Al poeta con responsabilidad social:
Me resultaba imposible describir mi desesperanza como ciudadano, pero calculé cuál sería mi estado de ánimo y sujeté con mi brazo de mi modesta biblioteca un libro de Efraín Huerta, el cual me ayudó a entender que había que defender el derecho del poeta, a escribir sobre todo aquello que lo afecte. Sentí la encomienda de ser cómplice del cambio.
José Emilio Pacheco, afirmaba que era común creer que un poema no es un acto político, y que este no vale sino en función del arte. Pero la realidad es, continúa, que la poesía siempre estuvo comprometida, hasta que en el siglo pasado, algunos grandes hechiceros la comprometieron sólo con la poesía.
Así pues, en una especie de tributo al gran cocodrilo, quien se preocupaba por su patria y por su ciudad, regresé ese despertar en sus líneas, para y hacia con los ciudadanos.
Su voz; es, era y será el resumen de todos los insomnios, de un soñar sin máscaras y un amanecer sin oídos. De no vivir en una sarcástica ciudad, donde la cobardía y el cinismo sean el alimento diario.
Eso dependerá de nosotros como ciudadanos, del ya basta, de no habitar una ciudad negra, o colérica, o mansa, o cruel, o fastidiosa nada más, sencillamente tibia porque así lo hemos querido, cuando el pueblo se anima, se hace valiente y vigoroso, organicémonos en columnas, fabriquemos sin secretos una ciudad sagrada.
Nos dicen que debemos callar y no saber de nada, que todo los que ellos nos dicen; que parecen órdenes, ruegos, perdones, súplicas, consignas, habrá de seguir su cauce.
La patria, debe ser, y no es. Ya no hay piedad para la patria, tenemos de patria, lo que pareciera una cárcel, en otros términos, no tenemos nada. Le tocará al ciudadano organizado, sembrar la semilla de la victoria. Necesitamos demostrar que no somos un pueblo con escasa imaginación, y que todo aquello que nos afecta de una manera inmediata, por que hiere nuestros sentidos y es nuestro. Que esta apatía se convierta en un frenético arrebato.
Empecemos, por no ser presa fácil de seducir en los comicios, porque en los meses de junio y sobre todo julio, se las ingenian, y el ciudadano en las casillas cae. Es menester nuestro tener una patria sana y gobernantes comprometidos, pero, hacia los ciudadanos, no demostremos pues un malestar silencio, demos un revés, que en nuestro puño está.
Si no despertamos, jamás sabremos qué tiempo permaneceremos en esta situación.
Así que señor presidente, de la manera más atenta y respetuosa, os pido la renuncia, no te sigas mintiendo y reconócete. Y no, se lo ruego; no hable… no me responda nada, le estaremos profundamente agradecidos y buen viaje, esta oleada sabrá guiarlo.
Armando Fernández,
Torreón, Coahuila.