En los últimos días ha aumentado la guerra de declaraciones motivada por las elecciones a diputados de Coahuila. David Aguillón, presidente estatal del PRI y Bernardo González del PAN se han lanzado acusaciones mutuas de corrupción, pero sin presentar pruebas contundentes que fundamenten sus dichos.
David Aguillón por medio de un boletín de prensa acusó al panista de haberse beneficiado de recursos públicos de Monclova para financiar campañas electorales, ya que en este municipio el alcalde es el panista, Gerardo García Castillo.
También dijo que cuando Bernardo González fue subdelegado de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) utilizó recursos públicos para beneficiar al PAN.
Por su parte el panista afirmó que en 2011, David Aguillón operaba el Moreirato con Humberto Moreira, Javier Villarreal y Jorge Torres por lo que las autoridades estadounidenses deberían llamar a declarar al priista. En ambos caso todo se limitó a declaraciones mediáticas, propias de la arena electoral, ninguno presentó pruebas o una demanda legal.
Hasta aquí nada nuevo, la clásica guerra de declaraciones previa a una elección. Como espectador esta guerra de declaraciones le han dado calor a una contienda electoral "huérfana" que no ha logrado despertar el interés de los ciudadanos. Normalmente las elecciones para diputados locales no son atractivas para el grueso de la población, menos cuando su trabajo está tan devaluado y todos estamos más preocupados por el Mundial de futbol. Son más importantes los goles que los votos.
En este escenario la participación del 53.9 del padrón electoral registrada en 2013, durante las elecciones de Ayuntamientos, se ve muy lejana. Sin duda, nuevamente el abstencionismo será el gran vencedor por lo que el triunfo se basará en las estructuras de los partidos y su capacidad de movilización.
Retomo los dimes y diretes de David Aguillón y Bernardo González quienes al menos han dado calor a una contienda, pero que sin duda, resulta preocupante que en esta elección el debate que prenda sea el de los presidentes de los partidos y no de los candidatos que simplemente ha pasado sin pena ni gloria.
Los candidatos más visibles son los del PAN y PRI, el resto de los partidos ha colocado uno que otro espectacular o lona para justificar los gastos de campaña. Es esta elección de Coahuila participan 14 partidos, sin duda un exceso que sobre todo resulta un insulto a la población por el derroche de recursos y tendrá un costo de 38 millones de pesos.
En Torreón todo parece indicar que el PRI se va a alzar con el triunfo al menos en tres distritos, si no es que repiten el carro completo. Nuevamente las guerras internas del PAN se convierten en la gran fortaleza del tricolor.
Esta desunión albiazul se ha manifestado en diversas formas. El primer golpe mediático fue la inclusión al PRI de Fernando Macías Anaya, sobrino del diputado federal, Guillermo Anaya.
Cierto que el joven Macías Anaya poco aporta en trayectoria o estructura política, pero no se ve bien que se vaya al PRI el sobrino de quien es compadre de Felipe Calderón y que actualmente es integrante de la Comisión Permanente del Consejo Nacional del PAN que es el órgano más cercano a Gustavo Madero, presidente el CEN albiazul.
Una segunda prueba de la desunión con la que llega, otra vez el albiazul, a enfrentar unas elecciones quedó de manifiesto el pasado viernes en la sesión de cabildo de Torreón donde se decidiría si se aprobaba el contrato de concesión del servicio de alumbrado público. Previamente la dirigencia del PAN dio línea a sus regidores llamándolos a votar en contra, sin considerar si el contrato era bueno o no, simplemente como línea política. Esa orden sólo fue atendida por la síndica Gaby Cassale al votar en contra, mientras que Ignacio Corona Rodríguez y Verónica Soto votaron a favor. El resto de los de los regidores panistas Sergio Lara y Angélica Campos y Mayela González, se abstuvieron de votar.
De esta forma el PRI vuelve a echar mano de la división interna que hay en Acción Nacional, en la disputa por la alcaldía de Torreón fueron los espectaculares de Jorge Zermeño, hoy el sobrino de Anaya y los regidores que no atienden la "línea" de su partido. El domingo veremos si la estrategia volvió a funcionar para ganar una elección "huérfana" donde las estructuras del voto duro darán el triunfo.
lharanda@elsiglodetorreon.com.mx
Twitter: @lharanda