La crisis de imagen de EPN
A pocos días de cumplimentarse la primera tercera parte de su mandato, el presidente Enrique Peña Nieto atraviesa por la peor crisis de credibilidad de su carrera política, el irresuelto caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa se le ha convertido en un abominable monstruo al que no ha podido vencer.
En las calles de diferentes ciudades del planeta, han ocurrido resonantes manifestaciones con ácidos reclamos al gobierno mexicano, por su ineptitud en la localización de los normalistas llorados por sus familiares y amigos. Si esta pérdida de vidas humanas hubiera ocurrido entre los miembros de las diversas policías, el ejército o en otro gremio de la sociedad, no se hubieran producido la avalancha de críticas que desgarran la maltrecha imagen presidencial; la condición de ser estudiante, es moneda de diferente valor. Más aún, cuando los incapturables delincuentes que los desaparecieron actuaron con cobardía y sadismo, a la sombra de corruptos funcionarios como se presume.
Enrique Peña Nieto, como le sucedió a Gustavo Díaz Ordaz durante su sexenio con la Matanza de Tlatelolco, está experimentando que el asesinato y la violenta desaparición de estudiantes indefensos, tiene un altísimo costo político para su efigie de presidente de México, porque “2 de Octubre no se olvida”; sus bonos, en la bolsa de valores del carisma y la confianza, están en su más bajo nivel.
Pero la crisis de imagen en la que ha caído el presidente Peño Nieto, tiene otra vertiente que lo pincha como puntiaguda púa: la Casa Blanca de Las Lomas Esta residencia está valuada en más de 7 millones de dólares, derrocha un lujo que insulta a los más de 50 millones de pobres que tiene nuestro país, y de la que su esposa alega ser su dueña. Los fastuosos palacios de las Mil y Una Noches, existen en los párrafos de un cuento, la mansión de su cónyuge existe en la realidad.
Angélica Rivera Hurtado, dio la cara para decir cómo la adquirió y detalló cifras financieras, ganancias descomunales que dijo obtuvo durante los años en que trabajó como actriz de telenovelas. Presumió montañas de billetes que María Félix, Dolores del Río y Cantinflas, jamás obtuvieron para mandarse construir un palacete de esas dimensiones filmando películas por más de medio siglo en naciones de América y Europa; y eso que fueron mucho más famosos que ella, sus exitosas cintas dieron la vuelta al mundo. “Ahí está el detalle”, como espetó el gran mimo de las carpas y el celuloide.
Ahora bien, seguramente la anunciada venta de su faraónica mansión no lavará manchas como ella y su esposo así lo desean, ni borrará los incontables ataques y burlas que plagan las redes sociales que les han de causar escozor; el internet –el quinto poder-, está convertido en la mejor válvula de desahogo de una población agraviada por sus gobernantes. Por medio de él se desquita el ciudadano engañado y robado. Los comentarios que ahí aparecen, son ácidos tragos que los políticos repudiados no pueden resistirse a deglutir, algunos por su cinismo ni gestos hacen.
En el muy complicado oficio de gobernar a un país con tantos problemas como México, los sucesivos presidentes que hemos tenido han caído en más de una ocasión en la mentira, la contradicción y en el maligno abuso del poder; desde luego, no faltaron las primeras damas que hicieron lo mismo.
Enrique Peña Nieto, todavía no llega a la mitad del camino en su gestión sexenal, está por concluir su segundo año en el que se vuelve a tropezar con la piedra de una baja tasa de crecimiento en la economía mexicana; fenómeno recurrente que data de los pasados gobiernos panistas. El trágico caso de Ayotzinapa a ratos le parecerá un oscuro túnel sin salida, es un aterrador fantasma que deambula en Los Pinos, provoca insomnio presidencial.
Su desenlace está por verse y no es telenovela que producirá multimillonarias ganancias.
Domingo Deras Torres
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