El rezago que enfrenta Torreón y la Comarca Lagunera frente a la capital del estado de Coahuila y otras ciudades del norte de la República, no sólo se refleja en la infraestructura urbana y el desarrollo económico. La atención médica pública es otro aspecto en el que la otrora orgullosa Perla de La Laguna se ha ido quedando atrás, a resultas de la falta de visión de las autoridades locales y el abandono de las administraciones estatales y federales. Mientras que Saltillo en la última década ha renovado y ampliado su infraestructura hospitalaria, Torreón ha tenido, prácticamente, nulos avances en el mismo período. Los proyectos anunciados allá sí se concretan, las promesas realizadas aquí en eso se quedan.
La muestra fehaciente de esta disparidad se encuentra en la cantidad y calidad de unidades médicas que administra la Secretaría de Salud del Estado. Aunque ambas ciudades cuentan con un número de habitantes similar, según datos de la propia secretaría disponibles en su página web (www.saludcoahuila.gob.mx), en la zona urbana de Saltillo existen 24 unidades, mientras que en Torreón son 18. Pero la diferencia más importante no está en el número, sino en los servicios que se ofrecen. En la capital de Coahuila el Gobierno estatal cuenta con tres hospitales: el Hospital General, inaugurado en 2010, el Centro Estatal de Salud Mental y el Hospital Especializado del Niño. En contraste, la autoridad de la entidad sólo maneja en Torreón el Hospital General, el cual no sólo es obsoleto por su antigüedad sino que ha sido rebasado por la demanda debido, sobre todo, al Seguro Popular.
Dos ejemplos recientes del escaso interés que muestran los gobiernos para mejorar y ampliar la infraestructura hospitalaria de Torreón son los proyectos del nuevo hospital general y del hospital de especialidades del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). En el caso del primero, la obra inició en 2010 y no ha sido terminada por falta de recursos. En el caso del segundo, el gobernador Rubén Moreira anunció el año pasado la donación de un terreno para la construcción del nosocomio, lo cual no ha ocurrido. Y aunque se había dicho que la construcción de la nueva unidad iniciaría en 2014, esto no ocurrirá puesto que la obra no fue incluida en el Presupuesto de Egresos de la Federación.
En contraste, Saltillo cuenta ya con un nuevo y moderno hospital de alta especialidad del ISSSTE, aunque, hay que decirlo, a poco más de un año de inaugurado aún no opera al cien por ciento por falta de equipamiento en algunas áreas.
Por si fuera poco, el Gobierno del estado ha afectado financieramente a otras unidades que ofrecen servicios que las unidades de la Secretaría de Salud no pueden dar. Tal es el caso del Hospital Universitario y su unidad infantil, los cuales han denunciado en numerosas ocasiones el retraso en la entrega de recursos por el pago de la atención del Seguro Popular. A esto hay que sumar la demora en el cambio de la sede del Servicio Médico Forense (Semefo), que actualmente se encuentra en el Hospital Universitario con todos los problemas de higiene y seguridad que ocasiona.
Pero más allá de las comparaciones y las críticas a los privilegios de la capital, lo que resulta más preocupante es la ausencia de instituciones públicas en Torreón para brindar atención a grupos de alta vulnerabilidad, como lo son los adultos mayores y las personas con enfermedades psiquiátricas. Es lamentable observar la cantidad de gente de la tercera edad con males crónicos o que padece de sus facultades mentales que deambula por la calle sobreviviendo de la caridad de los transeúntes, la mayoría de las veces en condiciones deplorables. ¿Acaso no hay en todo el sector público de salud alguien a quien le importe esta alarmante situación?
En suma, no es posible que en los últimos años sólo se haya podido concretar la apertura de un hospital público en Torreón, el municipal, el cual, dicho sea de paso, enfrenta problemas legales por la propiedad del inmueble en donde se encuentra. Una mancha más a la ya de por sí oscura realidad de la salud pública en la región en donde hay mucho por hacer.
‘RESFRIADAS’ CONFUSIONES
El manejo que hasta ahora han hecho las autoridades y las instituciones de salud de los casos de influenza AH1N1 ha dejado mucho qué desear. Frente a los temores y rumores que corren entre la ciudadanía, las autoridades han sido lentas y omisas para brindar información clara y oportuna que abone a la certidumbre sobre lo que está ocurriendo. No se puede permitir que en un asunto tan delicado de salud pública haya instituciones que no respeten las normas y los protocolos y que las autoridades manejen cifras encontradas. Luego de la reunión que sostuvo la semana pasada el Consejo Estatal de Salud, es de esperar que las cosas se enderecen y la información fluya con celeridad y claridad. La vida de los coahuilenses es lo que está en juego.
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