Jacobo de Jesús
"Tus cuerdas me tocaron en lugares delicados, pero es hermosa la heredad que me ha tocado". Salmo 16.6.
Hablar de la vida de un hombre bueno no es fácil. Máxime cuando este hombre ha vivido de una forma justa y agradable delante de la presencia de Dios. En todo momento habla y predica el Evangelio.
Jacobo Zarzar Gidi, un comerciante que dedicó su vida al trabajo formando una empresa familiar junto a su esposa Blanca Alicia y sus hijos: Lizzet, Gerardo, Gina y Jéssica.
"Levantando todos los días una pesada cortina de acero" -como él decía. Su labor temprano iniciaba, vendiendo vestidos de novia, primeras comuniones, xv años.
Publicando, domingo a domingo, por más de 30 años, su columna "Más allá de las palabras" en el periódico "El Siglo de Torreón", oportunidad que recibió de su buen amigo Miguel Ángel Ruelas.
Las enfermedades no nos piden permiso para instalarse en nuestras vidas; solas aparecen. El buen Jacobo enferma la primera vez y es atendido con extraordinarios resultados, recupera la salud y continúa su trayectoria por la vida.
"Tengo muchas ganas de vivir, soy un guerrero. Gracias a mi Señor Jesucristo, tengo una nueva oportunidad" eran algunas de sus palabras.
Quiero ver a mis hijas casadas y conocer a mis nietos.
Dios le concedió todo cuanto Jacobo le pidió. Sus hijas se casaron y su hijo. Luego conoció a sus nietos. Le pidió a Dios estar en los quince años de su nieta Ivonne.
Los viajes que deseó, Dios se los cristalizó junto a su esposa Blanca.
Los frutos que cosechó Jacobo son innumerables, como las cartas que le escribían semana a semana sus lectores donde le agradecían y felicitaban por sus columnas, las cuales decían cómo les había cambiado la vida de una forma positiva y esperanzadora.
Cómo olvidar su trabajo de misionero junto al padre Manuelito quien lo invitaba a darles pláticas a los internos del Cereso de Torreón. Su viaje a Tijuana junto al padre, a la cárcel más peligrosa de México "El Pueblito".
Sus mensajes en los grupos de Alcohólicos Anónimos de la Comarca Lagunera.
Su encuentro sorpresivo junto al padre David Estala. Un domingo, Jacobo va a conocer al padre a la casa Paterna Divina Providencia; y al final de la misa, el padre Estala le dice: "-Aquí está Jacobito, el llorón"-. Jacobo le responde: "-No entiendo padre, usted me conoce". "-Claro, ya no te acuerdas, cuando estabas chiquillo, llorabas cuando el hijo del jardinero de tus papás se iba; tú llorabas, y tu mamá me pagó el colegio Josefino para que yo fuera contigo a estudiar".
Gran sorpresa se llevó Jacobo ese domingo con el padre David Estala.
Estudiante lasallista que siempre recordó y respetó en todo momento a sus padres y maestros. Orgulloso de su Instituto Francés de La Laguna.
Jacobo Zarzar Gidi, un hombre descendiente de padres palestinos que en todo momento se sintió feliz y comprometido con su pueblo, luchaba por conservar sus costumbres y tradiciones. Sin olvidar que en Belén de Palestina, un niñito nació y fue hijo de María y de José, esta sagrada familia fue el modelo a seguir de Jacobo y Blanca; su esposa, quienes formaron una hermosa familia con valores y temor de Dios.
Jacobo quería vivir porque decía que amaba a su esposa y a sus hijos, que quería seguir disfrutando de sus nietos; para verlos crecer.
Asesorar a Toñito en los negocios, por ejemplo. A su nieto Carlitos, en las cosas de Dios.
Ningún ser humano, que tiene en la Tierra, un pedazo de cielo, desea morir.
Siempre recordaremos al hombre, con espíritu de niño que nunca perdió su capacidad de asombro.
Leía y nos compartía la vida de los santos ejemplares, su amor por la Virgen María en sus diferentes advocaciones: Fátima, Lourdes, Medugori, Shoestant y por supuesto a Nuestra Señora de Guadalupe.
Por él conocí a San Charbel, su admiración al Padre Pío, Juan Bosco, Juan Pablo II, el Padre Mercado, San Francisco de Asís, San Agustín y otros muchos santos.
Admirador de Pablo Neruda, Jaime Sabines, Gibrán Jalil Gibrán, Galeano por mencionar sólo algunos.
Y los compositores: Agustín Lara, Armando Manzanero, Güicho Cisneros, Piazzola y otros románticos de la buena música.
Domingo a domingo, desde hacía ya más de 27 años nos reuníamos en el café Marriot, antes Paraíso del Desierto, en esa mesa de sobrevivientes o también llamada Mesa de la esperanza.
Siempre nos sorprendía con sus trucos de magia, ya tenía su vestuario de mago Merlín.
Como un niño asombrado de su teléfono de última tecnología, se alegraba al ver al instante el rostro de sus nietos recién nacidos.
Y como ser humano rebelde, se dolía del genocidio al pueblo palestino y lloraba por tanto niño masacrado. Sorprendía con su congruencia al colocar en señal de protesta la bandera palestina con un moño negro en señal del duelo.
Cómo olvidar la casa y el huerto de su padre en Lerdo.
Hay tanto que decir de este hombre que sembró tanto en la vida; la cosecha es abundante y de buen fruto, al levantarla.
Jacobo Zarzar Gidi; a los seres humanos como usted, no se les sepulta con un puño de tierra. Se les despide con rosas, porque a su paso por la vida dejan este mundo mejor que como lo encontraron.
Su trabajo no fue construyendo muros, sino edificando en los corazones de los hombres y mujeres para transformarlos en mejores humanos.
Para entrar en el reino de los cielos, hay que volver a ser niño, y su espíritu siempre fue de un niño.
Los amigos no se dicen adiós, ¡nos decimos hasta siempre, Jacobo de Jesús!