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Josefina, Marcelo y la puerta giratoria

GENARO LOZANO

A muchos les gusta usar la metáfora de la puerta giratoria para hablar sobre el vínculo perverso entre la administración pública y las corporaciones. Sobre políticos que estaban en el servicio público y que se fueron con todo su expertise a una industria que antes regulaban. Sobre cabilderos de empresas que entran a hacer trabajo legislativo y a cuidar desde ahí a sus expatrones, los intereses de las empresas.

Sin embargo, la metáfora de la puerta giratoria también puede usarse para los políticos que salen de sus cargos y están en la banca. Por esa otra puerta giratoria se entra a una posición de poder, a un cargo donde se toman decisiones que impactan en la vida de millones y por esa puerta se vuelve a salir cuando los tiempos políticos cambian o cuando se hizo mal un trabajo. Quien entra y sale por esa puerta sabe que la volatilidad y la incertidumbre es lo único constante en el ejercicio del poder. Hoy tal vez se está y mañana se tendrá que trabajar desde fuera para volver a estar. Algo así le pasa a Josefina Vázquez Mota y a Marcelo Ebrard.

En 2012 ambos intentaron conseguir la candidatura presidencial de sus partidos políticos y muchos -me incluyo, tal y como lo escribí en estas páginas- vimos con simpatía tales esfuerzos. Josefina consiguió la candidatura presidencial del PAN para después perder la elección presidencial de forma estrepitosa, aunque haya conseguido el récord histórico de casi 12.8 millones de votos emitidos por una candidata presidencial en México. Marcelo perdió la candidatura presidencial del PRD frente a AMLO, compitiendo en una encuesta cerrada a militantes perredistas, pero ganó mandando el mensaje de que él sí acepta resultados adversos, de que, parafraseando a Adam Przeworski, para él hay que actuar adentro de las instituciones democráticas, aceptando resultados en competencia y haciendo que prevaleciera la frase de "la democracia es la única regla aceptable (el único juego)".

Tras la elección, Josefina desapareció del mapa sólo para reaparecer en algunos eventos de campaña de sus correligionarios panistas. Se fue para escribir el libro que ahora está presentando sobre mexicanos exitosos en EU, un libro que tal vez se convierta en otro de sus bestsellers, pero que poco contribuirá para volver a abrirle la puerta giratoria. Josefina anunció tímidamente que buscaría la dirigencia de su partido, para después abandonarla porque "el proceso estaba muy polarizado".

¿Qué tipo de liderazgo es aquel que rehúye una contienda porque el proceso está polarizado? Josefina no ha encontrado la forma de volver a entrar por la puerta giratoria. Sin claridad en sus objetivos, sin una agenda para lograr que más mujeres lleguen a posiciones de liderazgo, sin reformar al PAN, al que le urge modernizarse y actualizarse en algunos de los temas en los que Josefina está más a la izquierda que su partido. Sin liderazgos que puedan hacer contrapeso a los escándalos de corrupción, de falta de transparencia, de inefectividad de los dos sexenios de presidentes panistas, sin ser una oposición constructiva como lo fue antes de 2000, el PAN se encuentra en una de sus peores crisis, y pocos escriben o dan cuenta de ello. Josefina abandonó un barco en picada, en lugar de tratar de rescatarlo.

Por su lado, y después de perder la contienda interna del PRD, Marcelo se fue a las instancias multilaterales, a presidir una comisión de las Naciones Unidas sobre ciudades seguras. Su trabajo como Jefe de Gobierno del DF le valió ese reconocimiento internacional, pero desde ahí no se puede trabajar una candidatura presidencial para 2018, ni tampoco incidir en los temas nacionales que a Ebrard le siguen importando, como el tema de la Reforma Energética al que trató de subirse sin mucho éxito.

Hoy Marcelo busca posicionar su "Movimiento Progresista", pero con una estrategia poco clara. No se sabe si busca crear una corriente dentro del PRD, si quiere hacer un movimiento ciudadano -por si no consigue la candidatura de su partido-, si busca crear un partido nuevo, etcétera. El mensaje aún no está definido y los mensajeros son múltiples. Tan sólo basta con ver en redes sociales la cantidad confusa de cuentas en Twitter y de páginas en Facebook que buscan difundir el "mensaje marcelista". Múltiples mensajeros sin un solo mensaje.

De igual forma, Marcelo repite el error de 2012. No tiene una base social, como claramente la tiene AMLO. Hoy es prácticamente imposible estar un domingo en una plaza pública del país sin que haya un módulo de afiliación a Morena y un grupo de simpatizantes de López Obrador que difunden claramente sus líneas discursivas. Marcelo no puede construir una candidatura presidencial con círculo rojo y con encuestas y menos parece que podrá hacerse de la dirigencia de su partido bajo un esquema que apunta a que la decisión ya está tomada y que será Cuauhtémoc Cárdenas.

La puerta giratoria de la política parece estar hoy cerrada para Josefina y para Marcelo. Lamentable porque aunque muchos desprecien la narrativa de "izquierda moderna" y aunque sobre la derecha nadie discuta las diferencias de grado, Marcelo y Josefina sí representan para muchos precisamente esas diferencias de grado con respecto a quienes han monopolizado el acceso al poder político y a los linajes y castas que se reproducen en ella.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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