HALLAZGOS DE UN POLICíA EN CRISIS
Pan, Educación, Libertad, la más reciente novela de Petros Márkaris (Estambul, 1937), no comienza como una ficción policial: no si consideramos que no existe un enigma en los primeros cuatro capítulos, y que el comandante Kostas Jaritos, titular del departamento de homicidios, no tiene un crimen qué investigar sino hasta la página 48, cuando una llamada anónima revela que el cadáver de un prominente empresario ateniense yace encima de una montaña de basura en el Centro Olímpico de Fáliro. Y si a esas vamos, este libro tampoco termina como una novela policial aunque tengamos confesiones firmadas y en un cajón aparezca la pistola humeante. Tras la última página brota la sensación de estar frente a un rompecabezas que encaja, sí, pero que deja frente a nosotros una imagen desoladora. El alma no descansa reconfortada porque se haya hecho justicia, tampoco aparecen luces en el horizonte, al menos no provenientes de la aplicación de la ley. Así parecen ir las cosas en Grecia en estos tiempos, del mismo modo que en buena parte del mundo: entre estados débiles, rebasados por el crimen organizado, y ciudadanos que confían cada vez menos en quienes llevan el timón.
Por fortuna es saltándose las reglas como se escriben las mejores novelas, y eso incluye al género negro. Como ocurre con los otros dos títulos que conforman la llamada "trilogía de la crisis" (Con el agua al cuello y Liquidación Final, ambas publicadas por Tusquets) Márkaris se aleja de las fórmulas del policial precocido para entregarnos una pieza muy memorable. En los primeros seis capítulos de la novela, Márkaris despliega testimonios de una Grecia empobrecida por la crisis que estalló en 2010. Al abrumador desempleo y a los sueldos que no alcanzan, a la mutua desconfianza entre griegos y alemanes atizada por la misma crisis, a la presencia de nacionalistas que ven en los inmigrantes una amenaza para el país, se suma en esta ocasión un elemento que convierte al testimonio en un relato imaginario, aunque con bases dolorosamente reales: el autor recrea los alcances que podría tener la crisis tras un hipotético regreso al dracma, mientras Italia y España vuelven a liras y pesetas.
Pocos escritores serían capaces de escribir una trilogía de novelas que tuviese como telón de fondo una situación tan compleja como la crisis europea. Y entre éstos, quizá el más apto sea Márkaris: nacido en Estambul en 1937, hizo la primaria en una escuela griega y la secundaria en un colegio donde se hablaba alemán. Más tarde estudió Economía en Grecia, Turquía, Alemania y Austria antes de especializarse en cultura alemana y traducir al griego a Goethe, a Brecht, a Schnitzler. Así pues, este traductor-economista que lleva décadas viviendo en Atenas resulta un perfecto mediador para sortear los abismos presentes en esta novela: el que separa a griegos y alemanes, el que separa a nativos e inmigrantes, el que separa a jóvenes y viejos.
En manos de Márkaris la novela policial parece un pretexto para ir un poco más allá, siempre en el mismo sentido de la realidad. El autor usa la ficción como zona de prueba para responder a la pregunta: ¿qué pasaría si…? Un ejemplo muy claro proviene de Liquidación Final, la segunda novela de la trilogía: en ésta, un asesino amenaza con ejecutar, uno por uno, a los grandes evasores de impuestos de su país. Tras la muerte del primero, los millonarios que utilizan recovecos legales para no cumplir con el fisco comienzan a ponerse al corriente con el Estado y de pronto hay más dinero para educación, salud y programas sociales. Paradójicamente el mismo Estado es el encargado de detener al asesino, cayendo así en un conflicto de intereses.
Sin pretender moralejas, Pan, Educación, Libertad nos hace entrever lo que se esconde tras un refrán popular repetido muchas veces a lo largo de la novela. Un refrán que, sumergidos en nuestras propias turbulencias, los mexicanos conocemos bien: La pobreza agudiza el ingenio.