El de la estirpe de “Los Canelos”, se llevó la victoria sobre Omar Chávez (32-3-1, 22KO), por decisión unánime. (Cortesía Zanfer)
Inocente sólo hubo uno. Y no fue el de los Álvarez. Ramón (20-4-2, 12 KO), el de la estirpe de los "Canelos", se llevó la victoria sobre Omar Chávez (32-3-1, 22 KO), por decisión unánime, para doblegar a Los Chávez en la pelea entre dos familias que son acérrimas rivales en el boxeo mexicano.
El "Inocente" Álvarez, hermano de Saúl Álvarez, ganó la pelea en nueve de los 10 rounds con sus ataques frontales, con cruzados y entrando a la media distancia, para llevarse el triunfo sobre el hermano de Julio César Chávez Jr de forma unánime, con unas tarjetas de 92-94, 92-96 y 92-94, en pelea celebrada en el Palenque de la Feria, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Así, Ramón Álvarez se adueñó también del cinturón superwelter de Norteamérica de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).
Los primeros intercambios de golpes se hicieron sentir con intensidad por parte de los dos boxeadores, quienes mostraron velocidad de piernas y golpes, sin que alguno retrocediera un centímetro.
En el segundo asalto, Ramón Álvarez conectó interesantes rectos al rostro de Omar y después bajó la velocidad con el objetivo de medir su estrategia. Este peleador del clan de los "Canelos" se mostraba con hambre de poner en alto su apellido.
Para el tercer asalto, Ramón conectó tres potentes golpes de poder sobre el rostro del "Businessman" y con ello el público chiapaneco empezó a corear su nombre.
A la mitad de la pelea, en la esquina de los Álvarez había emoción. Sentían que era cuestión de tiempo para que el "Inocente" acabara con su rival. Ramón tuvo la virtud de boxear a la media distancia y tener el tiempo para lanzar sus feroces golpes.
El grito de "¡Chávez, Chávez!" retumbó la arena para el sexto. Pero Omar ya resentía el castigo con laceraciones en el lado izquierdo de su rostro. No soltaba sus golpes, sólo sostenía su defensa con preocupación, ante una esquina roja desesperada.
Para el séptimo episodio, Ramón manejaba a su manera el combate. Castigaba por arriba al igual por abajo. Su mirada mostraba furia en cada castigo lanzado y aún parecía no acabar de saciarse.
Al final de la contienda, Álvarez ya se daba el lujo de bajar la guardia. Incluso, hasta se animaba a sentir la pegada de su oponente.
Al "Inocente" le pedían que mantuviera la guardia ante un posible regreso de Omar, quien se lo jugó todo en el último asalto, pero ya era demasiado tarde. La noche ya era para la familia de los Álvarez.