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Las ventajas de ver lo invisible

RAÚL HUMBERTO MUÑOZ ARAGÓN

La existencia nos viene de los otros, es indispensable que a la vez de nuestra propia existencia se dé la de ese otro que nos defina, que nos visualice, que genere un concepto de nosotros en el que nos haremos de una identidad reconocida, la cual ha de cobrar sentido siempre ante la presencia y la coexistencia de todos.

Para existir, es menester ser visto, de ahí ha de derivar esto que llamamos existencia, antes de ser visto -y no me refiero exclusivamente al proceso que inicia al ser atrapado por el sistema ocular, hay que tener claro que para ver usamos no sólo los cinco sentidos, pues además de ellos están los sueños y la prodigiosa fábrica de ideas que es la mente…-, dicho lo cual, continuo, antes de ser visto, no somos, hemos al menos ser soñados, imaginados o pensados para empezar a ser.

Este proceso de existir es claro el cómo ocurre al pensar en la existencia de un texto, ya sea una novela, un cuento, un ensayo, una tesis, no importa el género, puede ser literario, periodístico, académico o científico, todo texto inicia su vida cuando es visto por primera vez, cuando es atrapado por nuestra imaginación, por nuestros sentidos, por nuestro cerebro y esto es igualmente cierto con cualquier producción artística, científica, tecnológica e incluso teológica, que a fin de cuentas la existencia de Dios dio inicio el día que fue atrapado y visualizado con nuestra mente y cedido al ámbito de la fe, donde ser y existencia se distancian y encuentran.

Para ver hay que estar dispuestos a ser sorprendidos, a encontrar un mundo cada vez más completo, más complejo, más diverso; un mundo tan lleno de seres e individuos que han de poner a prueba nuestras creencias, nuestras ideologías, esas certezas que atesoramos como verdad inalterable, esas certezas que nos dan sentido y seguridad. Hay que estar dispuestos a abandonar nuestra zona de confort, esa en la que todo es conocido y controlado. Ver implica disentir, tolerar, respetar, consensuar, pensar y actuar diferente, en armonía con aquello que arribe a nuestro mundo, tan lleno de cotidianidad que evitamos cualquier nota que altere el ritmo de la vida y por ello a veces decidimos no ver, perdiendo con ello la oportunidad de crecer, de disfrutar de la presencia que hoy no existe.

Será acaso que aún no hemos visto del todo a los "otros", a hombres y mujeres que luchan igual que nosotros día a día, que trabajan escondidos en la miseria, en la vorágine de un mundo moderno que no tiene espacio para ellos. Un mundo producto de una globalización que nos ha llevado al umbral de una multicitada Sociedad del Conocimiento harto ignorante, donde, eso sí, la información fluye en todos los sentidos, en todas direcciones, pero que no genera el conocimiento deseado, que no llega a todos, que a fin de cuentas con hambre poco importa el conocimiento. Vivimos un momento en que el espíritu humano está adormilado en una modorra producto de un egolosinamiento de "sus logros" y no quiere ver aquello que los opaque, negándole con ello el derecho a existir.

Hoy, el mundo ha volteado a ver a México, nos señala la existencia de una realidad que duele, que está presente y que personas de diversos países nos echan en cara, denuncian la corrupción y negligencia de un gobierno para hacer de la justicia una realidad tangible, señalándonos hoy a Ayotzinapa, y el descubrimiento de ello nos ha llevado ver con asombro la agresión, muerte y desaparición no sólo de cuarenta y tres normalistas, sino de muchos más, de esos futuros profesores que tienen una forma diferente de pensar y que da miedo al gobierno.

Pero Ayotzinapa, en este brillo fúnebre que hoy tiene, nos ha bloqueado la visión de una violencia que no tiene freno, no que niega el derecho a existir, es tal su presencia que nadie ha preguntado y no nos han dicho de quiénes son los cuerpos encontrados en múltiples rincones de México, o quiénes son los encontrados en ya una incontable lista de fosas en Guerrero y si lo extendemos en todo México, olvidando que son hijos, padres, hermanos… ver los videos que hoy circulan en YouTube hechos por mujeres y hombres del mundo clamando por la verdad, por el regreso a casa de los jóvenes estudiantes y de ésos más de veinte mil mexicanos que han desaparecido de los hogares, familias de este México tan tristemente nuestro, esos videos en verdad que conmueven hasta que una lágrima furtiva da fe de ello.

Cuando niño, aprendes a sentir orgullo por este México nuestro; cantar el Himno Nacional siempre era algo que enchinaba la piel, el juramento a la bandera lo gritamos a todo pulmón, ser miembro de la escolta un honor que enorgullece no sólo al convocado sino a la familia. Hemos de vernos mutuamente, reconocernos, darnos la oportunidad de existir todos y hacer lo necesario para que esos mexicanos regresen a casa.

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