Nacional Claudia Sheinbaum Seguridad Narcotráfico Generación Z Pensión Bienestar

Inseguridad Guerrero

Génesis, inocencia perdida

EL IRRUMPIMIENTO DE SICARIOS A UNA POSADA TERMINA CON LA VIDA DE UNA PEQUEÑA EN ACAPULCO

Crisis. La violencia en Acapulco ha crecido a niveles insospechados para las autoridades y la sociedad guerrerense.

Crisis. La violencia en Acapulco ha crecido a niveles insospechados para las autoridades y la sociedad guerrerense.

AGENCIAS

Habían quebrado las piñatas. La música se escuchaba bajito, porque ya eran las 9:30 horas y la posada inició a las 18:00 horas del día anterior. Mucha gente se había ido. Sólo quedaban amigos y familiares de los anfitriones. Los niños jugaban en el patio y revisaban sus "aguinaldos", bolsas llenas de dulces y galletas que se dan en ese tipo de reuniones.

Todo fue muy rápido, cuenta una familiar de Génesis, cuyo nombre significa el origen o principio de algo. No comprende por qué tres sujetos armados entraron al domicilio de la calle Tlacaeletl y mataron a la niña junto a otras tres personas. Génesis era güerita, estudiaba el segundo año de primaria en la escuela Benito Juárez, siempre sonreía.

Otra de sus tías la recuerda siempre alegre, era un cascabelito, una chiquilla flaquita, muy alta para sus siete años de edad. No sabía qué quería ser de grande, pocas veces platicaban del futuro. "Siempre decía que extrañaba a su mamá, quería también mucho a su papá. La niña se refugiaba con su abuela y con sus primos, porque no tenía hermanos, pero aún así se le veía siempre bien feliz".

Génesis fue la cuarta víctima del ataque que sufrieron integrantes de su familia durante la primera posada de diciembre, en la colonia La Garita, una de las más céntricas del puerto.

La niña había ido a una tienda cercana a la vivienda a comprar cohetes, "cerillitos, porque la regañaban si quemaba cohetes de los grandes", regresaba emocionada.

La vida de Génesis estaba a punto de extinguirse; no escucharía más el sonido de los explosivos de juego que tanto le emocionaban, sino un estruendo que le arrancaría el aliento.

Una vecina que vive sobre la misma hilera que la abuela de la pequeña de siete años dice que tiene mucho miedo, y la familia -de la casa donde fue la posada- tuvo que mudarse a otra colonia, "de por sí unos no eran de aquí, eran de El Quemado y otros de Real de la Hacienda (colonias periféricas del puerto)".

Las balas alcanzaron a Martín Campos, de 26 años de edad, quien minutos antes de que entraran los hombres compró jugos de naranja porque quería seguir tomando; varios vecinos de esa calle coinciden en que los "malos" iban por él "y se les pasó la mano".

Jenny Meliani, de 28 años, también perdió la vida de manera intempestiva. Génesis junto a otras 10 personas fueron repartidos en el hospital del IMSS sobre la avenida Ruiz Cortines y en la clínica Farallón.

La niña, cuyos padres no quieren hablar más del tema, dejó de vivir sobre una cama de la clínica Farallón, mientras que otro hombre, de nombre Alejandro, perdió la vida en el IMSS.

 OLVIDADOS POR LAS AUTORIDADES

Lupita, mamá de Génesis, se lleva las manos a los ojos cuando se le pregunta por su hija. En el pequeño patio donde su madre cuidaba de su nena, la única que tenía, está también su pareja, quien la abraza y pide comprensión, pues no quieren ya hablar del tema, "hemos sufrido una pérdida y estamos en nuestro dolor, comprenda", pero alcanza a responder que las autoridades no lo han apoyado en nada.

La violencia se ha llevado la tranquilidad de muchas familias del puerto. Por lo pronto, confiesa la tía de Génesis, sus familiares no podrán estar en paz durante algún tiempo. No es fácil recuperarse de una pérdida, y mucho menos cuando ésta ocurrió de esa manera. Explica que durante las misas que se realizaron por la pequeña, en la iglesia de la colonia, Lupita, mamá de Génesis, no paraba de llorar.

Sobre la calle donde se realizó la posada, todavía quedan vestigios del festejo. Hileras de plástico picado con motivos navideños y flores de colores, con motivo de las posadas; algunas luminarias de diciembre apagadas adornan el paisaje de la vía.

De una puerta de metal oxidado se observa una imagen con la cara del presidente municipal de este puerto, Luis Walton Aburto. Luego una afirmación encuadrada en un pegote que aún resalta sobre esa casa de la calle Tlacaeletl, ubicada en la colonia La Garita: "Reactivamos la visita de más de 13 mil millones de turistas, Segundo Informe de Gobierno".

Justo a un lado de esa vivienda, una puerta más, también un poco oxidada pero de color verde agua, resalta por otro detalle: son tres balazos, por cuyos orificios se puede entrar visualmente al patio de la vivienda, donde la primera posada que terminó en tragedia. Una pequeña de siete años de edad murió y un niño de nueve permanece herido.

Pero en total, en esa casa hubo cuatro muertos esa noche. Ahora forman parte de una estadística: 34 asesinatos dolosos desde la llegada de la Gendarmería a Acapulco, el 3 de diciembre. La vivienda está a 100 metros de un módulo de policías que, según los vecinos de la calle, ni se acuerdan desde cuándo dejó de funcionar.

No hay elementos por la zona. Hay mucho silencio, que en ratos se rompe con las risas de unos niños que observan curiosos a toda la gente que pasa, y un papalote que ellos llaman "cocol", que sobrevuela en una colonia aledaña.

 "QUEREMOS VIVIR EN PAZ"

¡Nosotros lo que queremos es seguridad, tranquilidad, agua!, ¡que haya policías!, ¡que podamos caminar en paz!, ¡sin miedo!, se queja un señor lastimado de la columna vertebral que permanece sentado a unos metros de donde el miércoles 17 mataron a las cuatro personas. "Esa gente estaba en una posada, yo ya me había dormido, pero de repente, cuando desperté, vi que ya estaba la policía, las patrullas".

Habla poco y lo que dice lo menciona cuidando cada palabra. Su temor no es infundado, pues en esa misma colonia, pero en 2006, hechos violentos tatuaron las memorias de los habitantes: el 29 y 30 de junio de ese año en dos diferentes sucesos fueron dejadas cuatro cabezas humanas, dos de ellas de policías municipales; además, en ese mismo año se registraron enfrentamientos variados.

La colonia La Garita se encuentra en el entronque de las avenidas Cuauhtémoc y la Farallón. Desde lo alto de la calle se puede observar la portentosa Bahía de Santa Lucía. Se aprecia el mar, palmeras y luces navideñas, sobre la panorámica de la vía empinada. Si se camina sobre Farallón, en menos de cinco minutos se llega al monumento de la Diana Cazadora.

El señor de pelo cano, piel morena y sonrisa pareja reclama que la policía no se para por su colonia, dice que se sentiría más tranquilo si hubiera vigilancia: "Aquí solo, enfermo, pues uno se quiere cuidar".

Su colonia colinda con La Cima, La Pacífico, El Roble, La Laja, Cumbres, 20 de Noviembre, donde también se registran altos índices de inseguridad. El hombre dice: "A Walton lo que le preocupa es el turismo, aquí ni el pésame ha dado".

Sobre la calle ya no quedan rastros de los casquillos percutidos 9 milímetros, 38 súper y 47, pero aún cuelgan de hilos banderas picadas alusivas a la Navidad y arreglos de la posada que tuvieron ese día.

Desde el pasado 3 de diciembre llegaron mil 300 elementos de la Gendarmería para bajar los índices delictivos del puerto. Hasta el 13 de diciembre, sin embargo, el gobierno federal anunció el operativo Lluvia de Estrellas, que comprende la participación de 200 policías, 40 patrullas y un helicóptero.

Leer más de Nacional

Escrito en: Inseguridad Guerrero

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nacional

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Crisis. La violencia en Acapulco ha crecido a niveles insospechados para las autoridades y la sociedad guerrerense.

Clasificados

ID: 1071860

elsiglo.mx