Honor a quien honor merece
Mi pequeña hija tenía una cita con el cardiólogo en la Clínica de Especialidades por lo que -a falta de un vehículo más adecuado- conseguí una camionetita y en compañía de mi señora y nuestro otro hijo de cinco años viajamos casi 5 horas para llegar al lugar. Entramos a la ciudad a toda prisa pues faltaban diez minutos para la cita y ni siquiera sabía dónde se localizaba la clínica.
De repente apareció tras de nosotros un oficial de vialidad en motocicleta y me hizo la señal de alto. Tras saludar correctamente me indicó que venía con exceso de velocidad y cuatro viajeros en cabina.
Le dije que era cierto, que por la prisa y la urgencia de llegar hasta había olvidado la licencia y necesitaba que mi hija llegara a tiempo a su cita. Tras verificar en nuestra papelería que era verdad lo que le dije, me indicó que lo siguiera.
Y me fue abriendo paso, aun invadiendo carriles contrarios y me llevó hasta la entrada de la clínica. Quise mostrarle mi agradecimiento, pero saludando de lejos se alejó rápidamente.
Faltaban dos minutos para la cita.
Quisiera decir que esto me ocurrió aquí en La Comarca, pero no; sucedió en la Ciudad de Chihuahua, Chihuahua.
Por lo demás: un Hospital Infantil de Especialidades de primer mundo y y la atención, excelente.
Honor a quien honor merece.
Abraham Milán Rodríguez,
Ciudadano Lagunero.
***
El trabajo de un Papa
“La cruz de Cristo revela el poder de Dios que supera toda división, sana cualquier herida y restablece los lazos originarios del amor fraterno”. Este es el mensaje final que dejó el Papa como conclusión de su visita a Corea. “¡Tienes confianza -añadió- en la fuerza de la cruz de Cristo! Recibid su gracia reconciliadora en vuestros corazones y compartidla con los demás”, dijo el Papa Francisco, en la homilía de la Santa Misa que celebró ante una inmensa multitud para implorar a Dios la gracia de la paz y de la reconciliación y que me parece oportuno comentar ahora.
Con este ruego que tiene especial resonancia en la península coreana, cuyo pueblo desde hace más de 60 años conoce la experiencia de división y conflicto, en la Catedral de Myeong-dong, en Seúl, el Obispo de Roma alentó también a dar “un testimonio convincente del mensaje reconciliador de Cristo en sus casas, en sus comunidades y en todos los ámbitos de la vida nacional”.
Exhortando a la conversión e impulsando la amistad y colaboración con otros cristianos, con los seguidores de otras religiones y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, invitó a rezar “para que surjan nuevas oportunidades de diálogo, de encuentro, para que se superen las diferencias, para que, con generosidad constante, se preste asistencia humanitaria a cuantos pasan necesidad, y para que se extienda cada vez más la convicción de que todos los coreanos son hermanos y hermanas, miembros de una única familia, de un solo pueblo. Hablan la misma lengua”.
Valentín Abelenda Carrillo,
Girona, España.