Cerca de 19 mil aficionados abarrotaron el inmueble. (EFE)
La altura de la capital mexicana estuvo a la par del juego que desarrollaron los Rockets de Houston, que este miércoles vencieron 113-101 a los Timberwolves de Minnesota en el regreso de un partido oficial de la NBA a nuestro país.
Y es que como mencionó el coach Kevin McHale, cuando su quinteta hace de la defensa su mayor fortaleza, el resultado está casi garantizado. La noche del miércoles volvió a ser un performance defensivo, pues frenó a Minnesota y lo derrotó sin mayores problemas en la Arena Ciudad de México.
El triunfo del conjunto de la "Ciudad espacial" tuvo como piloto de la nave a "Supermán" Dwight Howard, quien terminó el encuentro con 22 puntos, 10 rebotes y dos asistencias en 33 minutos que estuvo sobre la duela.
La actuación de Howard fue secundada por James Harden y Trevor Ariza, quienes aportaron 23 y 16 unidades respectivamente. Si bien la "Barba" Harden no tuvo su mejor porcentaje de tiros, al registrar 8 de 23, fue engrane de la maquinaria con 10 asistencias, para darle un triunfo a su quinteta por 12 puntos de diferencia.
Desde la larga distancia, el griego Kostas Papanikolau colaboró también con cuatro triples, en un mismo número de intentos, para apuntalar el triunfo de los Rockets.
Por los Timberwolves, el novato Andrew Wiggins fue el hombre más peligroso; su vértigo ofensivo lo hizo sumar 15 puntos; sin embargo, la mayor respuesta de Minnesota vino desde la banca con Corey Brewer.
Con esto, los Rockets de Houston obtienen otra victoria en fase regular en suelo mexicano, como sucedió en 1997, cuando pasaron 108-106 sobre los Mavericks de Dallas.
La asistencia en la Arena de la Ciudad de México fue de 18 mil 996 aficionados.
Ahora sí vio la NBA
Sí, tuvieron que pasar 341 días, pero la metamorfosis se consumó. Aquel humo gris que inundó la duela de la Arena de la Ciudad de México el 4 de diciembre del año pasado y que ocasionó que miles de miradas se encerraran en la desilusión por la cancelación del juego entre los Spurs de San Antonio y los Timberwolves de Minnesota, esta vez no cegó el brillo que la NBA y organizadores debían.
Más que un partido de temporada regular de la mejor liga profesional del mundo, lo que se vivió en la capital mexicana fue una noche de cumplir promesas.
La primera de ellas por parte de la empresa que, ante el bochorno del 2013, se propuso convencer a la oficina de la NBA para continuar con el contrato de encuentros oficiales. Timberwolves, una vez más, fue el equipo que cedió su localía y los Rockets de Houston, un rival que convive en el escalón de los Spurs.
Los gritos de acción que se quedaron ahogados ahora sí estallaron. La NBA hizo válida su palabra; descargas de emoción en un partido, tal y como sucede en cualquier recinto de Estados Unidos o Canadá. Arena con luces y una pantalla que animó el cotejo. Porristas que amenizaron tiempos muertos y mascotas que arrancaron sonrisas.