Ciencia INVESTIGACIÓN MÉDICA ASTRONOMÍA INVESTIGACIÓN

Industria agrícola, asesina silenciosa

De entre las múltiples actividades vinculadas al manejo de tóxicos, Ramírez considera que la agricultura es una de las más peligrosas por la gran dispersión de productos como los pesticidas y el gran número de trabajadores que entran en contacto directo con las sustancias, desde quien lo fabrica hasta quien lo distribuye y aplica. (ARCHIVO)

De entre las múltiples actividades vinculadas al manejo de tóxicos, Ramírez considera que la agricultura es una de las más peligrosas por la gran dispersión de productos como los pesticidas y el gran número de trabajadores que entran en contacto directo con las sustancias, desde quien lo fabrica hasta quien lo distribuye y aplica. (ARCHIVO)

EL UNIVERSAL

¿En qué se parece una mosca a un humano? Parecería haber pocas coincidencias entre la pequeñísima Drosophila que suele rondar un pedazo de fruta y la persona que observamos frente al espejo, sin embargo hay 60% de coincidencias genéticas.

Estas similitudes les han servido a los investigadores para internarlas en los laboratorios y realizar investigación científica en diversas áreas. Uno de estos campos es registrar los efectos de sustancias tóxicas usadas cotidianamente, como en la actividad laboral en las principales industrias.

La doctora Patricia Ramírez Morales, investigadora del área de Genética y Toxiciología ambiental de la Facultad de Ciencias de la UNAM, señala que una de las grandes ventajas de estos modelos es su numerosa descendencia y la posibilidad de analizar los efectos de tóxicos en varias generaciones con poco espacio y recursos.

"La mosca de la fruta tiene una similitud genética con el humano bastante aceptable. En ese sentido este modelo animal permite avanzar en el conocimiento para entender, por ejemplo, cómo reacciona un organismo a cierta sustancia en particular o cómo es que un gen es regulado", señala la especialista quien lleva más de 15 años trabajando con este tipo de insectos.

Uno de sus campos de estudio han sido los pesticidas. Ramírez señala que muchas de las sustancias utilizadas en el campo se han considerado relativamente inocuas, como el caso del glifosato, un herbicida asociado al cultivo de transgénicos.

"Se asume que el blanco específico de esta sustancia es una enzima que poseen las plantas, en ese sentido no sería tóxico para el humano, pero tenemos enzimas similares, por ejemplo relacionadas con la diferenciación gonodal, que nos vuelven susceptibles a estas sustancias".

De entre las múltiples actividades vinculadas al manejo de tóxicos, Ramírez considera que la agricultura es una de las más peligrosas por la gran dispersión de productos como los pesticidas y el gran número de trabajadores que entran en contacto directo con las sustancias, desde quien lo fabrica hasta quien lo distribuye y aplica.

Según cifras de la OIT, el número de trabajadores activos en la producción agrícola mundial es de mil 300 millones, lo cual corresponde a 50% de la mano de obra en el mundo. La investigadora señala que en el norte del país, en la zona del Bajío, es muy común que los pesticidas se apliquen por medio de avionetas, dispersando los contaminantes a un nivel en que la gente tiene que correr para evitar ser bañado por sustancias que evidencian su daño corroyendo la pintura de autos.

Las comunidades de trabajadores del campo no sólo están cercanos cotidianamente a estos productos vía laboral, sino también en el entorno familiar en el que habitan. "Los nuevos retos en los estudios relacionados con la toxicología tiene que ver con entender el efecto de las dosis bajas y uso prolongado de este tipo de sustancias", dice.

La doctora Regina Dorinda Montoya, del Departamente de Genómica y Toxicología Ambiental del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM señala que el riesgo de toxicidad para los trabajadores tiene que ver con las concentraciones de los compuestos a los que están expuestos y con el tiempo de exposición que tienen en las industrias.

Las normas sobre los niveles de exposición y la utilización del equipo adecuado no son determinantes, ya que no hay una supervisión directa y estricta sobre estos asuntos.

Para Montoya uno de los principales problemas de los trabajadores de otra de las industrias que más riesgos representa, la petroquímica, es la llamada exposición a cuerpo entero mediante los compuestos que contienen partículas volátiles como los hidrocarburos aromáticos.

Las especialistas señalan que en el caso de la industria petroquímica, hablando específicamente de Pemex hay departamentos y hospitales especializados que se originaron con un interés de proteger al trabajador, sin embargo tanto los equipos como las normas, también envejecen.

Monitoreo en pañales

Mientras que en EU y Europa han existido programas de monitoreo de la salud de los trabajadores de este tipo de industrias desde mediados del siglo pasado, en nuestro país esta área es un terreno casi virgen.

"En Pemex recientemente abrieron un laboratorio de toxicología en Veracruz como un primer intento de monitoreo para determinar a qué están expuestos los trabajadores y determinar metabolitos de los compuestos químicos más peligrosos en sus organismos".

"Son muy optimistas al decir que no se exceden niveles y que los trabajadores no tienen sobrecarga de exposición. El tiempo es lo más importante para tomar en cuenta. Los trabajadores pueden tener una exposición baja pero si es crónica, en cierta etapa de su vida empezarán a desarrollar sintomatología. Las enfermedades de mayor riesgo en esta industria son los cánceres hepático, pulmonar, de vejiga y riñón".

En México ante la enfermedad generalmente sobreviene la jubilación e incluso el despido.

"En los países donde la industria ha sido fundamental con una fuerza de trabajo basada en el obrero, se han desarrollado sistemas muy cuidadosos de salud que toman en cuenta al trabajador y su familia, tomando en cuenta de que estas exposiciones a compuestos químicos ponen en riesgo la fertilidad y la salud de la descendencia, como leucemias desde la infancia".

La especialista señala que todo es regulado por organismos que evalúan la salud de los obreros y les dan seguimiento según el nivel de exposición, así que funcionan con rotaciones y descansos según los resultados de las pruebas químicas efectuadas.

Montoya señala que esta también debería ser una responsabilidad de las autoridades de salud pública del país, que además ahorrarían mucho dinero en el tratamiento de enfermedades ligadas a estas sustancias.

La forma de medir el impacto de los tóxicos en el organismo es mediante los biomarcadores, midiendo el nivel de exposición de las sustancias específicas mediante metabolitos en orina o suero.

"El compuesto químico no es inerte, interactúa con los tejidos y células. De la misma forma en que digerimos alimentos y se transforman para nuestro desarrollo, estas sustancias son trasformadas por el cuerpo. Al biotransformarse, la sustancia toxica se vuelve más activa e interactúa con proteínas, membranas y material genético".

De esta forma se adelantan los procesos de envejecimiento y además del riesgo de diferentes tipos de cáncer, aparecen problemas como insuficiencia renal, por ejemplo, pues en el momento de que los tóxicos son eliminados por los riñones, producen el daño.

Para poder anticipar la enfermedad e incluso determinar la terapia a seguir, los biomarcadores moleculares ayudan a realizar un análisis a profundidad de las células y ver si hay alteraciones en las enzimas o si se presenta daño en material genético, como rompimiento cromosómico o diferentes tipos de mutaciones.

La cantidad de información que se genera con estos estudios es muy grande, se analizan los resultados por patrones y de esta forma se pueden determinar los mecanismos de la enfermedad. Por sus altos costos, en nuestro país no hay recursos para utilizar esta tecnología para evaluar procesos ligados a la exposición, sólo para nivel investigación y para el desarrollo farmacéutico.

Montoya agrega que además de las industrias agrícola, petroquímica y minera, otra que debería evaluar sus riesgos muy puntualmente es la cementera. Según un informe reciente de la OMS el ritmo de la innovación y desarrollo de nuevos productos químicos no crece a la par de la investigación de cómo repercuten en la salud, como el caso de la nanotecnología. Los retos sobre toxicidad laboral aún son muchos y en nuestro caso se suma medio siglo de indiferencia.

Leer más de Ciencia

Escrito en: industria agricola

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Ciencia

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

De entre las múltiples actividades vinculadas al manejo de tóxicos, Ramírez considera que la agricultura es una de las más peligrosas por la gran dispersión de productos como los pesticidas y el gran número de trabajadores que entran en contacto directo con las sustancias, desde quien lo fabrica hasta quien lo distribuye y aplica. (ARCHIVO)

Clasificados

ID: 1067384

elsiglo.mx