Los métodos más comunes del intento suicida son la utilización de un instrumento punzocortante, lanzándose al vacío, ahorcamiento e intoxicación con medicamentos. (ARCHIVO)
Los adolescentes representan el grupo de edad más vulnerable para el suicidio, al encontrarse en una etapa difícil de su vida ya que enfrentan una lucha interna por las cosas que dejan de hacer y las que deben emprender para desarrollar habilidades sociales, lo cual les genera confusión y crisis. Esto, aunado a factores de depresión, ansiedad, daño neurológico en etapas tempranas, así como el consumo de sustancias adictivas, los problemas de comportamiento y otros.
Otra causa común de la conducta suicida son los trastornos de personalidad, presentes sobre todo en la población adolescente, al manifestarse una alteración llamada trastorno límite de la personalidad, caracterizado por un problema de carácter que se expresa en las emociones, dificultad para frenar los impulsos, además de conducta agresiva a sí mismo o a los demás, ocasionando incluso lesiones.
Este grupo de pacientes son los que repiten con más frecuencia la conducta suicida por no poder frenar el impulso de la agresión y más cuando se asocia con factores de depresión, angustia, alteraciones mentales, discordia familiar, ruptura amorosa, enfermedad, problemas escolares, laborales, económicos y otros.
Cuando una persona repite la idea de quitarse la vida, cada intento aumenta el peligro de consumar el suicidio al utilizar métodos más letales.
Hay un factor poco conocido entre la población, el biológico. Debido a una lesión en el sistema nervioso, causado por hipoxia e inadecuada atención o complicación de enfermedades al nacimiento y traumatismo craneoencefálico, pueden provocar trastornos por déficit de atención e hiperactividad, problemas de angustia, vínculo, desarrollo de habilidades de aprendizaje y descontrol de los impulsos, estos últimos causantes de intento suicida.
Al ser este factor desconocido por la población, el intento de suicidio se atribuye a situaciones como el haber reprobado, humillación, castigo por parte de los padres, rivalidad entre hermanos u otros que precipitan la idea de quitarse la vida.
Se recomienda, sobre todo a los padres de familia, identificar estas características en sus hijos para solicitar tratamiento oportuno, incluso desde que nacen, ya que si, por ejemplo, presentaron problemas de hipoxia debe recibir terapias de estimulación temprana y un seguimiento semestral de su desarrollo para identificar fallas, a fin de reducir o impedir el desarrollo de cualquier tipo de patologías, incluyendo del comportamiento.
Cuando un menor de tres años expresa inseguridad, codependencia de la madre, dificultad para separarse o ansiedad, tiene problemas para regular sus emociones, por lo cual debe recibir atención para evitar que se complique más adelante con agresividad, impulsividad, conductas de riesgo o accidentes frecuentes.
En edad escolar, lo más común en quienes tienen conductas suicidas son los problemas depresivos, ansiosos o de adaptación escolar que se manifiestan con cambios de actitud y comportamiento, bajo rendimiento escolar, introversión, falta de atención y dispersión. Muchos de estos casos se resuelven con sólo modificar el clima o el ambiente familiar y evitar los problemas de pareja frente a los hijos.
El consejo para los padres desarrollar una comunicación estrecha con los hijos sin invadir su privacidad ni faltarle al respeto, a fin de establecer una relación de confianza e identificar con mayor facilidad cualquier alteración.
Quien presenta esta patología requiere gran apoyo familiar, además de la atención psicológica y en algunos casos psiquiátrica, que implica en pacientes graves la hospitalización.
Los métodos más comunes del intento suicida son la utilización de un instrumento punzocortante, lanzándose al vacío, ahorcamiento e intoxicación con medicamentos.
