Paternalismo a la mexicana
“Tus hijos no serán exitosos por lo que llegues a hacer por ellos, sino por lo que les enseñes a hacer por ellos mismos”.
Los mexicanos somos dados a sobreproteger a los críos, como que no les creemos capaces de recorrer su propio camino. Pensamos erróneamente que eternamente tendrán que estar bajo nuestra supervisión y/o tutela. ¿Soberbia? ¿Ignorancia? ¿Falta de fe?
El caso es que muchos jóvenes recién graduados con una gran preparación académica y un enorme potencial, suelen terminar laborando para el negocio familiar (cuando lo hay), cobijados, limitados y muchas veces hasta frustrados por el yugo paterno.
La carrera universitaria es para aprender a aprender, qué mejor que la capacitación posterior inmediata se las brinde una institución formal y de prestigio ajena al seno familiar y además les pague.
El primer trabajo será en todos los sentidos significativo y determinante para lo que siga dentro de la vida profesional. El tener el acierto y suerte de contratarse con una buena organización sin duda que les brindará un enorme aprendizaje y gran experiencia.
Aún mejor si esto se logra fuera de la ciudad de origen, la separación física de los padres es necesaria para el crecimiento emocional de los hijos, de otra manera difícilmente podrán conseguir una verdadera e integral autonomía.
El asunto es que las organizaciones que valen la pena buscan quedarse con los mejores y aquí es en donde entra la responsabilidad de ellos. Tendrán que hacerse cargo por cuenta propia de estar convenientemente “equipados”, es decir, contar con mayores habilidades que la mayoría, así como contar en su haber con un historial extracurricular atractivo a los ojos de los empleadores.
Por cierto, las damas están haciendo más que bien las cosas, ya van dos ceremonias de graduación en que me toca observar a un gran número graduarse con honores de carreras de ingeniería.
También resultan ser, comúnmente, las ganadoras de los reconocimientos por desempeño académico. Aunado a esto, muestran un gran arrojo decidiendo emprender el vuelo hacia otras ciudades cuando es necesario, no sería pues de extrañarse, que en un futuro no tan lejano estén ocupando los puestos más influyentes, tomando las decisiones más relevantes.
Siempre será deseable que los jóvenes lleguen a emprender algo por su cuenta, sin embargo, todo lleva un orden cronológico y entre más preparados lleguen a ese momento, mayores probabilidades tendrán de éxito.
Podría concluirse que el enemigo a vencer en todo momento es la comodidad, para lograr cosas importantes y trascendentes es indispensable huir de la zona de confort, de lo contrario, será imposible ayudarlos a sacar y usar su verdadero potencial.
Construir algo que valga pena jamás estará ajeno de su dosis de sacrifico, dolor y malpasadas. Pero vale la pena, porque si no somos nosotros, quizá ya nadie pueda hacer más nada por los que aquí habitamos.
Jaime Díaz de León,
Torreón, Coahuila.