Política en franca desintegración
He decidido dedicar estas líneas para mandar un mensaje a todos l@s ciudadan@s con el fin de impulsar su participación más activa en el sistema político de nuestro estado. Mucho se ha hablado del tema, destacando principalmente la apatía de la comunidad en los asuntos de interés público. La desigualdad social, la falta de liderazgo y representatividad de muchos políticos han creado desconfianza de la comunidad coahuilense hacia el sistema de partidos y de gobierno en Coahuila.
Como ciudadano@s no debemos reducir la participación política comienza por ejercer nuestra libertad de pensamiento y de expresión los maestr@s y los padres de familia deben generar una verdadera sociedad en el conocimiento en los asuntos de interés público. Un problema significativo está en que el ciudadan@ deja la responsabilidad social al sistema político, es importante contar con el compromiso de los ciudadan@s. Podemos comenzar en desarrollar el pensamiento crítico de l@s conciudadan@s e invitarl@s en ser agentes de cambio en su entorno social.
Porque sólo con la participación ciudadana podremos fortalecer la democracia, generar el conocimiento en la ciudadanía con información veraz y oportuna. Si no contamos con el apoyo de los medios de comunicación como ciudadan@s. ¿Realmente los medios de comunicación han impulsado a l@s ciudadan@s en ejercer su participación política?
¿Por qué como ciudadan@s no ponemos una muestra a nuetr@s conciudadan@s en interesarse en la política con responsabilidad y coordinación de esfuerzos sociales en nuestro entorno? ¿Por qué no les exigimos a nuestros políticos verdaderas propuestas de cambio en sus campañas y el cumplimiento de las mismas en el sistema de gobierno? Por encima de los intereses políticos, de las diferencias ideológicas y socioeconómicas está el combatir de pobreza y desigualdad social y la política representa una oportunidad para generar los cambios sociales que necesitamos en Coahuila.
Alberto Lara Noriega,
Comarca Lagunera.
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Lo primero
En más de una ocasión, ahora en el discurso pronunciado el 23 de octubre, ante la Delegación de la Asociación Internacional de Derecho Penal, Francisco se ha referido a las nuevas formas de esclavitud, pero nunca como hoy había hablado con tanta contundencia y claridad del delito que más compromete la legitimidad de los poderes públicos: el de corrupción.
Las palabras del Papa al denunciar la maledicencia de la corrupción han conseguido señalar la naturaleza de un comportamiento que una vez interiorizado, personal e institucionalmente, se convierte en una amenaza real. El corrupto no tolera la crítica ni la denuncia, desconoce el significado de la fraternidad, es déspota, impúdico y triunfalista. Por eso, ha sentenciado el Papa, la corrupción es un mal peor que el pecado.
No basta el perdón porque requiere y exige sanación. La función del Derecho es clara en este sentido, pero el problema hoy, más allá de las normas penales, consiste en devolver a los ordenamientos jurídicos su razón de ser: la defensa escrupulosa del primado del hombre.
Pedro García,
Girona, España.