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Jacobo Zarzar Gidi, ejemplo de entereza y templanza

Silvestre Faya Romero

Tengo la pena de informar que mi amigo, Jacobo Zarzar Gidi, decano de la mesa de sobrevivientes del Hotel Marriott, falleció el 16 de septiembre de 2014, a las 10:30 de la mañana.

Mi pésame a su familia, seres queridos, amigos y comunidad del periódico El Siglo de Torreón, donde escribió por más de tres décadas la columna "Más allá de las palabras".

Quienes tuvimos la fortuna de contarlo como amigo y consejero, vamos a extrañarlo.

Nos dejó un ejemplo claro de entereza y templanza frente a la adversidad.

Fue un hombre afortunado que recibió muchos dones y supo multiplicarlos.

Su lista de hechos afortunados la encabezan sus padres, don Jacobo Zarzar y doña Bedia Gidi; su matrimonio con Blanca Bichara de Zarzar y sus hijos Lisette, Gerardo, Gina y Jessica.

Hombre de negocios del mundo y del espíritu, supo hacer la delicada separación entre los afanes de la vida diaria y los tesoros celestiales.

Escritor, conferencista, ministro de la Eucaristía y activista social. Siempre ofreció su ayuda anónima para las causas de mayor desconsuelo, y gracias a sus gestiones muchas acciones humanitarias tuvieron exitosos resultados.

Fue un hombre lleno de interrogantes y agudezas mentales; sus amigos con frecuencia fueron coaccionados a responder preguntas sobre la vida trascendente.

Apasionado en su fervor religioso, exigió respeto a los sacramentos y fue un fiel observante de las normas cristianas.

Su paso por la vida no fue en vano, dejó mucha semilla sembrada en alma y corazón de cuantos le conocimos.

La enfermedad fue un obstáculo que sirvió para su temple: "Soy un guerrero", me decía al referirse a su actitud valiente. "Voy a luchar siempre", y así lo hizo.

"Quiero ser fuerte ante cualquier adversidad, no débil". Estos conceptos de fortaleza cimentada en la fe de nuestro señor Jesucristo le ayudaron a soportar todas las pruebas.

"Mi premio apremia", dijo días antes de morir, al referirse a la promesa de una vida eterna para la cual se preparó en su existencia.

Su aguda mirada - en su lecho de muerte - le permitió ver rostros contritos, miradas agradecidas, amigos y familiares sollozantes.

Tener la certeza de una vida plena después de le terrena dio a su rostro la serenidad de quien supo cumplir su misión en la vida.

Cuando llegaron las últimas horas y el dolor y el sufrimiento le envolvieron, mostró valor y amor hacia quienes le rodeaban.

"He peleado la batalla, Señor, le diré mi carrera al terminar y también he guardado la fe. Solo espero que me vengas a llevar". San Pablo

Gracias Jacobo Zarzar Gidi... por compartir con nosotros tu existencia.

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