‘Se van perdiendo...’
Notorio fue el ver que durante el último semestre del año las antiguas tradiciones ya no se hicieron notar como en otrora donde casas y edificios se adornaban para recordar y conmemorar las fechas más significativas de nuestra historia y de nuestra sociedad.
Empecemos por el mes de septiembre en donde muy poco se notó el gusto y la ambientación de calles y avenidas por el 16 de septiembre quedando en los tradicionales desfiles, gracias a las escuelas que de manera disciplinada organizaron.
En esos días era común que desde finales de agosto saltaban a la vista en las plazas y mercados los vendedores de banderas, rehiletes, sombreros, etcétera y que en este año apenas se hicieron notar afuera de algunos centros comerciales y ya muy entrada la fecha.
Luego en noviembre, para recordar la revolución igual, casi nadie se dignó en colocar algún distintivo tricolor alusivo a tan grandioso evento en la historia nacional. Nuevamente solo en los desfiles. Pero llegó Navidad y si usted fue observador se daría cuenta que en su calle no fue ni el cincuenta por ciento de sus vecinos el que se aplicó a colocar algún motivo a la fecha.
Los mismos vendedores de los mercados navideños acusaron la falta de clientela que bajó en mucho sus ventas en relación a los años anteriores.
Las plazas y algunas calles fueron adornadas por los ayuntamientos, pero no como en el pasado donde la ciudades eran verdaderos árboles de luces por todos lados.
¿Qué estará pasando? ¿Será que la globalización ya penetró en nuestros sentimientos y minó ya nuestros gustos por las fiestas?
Lo dijo una vendedora del mercado, “el ánimo de la gente ya no es el mismo, por eso casi no vendimos”.
La mercadotecnia se impuso una vez más a la sensibilidad y nos arrojamos a los grandes centros comerciales a darle gusto al consumismo pensando que es sinónimo de unión y felicidad. Creímos que los buenos deseos y la convivencia se construyen con un i-pad, con una lap-top, con una pantalla plana o con los megajuegos.
¿Dónde quedó la tradición?, ¿en qué parte de nuestro corazón la dejamos olvidada?
Sabemos que los adornos y las luces sólo son un recurso ambiental para iniciar a celebrar una fiesta, pero ese recurso, ese deseo de adornar habla de nuestra necesidad y de la espera por esa fiesta. ¿Y qué decir de los nacimientos en los hogares? Hubo más calabazas y demonios en las puertas por el Hallowen que Altares de muertos. Hoy nos vendieron la idea del Buen Fin por la Navidad, la Independencia nos la cambiaron por la entrega de los recursos naturales a los extranjeros y la Revolución por la tecnocracia.
Tanta filosofía, tantas letras, tanta sangre, ¿para qué?
Ahora los dueños del petróleo serán otros, siempre lo fueron. Aquello de que de boca en boca se va transmitiendo está quedando en el olvido, hoy imperan los mensajes por celular, las tarjetas navideñas por Internet, las fotos familiares en un CD, la memoria de nuestro pasado en una USB y al final nada palpable, sólo virtual.
Con nuestras tradiciones se está yendo nuestra historia, cultura y pasado, base de nuestra generación.
Hoy la tres únicas fechas en que realmente se ve una celebración lo son el 28 de octubre, 2 de noviembre y 12 de diciembre, las tres apegadas al misticismo y a la religiosidad; el día que eso también iremos en la ruta de la construcción de la nueva Torre de Babel en donde, a mitad del camino, ya nadie se entienda. Abuelos, hay que platicar con los nietos.
Miguel Gerardo Rivera,
Gómez Palacio, Durango.