Remordimientos
Las vialidades de nuestra ciudad son cada día más violentas, según los reportes de medios noticieros; los accidentes ahora son más frecuentes, ahora son mortales. No hay día con saldo blanco, sin novedad; pues cuando no es un auto es una camioneta o un quinta rueda con su doble remolque que injustificadamente acaban con la vida de nuestros parientes, amigos o semejantes ciudadanos. Ahora los accidentes son parte de nuestra vida normal, estamos perdiendo nuestra capacidad de asombro. En las ‘horas pico’, el periférico, los bulevares y las más importantes avenidas, ya son sinónimo de muerte.
Los decesos por esta causa nadie los registra, cuando menos para saber algunos importantes indicadores como el tipo de los vehículos participantes, las placas de circulación y/o las ausencias de las mismas; las causas del accidente, la cantidad de víctimas y sus edades; las pérdidas materiales estimadas, los cruceros o vialidades más conflictivas y el porqué son conflictivas; las condiciones físicas de los conductores, sus edades, sus licencias de conducir o la ausencia de éstas, con o sin pólizas de seguros, etcétera.
Datos muy importantes que pudiera normar el trabajo de un Departamento de Vialidad serio y entregado a sus responsabilidades; un Departamento digno del reconocimiento y del respeto ciudadano; bajo las órdenes y la dirección de un buen funcionario que manda a la calle a sus mejores elementos; jefes y agentes con una misión clara de servicio, orgullosos del uniforme y de la placa que portan.
Pero la realidad es otra, los agentes que conocemos viajan en sus patrullas, en sus motos y a pie, como aves de rapiña en busca de una presa para extorsionar, todos portan oscuros anteojos para evitar que al abordar, escapen sus negras intenciones a través de su mirada; transitan de una calle a otra sin un determinado destino, a la simple aventura, sin objetivos claros ni la obligación de los resultados que deben reportar. La ciudad y sus problemas viales, no importan.
¿Son personas sensibles a los remordimientos tan normales en cualquier ser humano?, la respuesta evidente es no. Porque si tuvieran remordimientos, pensarían el dolor de la gente, en sus pérdidas, en la cantidad de vehículos que por reglamento no deberían de circular y que participan en grandes siniestros, entre ellos están los vehículos ‘onapaffos’ que nadie se atreve a molestar y que ahora indebidamente están por encima de la Ley, porque nadie entiende que las aduanas ni el Gobierno estatal, ni el federal pueden oponerse al reglamento de vialidad, aquí falta la máxima autoridad municipal.
Si tuvieran remordimientos, harían lo justo para evitar tanto conductor sin licencia de manejar; buscarían la mejor manera legal de evitar en las calles, la circulación de vehículos infractores; estarían al tanto de vigilar las peores vialidades y se preocuparían por hacer más ameno el tránsito para incluir en sus buenos propósitos, el flujo peatonal. Si tuvieran remordimientos, estarían planeando cuántas muertes y cómo se podrían evitar.
Juan Antonio Aguilar Tello,
Torreón, Coahuila.