrida de aniversario, no así Pedro, quien con los Guerreros estuvo en Sudamérica para continuar con el sueño Libertador de los laguneros.
"Fue importante su visita, debido al entorno familiar, lo que representa un abuelo, un papá y que aquí tiene su familia", dijo el estratega del conjunto verdiblanco con una sonrisa de oreja a oreja.
FECHA ESPECIAL
Sin duda, el 5 de septiembre de 1991 será una fecha que nunca olvidarán ni João ni Pedro Caixinha. En su natal Portugal, asistieron como forcados a un festival taurino de homenaje, aunque cada quien lo hizo con su respectivo grupo.
El mayor de la dinastía Caixinha era el Cara (forcado que recibe directamente al toro) en aquella pega e invitó a su hijo Pedro a que estuviera como Primera Ayuda (apoyo detrás del Cara), pero nunca imaginaron lo que ocurriría.
La res golpeó de costado a João, con la suficiente fuerza para derribarlo, quedando indefenso en medio del ruedo. En una fracción de segundo el animal buscó la humanidad del experimentado forcado, pero Pedro, que estaba a dos metros de la escena, se lanzó heroicamente para proteger a su padre, recibiendo la embestida directa del burel, salvándolo de una probable cornada o impacto del astado.
"Lo recuerdo perfectamente, se tiró encima de mí para protegerme de una cornada, le agradezco mucho", menciona con detalle el padre del técnico santista.
Pedro apenas tenía 20 años de edad, con dos de experiencia en su grupo de forcados. "Fue un momento muy distintivo, fue un sentimiento de protección y reacción perfectamente natural", rememora Pedro.
A detalle Pedro vuelve a vivir la escena: "Yo era Primera Ayuda, detrás del Cara, fue una acción instintiva a dos metros de protegerlo, fue un momento emotivo en la Plaza de Toros, pero no único en los forcados, aunque sí especial de padre-hijo".
"Es algo que no se piensa, siempre lo haces, es algo natural del ser humano, sobre todo cuando es cuestión de sangre, aunque es algo común. Los forcados tenemos una máxima, de que por cada uno que cae, otro se levanta, ya sea para proteger, encarar al toro, se enseña dentro del ruedo, es difícil reproducirlo con palabras".
Ese instante fue para Pedro con algo con lo que se quedó para toda la vida, para luego forjar su futuro y profesión.
João, quien realizó cerca de 300 pegas en diferentes Plazas del mundo, incluidas las de Lisboa, Madrid y México, confiesa que la edad no perdona, donde fueron muchos años de estar frente a frente con los toros, sufriendo lesiones graves y fracturas de todo tipo.
"Fue algo inolvidable en la relación padre e hijo, pero también lo hice con compañeros, es una filosofía de vida", enfatizó Pedro.
RELACIÓN RUEDO-CANCHA
Para el timonel de los Guerreros, el gusto que tiene por la perfección, el gusto por el buscar las cosas a profundidad, ya sea como persona o como director técnico, viene de su formación como forcado, algo que empezó cuando tenía apenas cinco años de edad. Su padre lo puso frente a una vaquilla.
"Después de pegar tu primer toro, terminas con esa satisfacción. Es diferente del futbol, porque ahí siempre se busca el resultado al final del día, pero a mí me enseñaron a llevar un proceso, una manera de pegar a los toros, de grupo a grupo, viendo un video en dónde debo mejorar, percibir bien las cosas, por eso hay que perfeccionarlas".
Aceptó que el futbol es un deporte colectivo, pero también vive de individualidades. La similitud con los forcados, es que la pega es hecha por un grupo de ocho personas, pero muchas de las veces el Cara es quien puede llevarse los méritos.
"En ambos casos es un estilo de desenvolverse, confianza de que se van a ayudar entre ellos. No hay equipos imbatibles, pero sí muy difíciles de vencer, aunque lo individual siempre depende del grupo".
El carácter con el cual se desenvuelve en el banquillo de Santos Laguna es inusual para la Liga MX, aceptando Pedro que él es quien tiene que acoplarse al balompié nacional.
"A lo mejor yo soy quien tengo que adaptarme al futbol mexicano, el tema de la cultura es importante, llegas con mentalidad nueva e ideas, pero tienes que respetar el medio donde te mueves. Encaro las cosas de frente, voy directo, mirando a los ojos, ser franco y sincero, sin importar quién sea, donde sea y cuando tenga que ser.
UN PADRE ORGULLOSO
La satisfacción de ver a un hijo formado y realizado se refleja en el rostro de João, quien reconoce los logros de Pedro, tanto en su etapa como forcado, así como de director técnico de un equipo de futbol profesional, sin dejar de lado su lado humano.
"No siempre Pedro fue un pan de Dios", dice de manera de broma el forcado retirado, "pero fue un buen niño, educado, siempre en la casa, estudioso, pero luego salió por la inquietud de Universidad".
Siente una enorme admiración, debido al respeto que tienen por su hijo en la Comarca Lagunera, una constante que se repite en Portugal. "Él está contento y yo también, pese a que estamos lejos".
Al describir a Pedro con una palabra, su padre mencionó que es el mejor y en cuanto a los consejos que le dio, fue simplemente entender perfectamente la actitud de superación que tenía, sin interferir cuando creció, ya que cuando estuvo en casa, siempre le brindaron la mejor educación posible.
La contestación de Pedro no se hizo esperar: "He tenido que tomar algunas opciones y decisiones, muchas veces lo que pasa con los papás es que quieren mirar reflejados en sus hijos sus frustraciones del pasado".
Agregó que siempre es importante recibir consejos, pero llega el momento de decir basta, porque es uno quien está viviendo la vida. La descripción que tuvo Pedro para su padre, fue sangre.
TRANSMISIÓN PEGA-BALÓN
Para Pedro Caixinha, la pega con los forcados se asemeja mucho a un partido de futbol, sobre todo cuando hay que seleccionar a los hombres que deben salir al ruedo en la suerte lusitana o a la cancha, cuando se trata del soccer.
"Cuando tienes un equipo debes elegir a quienes van a salir al campo, aunque también se tiene que ver con el liderazgo".
El estratega adelantó que en las próximas semanas, buscarán una fecha específica para llevar a todos los Guerreros a una tienta en una ganadería cercana para que les ayude en su formación como futbolistas y personas.
"Debe haber ganado bravo para que perciban el estado de espíritu de estar frente a una res de lidia, del comportamiento del animal, tener el control de emociones, eso es importante, aunque, obvio, no los vamos a poner con un animal grande".
Dijo que en caso de que sus pupilos se nieguen a esta actividad, él puede ayudar y hacerlo por ellos, para que puedan oler un poco lo que es vivir una pega y que así, la adrenalina corra por sus venas.
TEMPERAMENTO
El estratega santista ha sido catalogado por medios de comunicación y equipos rivales como un técnico agresivo y violento, pero el europeo descartó cualquier adjetivo de estos sobre su persona, dejando en claro que cuando lo provoquen, obviamente reaccionará.
"No soy violento, ni agresivo, ni maleducado. Siempre una acción corresponde a una reacción, es algo natural. No permito que entren en mi espacio con algo agresivo. Tengo una reacción natural de defensa".
Dijo que no pasa por el tema de ser respondón, ya que siempre es respetuoso en su vida y tiene las ideas claras, aunque si alguien lo supera en este departamento y se lo justifica, él se quedará con las ideas de esa persona.
Y es que Caixinha recordó lo acontecido recientemente en la banca del Arsenal: "fue algo muy intenso, no merece la pena ni entrar con ellos en polémica, es una realidad que no se puede cambiar, pero es raro en una competición como el futbol, donde no vemos situaciones como éstas", refiriéndose al temperamento argentino.
FORCADOS
En 1836, en Portugal, fue decretada la prohibición de la muerte de los toros en los ruedos, y para complemento de la lidia de los cavaleiros (rejoneadores) comenzó a celebrarse la pega del toro. A los hombres que realizan esta suerte se les llama forcados.
Ocho atrevidos entran al ruedo y su tarea es inmovilizar al toro, para después soltarlo, quedando sólo el rabillador, quien remata la suerte haciendo que el toro se mueva en círculos. El primero es el forcado de cara; los otros siete lo ayudan a inmovilizar al toro.
PERSONAS
Deben integrar un grupo de forcados para realizar una pega
AÑOS
Pasaron para que João Caixinha volviera a México