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A Don Manuel Mijares Gutiérrez

Así le conocí:

Desde que le conocí, más bien desde que tuve el honor de conocerlo, con frecuencia le pregunto a la Señora Blanquita Ramírez por su estado de salud, por sus visitas a la agencia donde tuve la oportunidad de conocerlo, momento anecdótico y embarazoso para mí, pues fue una tarde del mes de marzo del año 1990, cuando por primera vez en mi vida iba a estrenar un auto del año, que con muchos sacrificios había podido comprar, ya estaba el automóvil en el área donde recibían sus relucientes automóviles los nuevos propietarios, mientras se preparaba la documentación correspondiente, no me cansaba de darle vueltas y observar el coche desde los más diversos ángulos.

En eso estaba cuando se acerca hacia mí una persona de aspecto sencillo y con muy buen porte, después de un “buenas tardes y un cómo le va”, empieza a recorrer con su vista palmo a palmo el contorno del auto y todos sus accesorios visibles, de repente exclama: aquí no le hicieron una pulcra limpieza y me muestra unos pequeños puntitos blancos, microscópicos diría yo, y extrae de su bolsa del pantalón un pañuelo y como mucho afán desvanece los referidos puntos.

Dije para mis adentros, tal vez el señor es un empleado que cada vez que ocurre una entrega se acerca para con esos detalles recibir una propina, pensé ¿serán suficientes 20 pesos?, en seguida me comenta y simultáneamente extrae de la bolsa de su camisa un calibrador de llantas y me dice, “se lo regalo para que siempre verifique la correcta calibración del aire en sus llantas, eso le evitará desgastes irregulares, más durabilidad y un mejor rendimiento de sus combustibles”, dije ya no van a ser 20 pesos, con esto el señor ya merece 50.

Luego se asoma al interior y descubre en el suitch de encendido un reluciente llavero metálico con el logo de la marca automotriz y me dice “permítame voy a traerle otro llavero” y se dirige al interior de las instalaciones, pensé entre mí!, ya no voy a llenarle el tanque de la gasolina saliendo de aquí, pues este señor con sus detalles ya se ganó 100 pesos; y regresó con un llavero de plástico entre sus manos, y me dice “se lo voy a cambiar porque con el vaivén y los movimientos de su coche, el metal de ese llavero le va a desgastar y tallar el acabado”.

En eso estábamos cuando la señora Blanca Ramírez me pide que pase para una última firma en la papelería y me dice ¿qué le platica Don Manuel?, Yo le digo, ¿ah el señor que está conmigo?, sí, le dije ya me colmó de atenciones, me dice la vendedora: es Don Manuel Mijares Gutiérrez, el dueño de este negocio! Ups... trágame tierra ¿qué iba a hacer?, me apené por mis pensamientos de agradecerle al buen hombre que de esa manera conocí.

Transcurrieron los años, en una oportunidad platicando con Benjamín Navarro Sada, se quedó fascinado con el relato y me dijo: publícalo, le dije lo voy a hacer. Hoy después de más de 24 años busqué la oportunidad de evocar su carácter franco, abierto, transparente y de muy buena fe; al que la vida empresarial, esa vida a veces sofisticada, no le ha modificado la esencia de su sencillez, seguramente como yo muchos de sus clientes y amigos en forma permanente lo recordamos por todos esos valores que menciono, Don Manuel es hoy, ejemplo para los nuevos empresarios mexicanos.

Me atrevo a decir que los catedráticos de alta dirección empresarial y mercadotecnia, deben de hablarles a sus alumnos de hombres visionarios como Don Manuel, que ejercieron con apasionamiento y entrega su actividad. Sé de muy buena fuente que en todos sus descendientes, germinaron sus nobles actitudes.

Ojalá y tenga nuevamente la oportunidad de saludarlo personalmente para expresarle la admiración y respeto que le tengo.

Ing. y lic. Raúl Ramírez de la Cruz.

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