Ayuda. Actualmente son 38 los niños que se atienden en Casa Sonrisa, la mayoría no tiene contacto con sus padres.
Con la idea de dar amor y cuidados a quienes le fueron arrebatados esos derechos, nace Casa Sonrisa. Desde hace 21 años, representa una segunda oportunidad para aquellos niños y jóvenes que fueron abandonados por sus padres y familiares, ya sea por la necesidad de trabajar o porque fueron víctimas de las adicciones.
Aunque el proyecto nació en 1992, fue el 23 de enero de 1993 que se convirtió en una realidad. Desde entonces, esta asociación ha atendido a más de mil menores de edad, de entre los cuales al menos 20, en su mayoría mujeres, decidieron rechazar esta oportunidad de salir adelante, para seguir viviendo en las calles o estar "atados" de algún vicio.
Pedro Rivas Figueroa, es su fundador. "Es una institución creada para niños huérfanos y abandonados, no es una correccional, ni tampoco tenemos la capacidad, aunque cuidamos niños que son especiales, no es una casa para niños especiales, pero les damos todo el cuidado que podemos", comenta desde las oficinas centrales de la asociación.
Actualmente Casa Sonrisa cuenta con tres inmuebles para dar una mejor atención a los pequeños. En la Casa Uno como él la define, está dedicada al cuidado de los niños y jóvenes que cursan ya sea el último grado de primaria, hasta la secundaria y la preparatoria. Se localiza encalle José María del Bosque número 150 norte, en la colonia Centro de esta ciudad.
En la Casa Dos se atiende a los pequeños de seis a doce años de edad. Y en la Casa Tres, los más pequeños que se encuentran en abandono total. "Normalmente tratamos que queden juntos los hermanos biológicos, tratamos de ponerlos en la misma casa", explica don Pedro.
LA HISTORIA.
El deseo de "rescatar" a estos pequeños, nace para saldar una deuda con la vida. Y es que según cuenta don Pedro Rivas, quien se dice un deudor, desde muy joven personas conocidas y desconocidas le tendieron la mano cuando más lo necesitó. "Recibí mucho apoyo de gente conocida y desconocida que me ayudó a llevar a cabo planes personales. Hubo quien me ayudó a pagar colegiaturas, hubo quien me ayudó hasta a comer, porque había momentos en que no tenía ni con qué".
"A toda esa gente que le debo tanto, que no se si ya todos murieron o ya están por morir, porque eran más viejos que yo. Y yo ya estoy viejo tengo 75 años, entonces toda esa gente, yo quedé con un pasivo, y ese pasivo cuando hubo oportunidad, pensé y decidí que lo mejor era ayudar a esos niños a que tuvieran un futuro diferente", cuenta.
EL TRABAJO
Antes de "adoptar" a los menores en abandono, se le da parte a las autoridades, tanto del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) como a la Procuraduría del Menor, la Mujer y la Familia, de esta ciudad.
Son básicamente dos vías por las que llegan los pequeños hasta este lugar: Al ser localizados en las calles o que alguien los envíe para su atención, incluso niños de Gómez Palacio, Lerdo, Matamoros, San Pedro y Francisco I. Madero.
Lo primero que se hace es darles un baño y proporcionarles ropa y comida, pues las condiciones en las que llega la mayoría, son deplorables. "Un día nos llegó una niña que nada más vestía una pantaletita que ni le quedaba como que había sido de una muñeca, era todo lo que traía. Sucia hasta decir basta", cuenta el fundador. Casos como estos son frecuentes.
Luego de que se les notifica a las autoridades, éstas intentan localizar a sus familiares, tras realizar una entrevista con los menores, para conocer quiénes son y de dónde vienen.
Si se encuentra a los parientes, se verifican las condiciones en las que viven. Si resulta que fueron abandonados, o bien, se encontraban al cuidado de una persona de la tercera edad que no puede ni cuidar de ella misma, se consideran expósitos, entonces quedan al cuidado de Casa Sonrisa, o bien, son enviados a otra institución.
"Ellos deciden si pueden permanecer en la casa hogar o van a otro sitio. Si los mandan a la casa hogar con nosotros, nos mandan acta de nacimiento, cuando la consiguen, el certificado de vacunación, el traslado de una escuela, si fueron porque normalmente son niños que no van a la escuela", explica Rivas Figueroa.
También se solicita un certificado al médico legista, ya sea del DIF o de la Procuraduría, en donde queda asentado las condiciones en las que se encontró al menor.
UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD
En Casa Sonrisa, los menores se encuentran en custodia permanente. Su actividades son como las de cualquier pequeño, salen a la escuela, a pasear y a reunirse con sus amigos.
"Nosotros procuramos darle al niño todo lo que entraña: Techo, cama, comida, zapatos, educación, cuidados de salud, formación y amor", dice sonriente y orgulloso de su labor.
Pese a todos los esfuerzos, don Pedro reconoce que existen jóvenes, sobre todo, muy rebeldes que se rehúsan a cambiar. "Hay rebeldía hay mucha agresividad que no podemos mejorar porque el niño viene muy dañado y ya cuando está en una edad de adolescente, se convierten en situaciones muy difíciles y desgraciadamente se van", comenta con tristeza.
Pero son más los casos que le generan orgullo, como el de una joven que tras titularse como licenciada en Comunicación y Periodismo, viajó a Chiapas donde se casó y después se mudó a Monterrey donde formó una familia, totalmente diferente a la de donde nació.
Y en casa, aún se encuentra un joven con discapacidad, quien se prepara para recibir su título como Técnico Dental, "y de quien esperamos que pronto abra su taller".
La tarea de Casa Sonrisa se mantiene hasta la mayoría de edad de los menores. Mantener la "pista" de cada uno de ellos es casi imposible, pues año con año son varios los pequeños que llegan en busca de esa segunda oportunidad.
SE SUMAN
Actualmente son 38 los menores que son atendidos en los tres domicilios. Pero desde su fundación, son alrededor de mil los pequeños que han sido atendidos en Casa Sonrisa. El 90 por ciento de ellos, no ha tenido contacto con sus padres ni cualquier otro familiar.
Pero la causa de don Pedro Rivas no está sola. Desde hace más de 20 años cuenta con el apoyo de la empresa Lala, quien aporta diariamente leche para la alimentación de los menores; la empresa González Reyes, del Centro, quien apoya con abarrotes y verduras su causa; así como Tyson y fundación. Y en algunas ocasiones Soriana. "Quiero expresar nuestro agradecimiento por la responsabilidad social de tanta empresa de La Laguna", señala.
EL MENSAJE
Para evitar que sean cada vez más los menores que terminen en abandono, en las calles o se sumen a las filas de la delincuencia, el fundador de Casa Sonrisa, dice "como sociedad debemos buscar cumplir cada quien la parte que le corresponde; a la familia le corresponde una parte, que en muchas ocasiones no se cumple porque están muy ocupados mamá y papá; a las iglesias de todos los credos que pongan mayor énfasis junto con las familias en la formación de valores, no de ritos y mitos, que cada quien hará lo propio, sino de valores perennes; a las escuelas que busquen tener un contacto estrecho con la familia y que busquen involucrarlas en las actividades de la escuela".
Y a las sociedades intermedias pide que se comprometan más con el desarrollo social, y a la Iniciativa Privada "que continúe apoyando las causas nobles que forman seres humanos para el bien común que recuerden como alguna vez lo expresó un papá "toda propiedad privada tiene una hipoteca social'', puntualizó.
De servicio tiene Casa Sonrisa en Torreón
Son los que se atienden actualmente en las viviendas
Son donde se atienden a los menores abandonados
Para ayudar
Casa Sonrisa cuenta con tres viviendas para brindar mejor atención a los menores:
⇒ Casa 1, ubicada en calle José María del Bosque 150 norte en la colonia Centro de Torreón. El teléfono es 7-13-72-05, para brindar apoyo.
⇒ Casa 2, se localiza en avenida Escobedo 1748 oriente en la colonia Centro. El teléfono es 7-18-48-34
⇒ Casa 3, se ubica en Privada José Unzueta 1636 oriente en la colonia Centro. El teléfono es 7-22-55-39.
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