La Laguna enfrenta desde hace diez años un escenario complicado en materia económica. A la caída en la inversión privada se suma una disminución en la inversión pública. Esto ha generado que la creación de nuevos empleos no logre satisfacer la demanda de trabajo que existe. La gran cantidad de universidades que hay en la región se ha convertido en su mayoría en generadora de desempleados. En consecuencia, el ingreso per cápita ha bajado, los salarios están muy por debajo de otras zonas metropolitanas del país y, en general, se ha perdido competitividad. ¿Qué papel juegan los distintos niveles de gobierno en todo esto?
Para el consultor empresarial Samuel Podolsky, expresidente del Consejo de Competitividad de la Ciudad de México, la responsabilidad de los gobiernos es muy clara en este sentido: ser generadores y promotores de la prosperidad social y económica de la población. Y este concepto se opone a la visión de dominio político que tienen como común denominador las instituciones gubernamentales; es decir, la mera utilización de los recursos públicos para cumplir su misión de dominio.
Lo hemos visto en la región: gobiernos que privilegian las agendas electorales al momento de tomar decisiones que afectan a toda la sociedad; que prefieren construir clientelas más que ciudadanía; que consultan poco con la población a la que dicen representar las acciones y programas que llevan a cabo. Una visión más orientada a consolidar la figura del que manda y no del que sirve.
En palabras de Podolsky, la facultad del gobierno no es la de ordenar que las cosas sucedan en todos los ámbitos, con lo cual se asume como dueño de la sociedad civil. Por el contrario, los gobiernos deben ser embajadores que la sociedad civil selecciona para llevar a cabo sus pretensiones. Pero para que ello ocurra, debe existir en la ciudadanía la suficiente fuerza para obligar a quienes se asumen como sus representantes a que cumplan con el objetivo de generar la prosperidad necesaria para el desarrollo de la comunidad.
La visita de Podolsky deja interesantes lecturas respecto a lo que desde la sociedad civil y el empresariado es menester hacer para detonar el crecimiento de la comarca. Pero también plantea grandes retos hacia los gobiernos, sobre todo los de Coahuila y Durango y los de los municipios laguneros, sobre el cambio de paradigma que deben asumir, a saber: dejar de ver a los habitantes sólo como votantes y contribuyentes, para concebirlos como verdaderos ciudadanos que pueden y quieren construir una región próspera para todos y no sólo para unos cuantos.
