Respuesta
El día de hoy, me voy a referir a una columna editorial que apareció el día 10 de febrero del presente año, en un diario local, firmada por el Sr. Víctor González Avelar, tengo que aclarar, que no conozco a este señor.
Por regla, cuando escribo de alguien, procuro informarme y conocer lo más que pueda de la persona en cuestión, todo lo que escribo está sustentado en bases firmes y no en suposiciones y mucho menos en instrucciones venidas del “más allá”.
¿Por qué me llamó la atención este escrito firmado por esta persona? Por una simple razón, habla de mí, perdón, no habla de mí, hace acusaciones infundadas y tendenciosas de mi persona sin siquiera conocerme, sin ocuparse en corroborar lo que escribe, sin presentar pruebas de lo que asegura. Yo no soy periodista, pero sé que uno de los fundamentos del periodismo es buscar ante todo la verdad y sustentar con pruebas lo que se escribe.
Buscando en Internet, lo primero que vi, fue una fotografía del señor, descubrí que es una persona mayor, mi asombro fue enorme, supongo que por su edad, debería de ser un hombre de experiencia curtido en el ambiente del periodismo, conocedor de reglas y fundamentos básicos de esta profesión, sobre todo, porque entre sus amistades cuenta con connotados periodistas y editorialistas. Es increíble lo que uno puede conocer de otras personas por medio de Internet.
Reconocí a algunos de sus amigos y algo de su trayectoria, al menos la publicada en Internet, conforme leía, más crecía mi asombro ante las declaraciones vertidas en su columna hacia mi persona.
Quiero decirle, que gracias a su carencia de ética profesional a partir del día 10 de enero de 2014 cuando mi esposa, mis hijos o cualquier persona conocida o desconocida escriba mi nombre o el suyo en un buscador de la web, tendrán acceso a las mentiras que usted y otras personas mal intencionadas escribieron acerca de mí.
Amigos y conocidos me exigían una respuesta a sus infundadas aseveraciones, otros creyeron lo que en esa corrupta columna escribió sin fundamento.
Finalmente, todo cae por su propio peso y las mentiras que escribió, hoy sólo son mentiras que quedarán para la historia y serán por siempre una mancha a su expediente.
Para suerte suya, tuve la fortuna de recibir una educación de parte de mis padres, en la que se incluía por sobre cualquier cosa, el respeto a la mujer y a las personas mayores, me enseñaron a no levantar falsos testimonios de nadie, aunque me cayera mal o fuéramos antagonistas.
Ni siquiera le pediré que rectifique su error, porque dudo que esté consciente de lo que hizo.
Ricardo Segura Montaña.
