La noche del domingo se respiraba tensión en la Ruana, tenencia de Buenavista Tomatlán, Tierra Caliente, Michoacán. La razón: había vuelto Hipólito Mora, líder y fundador de las autodefensas.
Hipólito dejó la prisión el viernes, dos meses y cinco días después de haber sido encarcelado. Se le acusó de los homicidios de Rafael Sánchez Moreno "el Pollo" y de José Luis Torres Castañeda, dos miembros de las autodefensas de su misma comunidad.
En el expediente consta, que a Hipólito lo encarcelaron en base a las dichos de los familiares de las víctimas que declaran sospechar de él porque existía un diferendo entre sus familiares e Hipólito, y por el testimonio de una mujer, Patricia Magaña, que declaró haber visto a Hipólito y a sus hombres golpeando a las víctimas en un retén la noche previa a que se encontrarán sus cadáveres calcinados. Unos días después, cuando Patricia Magaña amplió su declaración, dijo que todo eso lo había visto a una distancia de 500 metros, "como a cuatro o cinco cuadras y que estaba oscuras". Una reconstrucción de los hechos habría bastado para demostrar la imposibilidad de reconocer a nadie a esa distancia, a las 11 de la noche, y en ese lugar, pero nunca se hizo. Eso es todo lo que contiene el expediente. Ante la evidente falta de pruebas, los rumores entre los mismos líderes de las autodefensas corren: que en realidad lo encarcelaron para salvarle la vida porque otro grupo de autodefensas lo iba a matar; o que fue para que se tranquilizara porque andaba muy rebelde con las autoridades. Por lo pronto el mensaje que mandaron las autoridades fue recibido: que pueden meter a cualquiera a la cárcel y en cualquier momento sin necesidad de pruebas. En un sólo episodio se desprestigió al movimiento de las autodefensas, a Hipólito que fue presentado como un vulgar asesino y al sistema de justicia que se usó como un instrumento para lograr otros fines.
Cuando detuvieron a Hipólito los otros líderes de las autodefensas le dieron el beneficio de la duda a las autoridades y no sin dolor e incomodidad declararon una y otra vez que no estaban para solapar ningún crimen. En la misa del domingo, en la noche, en la Ruana, el Doctor Mireles le pidió perdón a Hipólito por no haberlo defendido cuando lo detuvieron. La confianza ciega en las autoridades ya no es la misma. A él también ya lo señalaron como probable responsable de homicidio y lo exhibieron con una fotografía que no prueba nada.
La tensión que se vivía en la Ruana este domingo es comprensible. Regresó el líder que se atrevió a desafiar a los "Templarios" y su gente se emocionó, pero hay dos muertos a los que no se les ha hecho justicia y sus amigos y familiares están dolidos y agraviados. A falta de justicia las suposiciones y las sospechas envenenan al pueblo. Si no fue Hipólito ¿quién fue? El domingo y ayer el ruido señalaba a los Bonilla, una familia que regresó a la Ruana para recibir a Hipólito. Ellos piden que sea la autoridad la que investigue. Y sí, todos pedimos que investigue porque la paz en la Ruana y en todos partes sólo se puede lograr con justicia, pero con la verdadera. Y en este caso, como en tantos, se encarceló a uno sin pruebas y se dejó en la calle a los responsables.
Hablé con Hipólito el sábado - "Meten a la cárcel a los buenos... señora"- me dijo con asombro y enojo. En estos días buscará integrarse a las policías rurales estatales. A pesar de todo sigue pensando que hizo lo correcto cuando se levantó pidiendo la ayuda del Estado en contra de los criminales.