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Juegos Olímpicos, ¿gasto o beneficio para la sede?

La celebración de unos Juegos es un escaparate mundial para la ciudad. El impacto socioeconómico y su rentabilidad no siempre son los esperados. En los últimos años se intercalan grandes aciertos, como Barcelona y Sidney, con otros tantos fracasos. El desastre más llamativo es el de Atenas 2004. La celebración de unos Juegos Olímpicos es un escaparate mundial para la sede organizadora, una inmensa campaña publicitaria que proyecta la imagen de la ciudad a nivel mundial, se vende la “marca ciudad”. Muchas ciudades se lanzan a la carrera olímpica en busca de una oportunidad que les reporte esa fama y notoriedad mundial. Buscan recibir grandes beneficios en términos socio-económicos y de liderazgo político. Pero no siempre es así. El impacto de los Juegos Olímpicos en las sedes organizadoras, sus costos y beneficios, es un tema de controversia y debate continuo.

La candidatura. Para organizar unos Juegos Olímpicos, la ciudad debe desarrollar un plan que sea atractivo tanto para el Comité Olímpico Internacional, (COI) como para la comunidad de acogida y de los grupos clave de interés en la ciudad anfitriona. Para ganar un concurso de oferta frente a otras ciudades, ésta debe prometer que el impacto de los Juegos no será perjudicial para la ciudad y el país en cuestión. Se debe demostrar que la ciudad anfitriona logrará un beneficio y evitará una carga excesiva a los ciudadanos, mejorando su calidad de vida.

Los siete años para la organización de los Juegos. Es un período difícil para los organizadores, ya que deben administrar bien debido a la euforia de ganar la elección, enfrentándose con los diversos problemas que se han de superar en un corto período. Algunos de los problemas son un aumento desfasado de las expectativas (no se pueden realizar todas las promesas).

La celebración de los Juegos. Si bien la puesta en escena de los Juegos es el momento en que hay un mayor impacto en una ciudad, es un período en el que los ciudadanos se sienten con menos carga asociada a ellos. Unos optan por permanecer en la ciudad, y pueden vivirlos asistiendo incluso a los eventos deportivos. Otros prefieren ‘huir’ ante el agobio que conlleva ser la sede. Si los Juegos tienen éxito, la gente de la ciudad anfitriona puede disfrutar de la diversión y la gloria del evento. Sin embargo, si hay problemas de transporte o de seguridad, este estado de ánimo positivo puede disiparse rápidamente.

Después de los Juegos. Históricamente, ha habido una atención inadecuada a la planificación para la etapa después de los Juegos y su legado. Las sedes se centran en ganar la candidatura, en la planificación de los Juegos y su puesta en escena. Uno de los aspectos más importantes es decidir qué se debe hacer con la infraestructura de los Juegos, sobre todo los nuevos espacios creados para la ocasión. El modelo de Barcelona es el que más alegrías ha dado a una ciudad organizadora en los últimos años.

La celebración de esos Juegos hace ahora 20 años se considera un ejemplo de rentabilización. El secreto del éxito está en la obra civil: su capacidad de estructurar la ciudad. La duda radica en saber cómo lograrlo. José María Mella, catedrático de economía de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) afirma que “si una inversión -sea pública o privada- se hace bien, los resultados pueden ser positivos. Unos Juegos deberían ser rentables”.

Fernando Madero Ruiz,

Torreón, Coahuila.

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